Escuchar "Los sorprendentes tatuajes de animales míticos de una momia siberiana de 2.300 años"
Síntesis del Episodio
Los sorprendentes tatuajes de animales míticos de una momia siberiana de 2.300 años hallada en el permafrost
Bajo el hielo de Siberia, una momia de 2.300 años ha revelado los secretos de los maestros tatuadores de la Edad del Hierro.
Tan hábiles como los artistas modernos.
En las gélidas alturas de los montes Altài, el hielo ha resguardado el arte del tatuaje de la cultura Pazyryk.
Un nuevo estudio, publicado en la revista Antiquity, nos revela, con todo detalle, los tatuajes de una mujer momificada que vivió hace unos 2.300 años.
Los investigadores han reconstruido la apariencia original de estos tatuajes.
Y también las herramientas y técnicas antiguas que usaron para hacerlos.
Los tatuajes de esta mujer revelan un mundo de destreza manual, planificación artística y una especialización profesional sorprendente.
La investigación coloca a los antiguos maestros del tatuaje siberiano a la misma altura, en sofisticación, que muchos profesionales actuales.
Los Pazyryk fueron un pueblo nómada de la Edad del Hierro que habitó las estepas siberianas entre los siglos 6 y 2 antes de cristo.
Sus muertos eran enterrados en profundos túmulos de madera, sellados por el permafrost.
Esto ha hecho que se conservase la piel, el cabello o la ropa de esta mujer.
La encontraron en la tumba número 4 y tendría unos 50 años.
Destaca por lucir una amplia colección de tatuajes en sus brazos y antebrazos.
Los primeros arqueólogos que estudiaron estas momias en 1940 apenas distinguieron algunos trazos oscuros.
Ahora, la fotografía infrarroja nos deja ver sus motivos:
Escenas de animales, aves y criaturas fantásticas.
Pertenecen al denominado ‘estilo animal escita’.
Sin duda, estas imágenes infrarrojas junto a la fotogrametría en 3d han despertado el arte escondido bajo la piel reseca de esta momia.
El nivel de complejidad de sus diseños nos muestra que hubo una auténtica tradición artesanal.
El tatuaje del antebrazo derecho es el más elaborado.
Para realizarlo, emplearon un instrumento multipunta, para trazar líneas de grosor uniforme y otro de punta única para los detalles más finos.
Como las astas de los ciervos o los extremos de los bigotes felinos.
La calidad de la línea y la precisión en los ángulos sugieren que el tatuador poseía una gran destreza.
Seguramente, necesitó varias sesiones para completar la obra.
En contraste, el antebrazo izquierdo muestra un tatuaje menos elaborado.
Con figuras menos proporcionadas y líneas más simples.
Ante esta diferencia, los investigadores proponen varias hipótesis.
Que dos artistas distintos trabajaron en los brazos de la mujer, uno más experimentado que el otro.
O que fue un mismo artesano pero en diferentes etapas.
Lo que está claro es que los tatuadores contaron con una especie de aprendizaje formal en talleres artesanales.
El estudio no se detiene ahí sino que aporta pistas sobre cómo fue la vida y muerte de esta mujer.
Mientras preparaban el cuerpo para la sepultura, cortaron algunos tatuajes con incisiones saturadas.
Así que estas marcas no guardaban ninguna función funeraria.
A diferencia de otras culturas, en los que los tatuajes eran símbolos para el tránsito al más allá.
Sin embargo, la tribu de esta mujer sólo los consideró como parte de su identidad en vida.
Sin valor espiritual tras la muerte.
Los tatuajes de esta momia son un catálogo visual de la iconografía de la estepa.
Representando a ciervos de grandes astas, felinos que parecen leones…aves y criaturas híbridas en escenas de caza y combate.
Uno de los motivos más llamativos es el gallo tatuado en el pulgar izquierdo.
Está acompañado de figuras de peces y patrones geométricos en la mano.
Además, el gran tatuaje del antebrazo derecho es una auténtica obra maestra.
Se ve a dos ungulados atacados por felinos en una composición que fluye desde la muñeca hasta el codo.
Es un tatuaje, realizado hace 23 siglos, que demuestra un gran dominio técnico.
Y que sorprendió a los modernos tatuadores que formaban parte de esta investigación.
Los profesionales del presente analizaron todo el proceso: desde dónde levantaban la herramienta hasta donde retomaban cada línea o cómo planificaron la composición de los motivos.
Cada trazo es un puente entre aquel mundo nómada y nuestro actual arte corporal.
Estas líneas y símbolos nos cuentan la historia de esta mujer.
Formo parte de una comunidad nómada, rodeada de caballos, carretas y pieles.
Por su estatus, confió su piel a uno o varios artistas que dominaban un oficio transmitido de generación en generación.
