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Síntesis del Episodio
15 ESTÁNDARES DE BELLEZA QUE DEMUESTRAN QUE TODO DEPENDE DE LA CULTURA EN LA QUE SE MIRE
Corea del Sur tiene la tasa de cirugías plásticas más alta del mundo.
Les gusta lucir una piel blanca como la porcelana.
Mientras que en Mauritania, las mujeres con unos kilos de más, son más valoradas que las que son delgadas.
En este vídeo veremos 15 estándares de belleza que nos demostrarán que todo es subjetivo.
Y que depende de la cultura y del ojo del que lo mire.
Empecemos con Corea del Sur.
La belleza sirve como un pasaporte del estatus social de las personas.
Dicen que es una nación muy competitiva y que la apariencia determina el trato que puedes recibir.
No sorprende el saber que es el país que ostenta la tasa más alta de cirugías plásticas per cápita del mundo.
El mercado de la belleza no para de crecer.
Desde mascarillas, cremas blanqueadoras, tónicos para aclarar la piel, protectores solares o tratamientos láser.
Todo vale para lograr esa piel blanca y luminosa que representa su ideal máximo de belleza.
Hace cientos de años, una piel blanca indicaba que esa persona pertenecía a una clase social alta.
Y que no necesitaba pasar largas jornadas de sol a sol para ganarse la vida.
En el presente, vemos estos estándares ultra blancos en los cantantes de K-Pop.
O en las series coreanas de moda.
Donde apreciamos una piel blanca como la nieve, narices pluscuamperfectas y una mandíbula en forma de B con sus ojos grandes.
En Asia es habitual la bleferoplastia.
Una cirugía que define el pliegue del párpado doble y agranda la mirada.
Por supuesto, también venden otros remedios para aparentar esos estándares.
Como lentes de contacto especiales o unos parches que agrandan visualmente el iris.
Para dar un acabado de muñeca.
La leyenda cuenta que las grandes empresas se fijan en la foto adjunta de los aspirantes a un puesto de trabajo.
Y rechazan de pleno a los que no cumplen con estos severos estándares de belleza.
Si no son lo bastante guapos o guapas, ni siquiera mirarán su formación.
Por eso, muchos estudiantes de secundaria ya sueñan con pagarse una buena cirugía.
Para modificar su apariencia y encajar en la sociedad que prima la belleza antes que los estudios.
Pero la belleza es un concepto muy subjetivo.
En otros lugares del planeta, los estándares son muy diferentes.
En Mauritania, en zonas de la región sahariana, en Marruecos…
Allí las mujeres con unos kilos extra son más valoradas.
Porque cumplen con los estándares de belleza y fertilidad.
Es más, a muchas niñas se las engorda con estrictas dietas hipercalóricas.
Se basan en la leche, mantequilla y carne.
Todo con tal de ganar peso rápidamente y de conseguir esa voluptuosa figura que les garantice el éxito.
Mientras tanto, en Corea del Sur están pasando hambre por las dietas.
Pasemos a la tribu Wodabade.
Altura imponente, cuerpos esbeltos, maquillaje vibrante y trajes de colores y detalles vibrantes.
En este caso, no son los estándares de la belleza femenina.
Aquí, los verdaderos protagonistas son los hombres y las mujeres son las juezas.
Ocurre durante el festival de Gregold.
En esta celebración, los desiertos de Nigeria o Camerún se transforman en una pasarela.
Esta tribu nómada es conocida por desafiar los roles tradicionales de género.
Porque aquí los hombres pasan días pintándose el rostro con arcilla roja, blanca y amarilla.
Adornando sus ojos con carbón para resaltarlos y hacer que parezcan grandes.
Y embelleciendo su apariencia con plumas, collares o tocados.
El propósito es de seducir a las mujeres que juzgaran su llamativa belleza.
Ellas observaran con atención cada gesto, cada movimiento durante sus danzas.
