Escuchar "Capítulo 12. Financiación radial"
Síntesis del Episodio
Luis Carlos Zúñiga - [email protected]
El contexto no podría ser más paradójico; mientras la radio ha recuperado protagonismo en estos tiempos de pandemia, los recursos para financiarse ahora son más escasos. Esta realidad la afronta con estoicismo un sector de la comunicación de masas que en los últimos años ha tratado de reinventarse haciendo de las tics su mejor aliado. Y lo ha logrado sintonizándose con los gustos y estilos de las audiencias, cada vez más exigentes.
La financiación de la radio no ha sido ajena a los cambios que introdujeron las nuevas tecnologías. Muchos de los periodistas (sobretodo independientes) que anteriormente laboraban en estos espacios migraron a sus propios emprendimientos digitales, generalmente, distintos a los formatos radiales. Sencillamente buscaban un lugar para ejercer periodismo, sea cual fuese, y de menor costo. Otros decidieron continuar haciendo radio, por tradición, por amor y, sobretodo, por fe.
Así, la fueron haciendo, adaptándose y logrando significativos resultados. A fin de cuentas, más de las ¾ partes de la población en Colombia escucha radio en cualquiera de sus frecuencias y formatos.
Pero el empresariado que suele pautar en radio ya no lo hace con la misma fuerza ni convicción; entiende que los entornos digitales son un campo para hacer mayor presencia y ha dejado de lado la representación en dicho entorno comunicativo. ¿Con qué se sostiene la radio? La respuesta es: con la pauta del Estado.
Los entes gubernamentales son los únicos que han mantenido, sin pausa, sus estrategias comunicativas en radio. En la mayoría, porque reconocen que sus ondas llegan a todos los estratos y es el medio de comunicación más efectivo. Durante el confinamiento obligado por la llegada del Covid-19 al país, las campañas institucionales de prevención han sido el salvavidas de muchos programas y emisoras. Pero algo ha destacado en medio de todo este panorama de la pandemia: el apoyo desde lo político.
La consulta a colegas radialistas evidencia que la pauta oficial durante la cuarentena se ha visto ratificada a los programas con cercanías al gobierno de turno, mientras que otros más críticos o independientes han encontrado un muro difícil de sortear. Los argumentos para negar la pauta son, precisamente, el escenario de la cuarentena. Es una paradoja, pero es real: la pandemia por el Covid-19 ha certificado que la pauta gubernamental es el principal sostén de los programas de radio, pero también, que este puede ser un agente selectivo y discriminador, siempre y cuando se trate de un aliado o no.
Así, sólo unos cuantos sobreviven con lo que pueden obtener de las pocas empresas privadas que creen en la radio, generalmente grandes compañías de telecomunicaciones o de servicios públicos.
La radio resiste. Sigue aliándose de las nuevas tecnologías, sigue buscando captar la atención de nuevas audiencias acostumbradas a consumir otro tipo de medios, sigue mostrando su mejor cara, pero lo hace en medio de un panorama incierto. El Covid-19 trajo consigo muchos temores, entre esos, el de subsistir haciendo una radio con convicción y sin entregarse al poder.
El contexto no podría ser más paradójico; mientras la radio ha recuperado protagonismo en estos tiempos de pandemia, los recursos para financiarse ahora son más escasos. Esta realidad la afronta con estoicismo un sector de la comunicación de masas que en los últimos años ha tratado de reinventarse haciendo de las tics su mejor aliado. Y lo ha logrado sintonizándose con los gustos y estilos de las audiencias, cada vez más exigentes.
La financiación de la radio no ha sido ajena a los cambios que introdujeron las nuevas tecnologías. Muchos de los periodistas (sobretodo independientes) que anteriormente laboraban en estos espacios migraron a sus propios emprendimientos digitales, generalmente, distintos a los formatos radiales. Sencillamente buscaban un lugar para ejercer periodismo, sea cual fuese, y de menor costo. Otros decidieron continuar haciendo radio, por tradición, por amor y, sobretodo, por fe.
Así, la fueron haciendo, adaptándose y logrando significativos resultados. A fin de cuentas, más de las ¾ partes de la población en Colombia escucha radio en cualquiera de sus frecuencias y formatos.
Pero el empresariado que suele pautar en radio ya no lo hace con la misma fuerza ni convicción; entiende que los entornos digitales son un campo para hacer mayor presencia y ha dejado de lado la representación en dicho entorno comunicativo. ¿Con qué se sostiene la radio? La respuesta es: con la pauta del Estado.
Los entes gubernamentales son los únicos que han mantenido, sin pausa, sus estrategias comunicativas en radio. En la mayoría, porque reconocen que sus ondas llegan a todos los estratos y es el medio de comunicación más efectivo. Durante el confinamiento obligado por la llegada del Covid-19 al país, las campañas institucionales de prevención han sido el salvavidas de muchos programas y emisoras. Pero algo ha destacado en medio de todo este panorama de la pandemia: el apoyo desde lo político.
La consulta a colegas radialistas evidencia que la pauta oficial durante la cuarentena se ha visto ratificada a los programas con cercanías al gobierno de turno, mientras que otros más críticos o independientes han encontrado un muro difícil de sortear. Los argumentos para negar la pauta son, precisamente, el escenario de la cuarentena. Es una paradoja, pero es real: la pandemia por el Covid-19 ha certificado que la pauta gubernamental es el principal sostén de los programas de radio, pero también, que este puede ser un agente selectivo y discriminador, siempre y cuando se trate de un aliado o no.
Así, sólo unos cuantos sobreviven con lo que pueden obtener de las pocas empresas privadas que creen en la radio, generalmente grandes compañías de telecomunicaciones o de servicios públicos.
La radio resiste. Sigue aliándose de las nuevas tecnologías, sigue buscando captar la atención de nuevas audiencias acostumbradas a consumir otro tipo de medios, sigue mostrando su mejor cara, pero lo hace en medio de un panorama incierto. El Covid-19 trajo consigo muchos temores, entre esos, el de subsistir haciendo una radio con convicción y sin entregarse al poder.
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