Gracias al hielo, hoy conocemos esa historia en cada línea de tinta de carbón.
Bajo el hielo de Siberia, una momia de 2.300 años ha revelado los secretos de los maestros tatuadores de la Edad del Hierro.
Tan hábiles como los artistas modernos.
En las gélidas alturas de los montes Altài, el hielo ha resguardado el arte del tatuaje de la cultura Pazyryk.
Un nuevo estudio, publicado en la revista Antiquity, nos revela, con todo detalle, los tatuajes de una mujer momificada que vivió hace unos 2.300 años.
Los investigadores han reconstruido la apariencia original de estos tatuajes.
Y también las herramientas y técnicas antiguas que usaron para hacerlos.
Los tatuajes de esta mujer revelan un mundo de destreza manual, planificación artística y una especialización profesional sorprendente.
La investigación coloca a los antiguos maestros del tatuaje siberiano a la misma altura, en sofisticación, que muchos profesionales actuales.
Los Pazyryk fueron un pueblo nómada de la Edad del Hierro que habitó las estepas siberianas entre los siglos 6 y 2 antes de cristo.
Sus muertos eran enterrados en profundos túmulos de madera, sellados por el permafrost.
Esto ha hecho que se conservase la piel, el cabello o la ropa de esta mujer.
La encontraron en la tumba número 4 y tendría unos 50 años.
Destaca por lucir una amplia colección de tatuajes en sus brazos y antebrazos.
Los primeros arqueólogos que estudiaron estas momias en 1940 apenas distinguieron algunos trazos oscuros.
Ahora, la fotografía infrarroja nos deja ver sus motivos:
Escenas de animales, aves y criaturas fantásticas.
Pertenecen al denominado ‘estilo animal escita’.
Sin duda, estas imágenes infrarrojas junto a la fotogrametría en 3d han despertado el arte escondido bajo la piel reseca de esta momia.
El nivel de complejidad de sus diseños nos muestra que hubo una auténtica tradición artesanal.
El tatuaje del antebrazo derecho es el más elaborado.
Para realizarlo, emplearon un instrumento multipunta, para trazar líneas de grosor uniforme y otro de punta única para los detalles más finos.
Como las astas de los ciervos o los extremos de los bigotes felinos.
La calidad de la línea y la precisión en los ángulos sugieren que el tatuador poseía una gran destreza.
Seguramente, necesitó varias sesiones para completar la obra.
En contraste, el antebrazo izquierdo muestra un tatuaje menos elaborado.
Con figuras menos proporcionadas y líneas más simples.
Ante esta diferencia, los investigadores proponen varias hipótesis.
Que dos artistas distintos trabajaron en los brazos de la mujer, uno más experimentado que el otro.
O que fue un mismo artesano pero en diferentes etapas.
Lo que está claro es que los tatuadores contaron con una especie de aprendizaje formal en talleres artesanales.
El estudio no se detiene ahí sino que aporta pistas sobre cómo fue la vida y muerte de esta mujer.
Mientras preparaban el cuerpo para la sepultura, cortaron algunos tatuajes con incisiones saturadas.
Así que estas marcas no guardaban ninguna función funeraria.
A diferencia de otras culturas, en los que los tatuajes eran símbolos para el tránsito al más allá.
Sin embargo, la tribu de esta mujer sólo los consideró como parte de su identidad en vida.
Sin valor espiritual tras la muerte.
Los tatuajes de esta momia son un catálogo visual de la iconografía de la estepa.
Representando a ciervos de grandes astas, felinos que parecen leones…aves y criaturas híbridas en escenas de caza y combate.
Uno de los motivos más llamativos es el gallo tatuado en el pulgar izquierdo.
Está acompañado de figuras de peces y patrones geométricos en la mano.
Además, el gran tatuaje del antebrazo derecho es una auténtica obra maestra.
Se ve a dos ungulados atacados por felinos en una composición que fluye desde la muñeca hasta el codo.
Es un tatuaje, realizado hace 23 siglos, que demuestra un gran dominio técnico.
Y que sorprendió a los modernos tatuadores que formaban parte de esta investigación.
Los profesionales del presente analizaron todo el proceso: desde dónde levantaban la herramienta hasta donde retomaban cada línea o cómo planificaron la composición de los motivos.
Cada trazo es un puente entre aquel mundo nómada y nuestro actual arte corporal.
Estas líneas y símbolos nos cuentan la historia de esta mujer.
Formo parte de una comunidad nómada, rodeada de caballos, carretas y pieles.
Por su estatus, confió su piel a uno o varios artistas que dominaban un oficio transmitido de generación en generación.
Gracias al hielo, hoy conocemos esa historia en cada línea de tinta de carbón.
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