Escuchar "Castillo de los mendoza"
Síntesis del Episodio
El castillo nuevo de Manzanares el Real, o castillo de los Mendoza, es un
palacio-fortaleza de origen bajomedieval que se encuentra en el municipio
de Manzanares el Real, al pie de la sierra de Guadarrama y junto al río
Manzanares, que en ese tramo es retenido en el embalse de Santillana.
Edificado en el siglo xv sobre una iglesia románico-mudéjar, que quedó
integrada dentro de la estructura, fue concebido como la residencia
palaciega de la Casa de Mendoza, uno de los linajes más influyentes de
Castilla durante la Baja Edad Media y el Renacimiento. Sustituyó a un
castillo anterior, que estaba situado en un enclave cercano, propiedad
igualmente de la citada familia.
En su construcción participó el arquitecto Juan Guas, quien utilizó trazas
gótico isabelinas, con influencias hispano-musulmanas. Está considerado
como el precedente del Palacio del Infantado (Guadalajara), obra clave de
la arquitectura renacentista española, donde el citado autor dejó definido el
prototipo palaciego del reinado de los Reyes Católicos.
Gracias a sucesivas restauraciones, presenta un excelente estado de
conservación. Actualmente alberga un Centro de Interpretación sobre el
medievo, además de una colección de tapices, pinturas, armaduras y
muebles de los siglos XVI a XIX. Fue declarado Monumento Histórico-
Artístico en el año 1931.
Las tierras que rodean el curso alto del río Manzanares, conocidas como El
Real de Manzanares desde tiempos de Alfonso X el Sabio, fueron objeto
de frecuentes disputas entre los distintos poderes surgidos tras la
Reconquista, debido a su riqueza agropecuaria y forestal.
En el siglo XIV, el rey Juan I de Castilla dona la comarca a la Casa de
Mendoza, a través de Pedro González de Mendoza, mayordomo del
monarca.
Al hijo mayor de éste, Diego Hurtado de Mendoza, almirante mayor de
Castilla, se le atribuye la construcción de una primera fortaleza en la zona,
de la que se conservan unos restos, que reciben el nombre de castillo viejo
de Manzanares el Real. En el último tercio del siglo XV, los Mendoza
decidieron sustituirla por otra edificación, de mayores dimensiones y más
lujosa, acorde con la notable influencia política y económica alcanzada por
la familia.
La nueva residencia fue promovida por Diego Hurtado de Mendoza y de la
Vega, nieto del almirante y primer duque del Infantado. Gracias a su
testamento, se sabe que las obras ya estaban en marcha en junio de 1475.
Tras su fallecimiento, los trabajos quedaron paralizados durante un
tiempo. Su hijo primogénito, Íñigo López de Mendoza y de la Vega,
los retomó probablemente en 1480 y optó por modificar el proyecto
original, con la incorporación de un nuevo cuerpo por la parte este,
que aumentaba sensiblemente el espacio estancial. Asimismo, contrató
los servicios de Juan Guas, arquitecto de los Reyes Católicos y autor
del Palacio del Infantado, en Guadalajara, y del Monasterio de San
Juan de los Reyes en Toledo), para que homogeneizara y embelleciera
el conjunto.
A Guas se deben los elementos gótico isabelinos del edificio, entre los que
destacan la galería meridional, el patio porticado, los caballeros que
rematan las torres angulares y la decoración tanto de la coronación como
del saledizo del adarve.
Con respecto a la vieja fortaleza, la Casa de Mendoza decidió
desmantelarla y abandonarla, no solo para reutilizar sus materiales de
fábrica, sino también para impedir que pudiera caer en manos de los
enemigos del linaje, habida cuenta su proximidad con el nuevo edificio.
En tiempos de Íñigo López de Mendoza y Pimentel, cuarto duque del
Infantado, apenas un siglo después de ser concluido, el castillo de
Manzanares el Real quedó prácticamente deshabitado, al centrarse la
actividad del ducado en la ciudad de Guadalajara. La situación de
abandono se agravó con su muerte, debido a que surgieron problemas
económicos y pleitos entre los herederos de la Casa de Mendoza.
La propia Casa Ducal procedió a una primera restauración en 1914. Su
artífice fue el arquitecto Vicente Lampérez y Romea, quien se aplicó en la
reconstrucción de ciertas estructuras, como el patio porticado, que estaba
completamente arruinado. En 1964 tuvo lugar una nueva intervención, esta
vez costeada por la administración, que, bajo la dirección de José Manuel
González Valcárcel, estuvo encaminada a la creación de un Museo de los
Castillos.
En el año 1965, Íñigo de Arteaga y Falguera, decimoctavo duque del
Infantado, cedió el uso del castillo a la desaparecida Diputación Provincial
de Madrid, que prosiguió con las obras de consolidación y rehabilitación.
