Capítulo 15. Humanizarnos para humanizar

30/06/2020 4 min
Capítulo 15. Humanizarnos para humanizar

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Síntesis del Episodio

Julio César Hoyos - [email protected]

En Wilches el día laboral empieza a las 3 de la mañana cuando se encienden las estufas para preparar los alimentos de la gran mayoría de los más de 8 mil trabajadores de la agroindustria de la palma de aceite y a las 4 de la mañana ya estamos acompañando a la gente desde la emisora La Estación 107.2; como lo hacemos desde hace 22 años, todos los días. Es una cita ineludible que ya es hábito colectivo. Nada que hacer.

Cada relato, cada historia que suena en esta radio está construida desde los sentidos de la gente, desde lo que nos cuentan al aire, o sin micrófono y desde lo que percibimos como periodistas en sus calles y recovecos, con sus cargas emotivas y simbólicas que imprimen identidad al medio del Magdalena Medio. Así ha sido siempre. Bueno, casi siempre.
Los relatos recientes están impregnados del miedo. Y no es para menos. En enero el COVID-19 estaba lejano: “eso es en China, por acá no llega”, decían los radioescuchas. Empezaron a aparecer casos en Colombia, y entonces empezamos a hablar en voz bajita. Y poco a poco nos fuimos encerrando en las casas. Y luego Cúcuta, después Bucaramanga. Ya la gente no habla de las calles, el barrio, servicios públicos o salud. Ni siquiera la escuela. Ahora todo es coronavirus.

No quieren hablar al aire, me envían mensajes en WhatsApp o mensajes de voz o me llaman para hablar de sus miedos: “Qué tal que eso llegue acá”, “Uy, Dios no lo quiera”, “Sería el caos”, “Dios nos guarde”. Y, como toda comunidad permeada por los valores cristianos, las cadenas de oración, rogativas y buenos deseos no dejan de circular. Un reflejo de las esperanzas escondidas de la comunidad, de que todo pasará y volveremos a ser como antes.

Si como periodistas dejamos que el miedo se esparza, entonces serán dos pandemias. Porque lo desconocido trae consigo miedo, claro, pero es en ese momento cuando desde el oficio también podemos generar esperanzas:
“Humanizarnos, para humanizar”. ¿Como estamos mostrando las cifras y las estadísticas? ¿Por dónde comenzamos? ¿Por los muertos? ¿Y las historias detrás de las familias? ¿En qué tono hablamos? Hoy más que nunca es un imperativo moral y ético humanizar la radio, llenar de sensibilidad las salas de redacción, tratar de entender y después comprender la tragedia y asomarnos a las esperanzas.

También siento miedo, porque cada día en las noches en el baño bajo la ducha repaso cada actividad, con quién estuve, con quién hablé, quién llamó a contar sus cuitas, quién mandó mensajes, qué decían. Y en las madrugadas cuando me levanto, aparecen las voces que interpelan sobre lo que hago, sobre si es necesario, sobre los riesgos, sobre si en medio de esta locura debo escuchar las historias de la gente, sobre sus miedos, pues yo tengo los míos propios.

Nada fácil este trabajo en tiempos de crisis, pero esta, en particular, nos obliga a traer al presente la sensibilidad, el respeto por los miedos ajenos y la empatía para interpretar los relatos y las historias, y en medio de ellas descubrir que en el fondo esperamos las cosas buenas, los buenos tiempos y, desde el relato, es deber nuestro ayudar a reconstruir ese imaginario de las esperanzas.