Escuchar "Un viaje a la Antártida prehistórica un selva verde llena de diversidad"
Síntesis del Episodio
Un viaje a la Antártida prehistórica un selva verde llena de diversidad
— Cuando piensas en la Antártida, probablemente te venga a la cabeza una vasta llanura blanca, helada y solitaria.
— Puede que también imagines pingüinos aislados, flotando entre gigantescos icebergs como si no hubiera más historia que el hielo.
— Pero eso es solo la punta del iceberg.
— La Antártida no siempre fue un continente congelado.
— Hace millones de años, fue una tierra verde y fértil.
— Era parte de un supercontinente que la unía a Sudamérica y Australia.
— Por esos puentes terrestres cruzaron especies como los dinosaurios, dejando huellas casi idénticas en los tres continentes.
— Durante el Cretácico, la temperatura media en la Antártida rondaba los 12 grados.
— Más cálida que la de muchos países europeos actuales.
— Dinosaurios como saurópodos, anquilosaurios y terópodos vivían entre bosques tropicales llenos de helechos, coníferas y árboles ginkgo.
— Los océanos hervían de vida: tiburones, reptiles marinos y otros monstruos nadaban libremente bajo un cielo sin hielo.
— Todo cambió cuando un asteroide impactó contra la Tierra.
— La atmósfera ardió, el cielo se oscureció y el polvo trajo consigo una nueva era glacial.
— Pero el apocalipsis no fue inmediato.
— Durante el Paleógeno, la Antártida vivió un inesperado renacer.
— Las temperaturas subieron hasta los 25 grados y el continente volvió a florecer, con fauna aún más diversa.
— Entonces llegaron los verdaderos protagonistas.
— Uno de ellos fue el ave: Forusracos.
— Medía más de dos metros y medio, pesaba lo mismo que tres lobos y corría a 50 km/h.
— Su pico ganchudo y sus patas con garras en forma de hoz lo convertían en un depredador letal.
— Cazaba mamíferos traídos desde Sudamérica por antiguos puentes de tierra.
— Entre esos mamíferos destacaban bestias como el Antarctodon, que podría haber pesado más de 500 kilos.
— También estaba el Notiolofos, un herbívoro del tamaño de un bisonte, con una dieta rica en flores.
— Y la misteriosa Victemanea, con una posible trompa como la de un tapir, adaptada al pasto y al calor.
— Pero no eran los únicos.
— Ardillas con dientes de sable, pequeños marsupiales y otras criaturas extrañas poblaron ese Edén desaparecido.
— De hecho, los antecesores de los canguros y los koalas pasaron por aquí antes de llegar a Australia.
— En algún momento, este continente fue un cruce de caminos para todo tipo de especies.
— Y no solo caminaban. También nadaban... y acechaban.
— Se han hallado restos de cocodrilos gigantes, de hasta 7 metros, capaces de devorar lo que se les pusiera por delante.
— Si un animal se acercaba a beber, corría el riesgo de ser emboscado por uno de estos cazadores.
— Incluso los pingüinos, tan familiares hoy, podían convertirse en su comida.
— Las aguas estaban plagadas de ballenas primitivas como la Basilosauridae.
— Sus dientes podían destrozar huesos y tragarse tortugas de tres metros.
— También nadaba por allí la misteriosa Yanetus, una ballena dentada que succionaba y desgarraba carne al mismo tiempo.
— Y si crees que eso era todo, espera.
— En ese océano acechaban tiburones prehistóricos comparables con el megalodón.
— El Otodus auriculatus podía alcanzar los 9 metros y atacar a ballenas jóvenes sin pensárselo dos veces.
— Bajo esas aguas, cada sombra podía esconder un cazador.
— Pero no todo era brutalidad.
— También surgieron aves asombrosas, como la Begavis, quizá una de las primeras aves modernas.
— Algunas sobrevivieron a la extinción del asteroide refugiándose en este continente.
— Otras, como el Dasornis, volaban sobre el mar con alas de hasta 6 metros, dientes falsos y un aspecto inquietante.
— Era un mundo caótico, pero fascinante.
— Sin embargo, todo ese ecosistema colapsó cuando la Antártida se separó del resto de los continentes.
— Al formarse el pasaje de Drake y el mar de Tasmania, las criaturas quedaron atrapadas.
— Y el clima, como si obedeciera a un guion cruel, se volvió letal.
— Las corrientes oceánicas rodearon el continente.
— Impidieron que el calor volviera y atraparon al continente en un invierno eterno.
— El hielo comenzó a extenderse y a reflejar la luz solar, aumentando el enfriamiento.
— En solo unos millones de años, el paraíso verde se convirtió en una prisión de hielo.
— Hoy, ese mundo antiguo sigue oculto bajo esa cúpula helada.
— Lo que alguna vez fue un bosque tropical ahora guarda secretos bajo kilómetros de hielo.
— Quién sabe qué criaturas permanecen congeladas, esperando a ser descubiertas.
— Porque lo que un día fue un vergel de vida... aún podría estar allí, sepultado, pero no del todo muerto.
— Cuando piensas en la Antártida, probablemente te venga a la cabeza una vasta llanura blanca, helada y solitaria.
— Puede que también imagines pingüinos aislados, flotando entre gigantescos icebergs como si no hubiera más historia que el hielo.