Estos trabajos posibilitaron la apertura a la visita pública del monumento, a
partir de 1977.
palacio-fortaleza de origen bajomedieval que se encuentra en el municipio
de Manzanares el Real, al pie de la sierra de Guadarrama y junto al río
Manzanares, que en ese tramo es retenido en el embalse de Santillana.
Edificado en el siglo xv sobre una iglesia románico-mudéjar, que quedó
integrada dentro de la estructura, fue concebido como la residencia
palaciega de la Casa de Mendoza, uno de los linajes más influyentes de
Castilla durante la Baja Edad Media y el Renacimiento. Sustituyó a un
castillo anterior, que estaba situado en un enclave cercano, propiedad
igualmente de la citada familia.
En su construcción participó el arquitecto Juan Guas, quien utilizó trazas
gótico isabelinas, con influencias hispano-musulmanas. Está considerado
como el precedente del Palacio del Infantado (Guadalajara), obra clave de
la arquitectura renacentista española, donde el citado autor dejó definido el
prototipo palaciego del reinado de los Reyes Católicos.
Gracias a sucesivas restauraciones, presenta un excelente estado de
conservación. Actualmente alberga un Centro de Interpretación sobre el
medievo, además de una colección de tapices, pinturas, armaduras y
muebles de los siglos XVI a XIX. Fue declarado Monumento Histórico-
Artístico en el año 1931.
Las tierras que rodean el curso alto del río Manzanares, conocidas como El
Real de Manzanares desde tiempos de Alfonso X el Sabio, fueron objeto
de frecuentes disputas entre los distintos poderes surgidos tras la
Reconquista, debido a su riqueza agropecuaria y forestal.
En el siglo XIV, el rey Juan I de Castilla dona la comarca a la Casa de
Mendoza, a través de Pedro González de Mendoza, mayordomo del
monarca.
Al hijo mayor de éste, Diego Hurtado de Mendoza, almirante mayor de
Castilla, se le atribuye la construcción de una primera fortaleza en la zona,
de la que se conservan unos restos, que reciben el nombre de castillo viejo
de Manzanares el Real. En el último tercio del siglo XV, los Mendoza
decidieron sustituirla por otra edificación, de mayores dimensiones y más
lujosa, acorde con la notable influencia política y económica alcanzada por
la familia.
La nueva residencia fue promovida por Diego Hurtado de Mendoza y de la
Vega, nieto del almirante y primer duque del Infantado. Gracias a su
testamento, se sabe que las obras ya estaban en marcha en junio de 1475.
Tras su fallecimiento, los trabajos quedaron paralizados durante un
tiempo. Su hijo primogénito, Íñigo López de Mendoza y de la Vega,
los retomó probablemente en 1480 y optó por modificar el proyecto
original, con la incorporación de un nuevo cuerpo por la parte este,
que aumentaba sensiblemente el espacio estancial. Asimismo, contrató
los servicios de Juan Guas, arquitecto de los Reyes Católicos y autor
del Palacio del Infantado, en Guadalajara, y del Monasterio de San
Juan de los Reyes en Toledo), para que homogeneizara y embelleciera
el conjunto.
A Guas se deben los elementos gótico isabelinos del edificio, entre los que
destacan la galería meridional, el patio porticado, los caballeros que
rematan las torres angulares y la decoración tanto de la coronación como
del saledizo del adarve.
Con respecto a la vieja fortaleza, la Casa de Mendoza decidió
desmantelarla y abandonarla, no solo para reutilizar sus materiales de
fábrica, sino también para impedir que pudiera caer en manos de los
enemigos del linaje, habida cuenta su proximidad con el nuevo edificio.
En tiempos de Íñigo López de Mendoza y Pimentel, cuarto duque del
Infantado, apenas un siglo después de ser concluido, el castillo de
Manzanares el Real quedó prácticamente deshabitado, al centrarse la
actividad del ducado en la ciudad de Guadalajara. La situación de
abandono se agravó con su muerte, debido a que surgieron problemas
económicos y pleitos entre los herederos de la Casa de Mendoza.
La propia Casa Ducal procedió a una primera restauración en 1914. Su
artífice fue el arquitecto Vicente Lampérez y Romea, quien se aplicó en la
reconstrucción de ciertas estructuras, como el patio porticado, que estaba
completamente arruinado. En 1964 tuvo lugar una nueva intervención, esta
vez costeada por la administración, que, bajo la dirección de José Manuel
González Valcárcel, estuvo encaminada a la creación de un Museo de los
Castillos.
En el año 1965, Íñigo de Arteaga y Falguera, decimoctavo duque del
Infantado, cedió el uso del castillo a la desaparecida Diputación Provincial
de Madrid, que prosiguió con las obras de consolidación y rehabilitación.
Estos trabajos posibilitaron la apertura a la visita pública del monumento, a
partir de 1977.
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