— Pero eso es solo la punta del iceberg.
— La Antártida no siempre fue un continente congelado.
— Hace millones de años, fue una tierra verde y fértil.
— Era parte de un supercontinente que la unía a Sudamérica y Australia.
— Por esos puentes terrestres cruzaron especies como los dinosaurios, dejando huellas casi idénticas en los tres continentes.
— Durante el Cretácico, la temperatura media en la Antártida rondaba los 12 grados.
— Más cálida que la de muchos países europeos actuales.
— Dinosaurios como saurópodos, anquilosaurios y terópodos vivían entre bosques tropicales llenos de helechos, coníferas y árboles ginkgo.
— Los océanos hervían de vida: tiburones, reptiles marinos y otros monstruos nadaban libremente bajo un cielo sin hielo.
— Todo cambió cuando un asteroide impactó contra la Tierra.
— La atmósfera ardió, el cielo se oscureció y el polvo trajo consigo una nueva era glacial.
— Pero el apocalipsis no fue inmediato.
— Durante el Paleógeno, la Antártida vivió un inesperado renacer.
— Las temperaturas subieron hasta los 25 grados y el continente volvió a florecer, con fauna aún más diversa.
— Entonces llegaron los verdaderos protagonistas.
— Uno de ellos fue el ave: Forusracos.
— Medía más de dos metros y medio, pesaba lo mismo que tres lobos y corría a 50 km/h.
— Su pico ganchudo y sus patas con garras en forma de hoz lo convertían en un depredador letal.
— Cazaba mamíferos traídos desde Sudamérica por antiguos puentes de tierra.
— Entre esos mamíferos destacaban bestias como el Antarctodon, que podría haber pesado más de 500 kilos.
— También estaba el Notiolofos, un herbívoro del tamaño de un bisonte, con una dieta rica en flores.
— Y la misteriosa Victemanea, con una posible trompa como la de un tapir, adaptada al pasto y al calor.
— Pero no eran los únicos.
— Ardillas con dientes de sable, pequeños marsupiales y otras criaturas extrañas poblaron ese Edén desaparecido.
— De hecho, los antecesores de los canguros y los koalas pasaron por aquí antes de llegar a Australia.
— En algún momento, este continente fue un cruce de caminos para todo tipo de especies.
— Y no solo caminaban. También nadaban... y acechaban.
— Se han hallado restos de cocodrilos gigantes, de hasta 7 metros, capaces de devorar lo que se les pusiera por delante.
— Si un animal se acercaba a beber, corría el riesgo de ser emboscado por uno de estos cazadores.
— Incluso los pingüinos, tan familiares hoy, podían convertirse en su comida.
— Las aguas estaban plagadas de ballenas primitivas como la Basilosauridae.
— Sus dientes podían destrozar huesos y tragarse tortugas de tres metros.
— También nadaba por allí la misteriosa Yanetus, una ballena dentada que succionaba y desgarraba carne al mismo tiempo.
— Y si crees que eso era todo, espera.
— En ese océano acechaban tiburones prehistóricos comparables con el megalodón.
— El Otodus auriculatus podía alcanzar los 9 metros y atacar a ballenas jóvenes sin pensárselo dos veces.
— Bajo esas aguas, cada sombra podía esconder un cazador.
— Pero no todo era brutalidad.
— También surgieron aves asombrosas, como la Begavis, quizá una de las primeras aves modernas.
— Algunas sobrevivieron a la extinción del asteroide refugiándose en este continente.
— Otras, como el Dasornis, volaban sobre el mar con alas de hasta 6 metros, dientes falsos y un aspecto inquietante.
— Era un mundo caótico, pero fascinante.
— Sin embargo, todo ese ecosistema colapsó cuando la Antártida se separó del resto de los continentes.
— Al formarse el pasaje de Drake y el mar de Tasmania, las criaturas quedaron atrapadas.
— Y el clima, como si obedeciera a un guion cruel, se volvió letal.
— Las corrientes oceánicas rodearon el continente.
— Impidieron que el calor volviera y atraparon al continente en un invierno eterno.
— El hielo comenzó a extenderse y a reflejar la luz solar, aumentando el enfriamiento.
— En solo unos millones de años, el paraíso verde se convirtió en una prisión de hielo.
— Hoy, ese mundo antiguo sigue oculto bajo esa cúpula helada.
— Lo que alguna vez fue un bosque tropical ahora guarda secretos bajo kilómetros de hielo.
— Quién sabe qué criaturas permanecen congeladas, esperando a ser descubiertas.
— Porque lo que un día fue un vergel de vida... aún podría estar allí, sepultado, pero no del todo muerto.
Más episodios del podcast PODCAST DE TIM BENIYORK EN BENIDORM
Vida, obra y milagros de Cervantes
04/10/2025
Los misteriosos fragmentos de Adn de un linaje fantasma que aún conservamos en nuestros genes
02/10/2025
La guerra de los chips entre China y Estados Unidos por controlar el mercado de las gafas con IA
30/09/2025
Charles Joughin el jefe de los panaderos del Titanic que aguantó a bordo mientras se hundía.
29/09/2025
Hennig Brand el alquimista que intentó convertir el pis en oro y acabó aislando el fósforo
28/09/2025