Unas agotadoras coreografías que pueden durar horas bajo un sol abrasador.
Lo más sorprendente es que las mujeres pueden elegir como amantes a cualquiera de los participantes.
Da igual si están casados o no.
Algo parecido ocurre en el festival Herwol.
Donde se celebra la fertilidad que traen las lluvias y tiene a la belleza masculina como protagonista.
Tayikistán.
Durante años, la uniceja ha sido vista como un símbolo de descuido en el mundo occidental.
En las revistas abundan los consejos y tratamientos para eliminarla.
Donde proponen la depilación con pinza o el uso del láser.
El término médico ‘cinofridia’ define la presencia de vello entre las cejas.
Sin embargo, este canon estético no siempre fue así.
En la antigua Grecia, una mujer con las cejas unidas era percibida como muy atractiva.
Dado que esa unión entre las cejas expresaba su inteligencia, carácter y pureza.
Ahora, en pleno siglo 21, esa misma concepción de la antigua Grecia sigue presente en Tayikistán.
En una remota nación montañosa en Asia central.
Las jóvenes que lucen las cejas unidas es que están listas para abandonar su soltería.
Incluso, recurren a un remedio tradicional para conseguir la uniceja.
Secan y trituran una planta local llamada Usma.
Luego la mezclan con agua y la aplican sobre las cejas.
Tras varios usos, la planta provoca que el vello comience a crecer en esa zona con rapidez.
Y ayuda a las mujeres a cumplir con ese estándar de belleza.
Ahora conozcamos a la tribu Caián.
Un grupo étnico originario de las regiones montañosas de Birmania y el norte de Tailandia.
Las mujeres jirafa usan unas pesadas espirales de latón alrededor del cuello, desde que son niñas.
Esta disposición hace que sus cuellos se alarguen.
Algunos alcanzan longitudes de entre 20 y 28 centímetros.
Los orígenes de esta tradición son muy remotos y se pierden en las brumas del tiempo.
Ciertos historiadores sostienen que estos anillos servían como protección contra los ataques de los tigres.
Ya que resguardan una zona vulnerable de su cuerpo.
Con el paso de los años, los cuellos largos se convirtieron en un reclamo.
El símbolo máximo de belleza y estatus dentro de esta comunidad.
Aunque algunos se aprovecharon de este particular canon.
Durante la década de 1930, las mujeres jirafas fueron exhibidas en algunos circos europeos.
Fueron tratadas como rarezas exóticas ante la mirada de un público occidental.
Hoy en día, la práctica de alargar el cuello está en declive.
Ya que muchas jóvenes buscan integrarse en la mayor parte de la sociedad actual.
A pesar de todo, algunas mujeres de la tribu Cayan continúan con esta tradición de los anillos como un acto de resistencia.
Viajemos a Irán.
Allí se han ganado el apodo de la capital mundial de la cirugía de la nariz.
Con más de 200.000 rinoplastias al año.
Superando en más de siete veces la tasa de operaciones de otros países, por ejemplo, de Estados Unidos.
Para muchos iraníes la forma de su nariz es determinante.
Y ha de ser armónica con el rostro.
Si es demasiado grande, afecta a su concepción de la belleza facial.
Por eso, miles de ellos y ellas pasan por el quirófano para lograr una nariz más pequeña, refinada y estilizada.
Y además, les encanta lucir su intervención.
En los barrios de clases altas es normal ver a los recién operados presumiendo de sus vendas en la napia.
Para presumir de su transformación.
Las mujeres suelen usar el hijab para tapar su cuerpo.
Y por ello invierten sus ahorros en embellecer la cara.
Volemos hacia Nueva Zelanda.
En la cultura maorí, el moco es el tatuaje tradicional en la barbilla de las mujeres.
Es más que un adorno, significa una manifestación artística del alma.
Los tatuajes tradicionales maoríes reciben el nombre de Tamoco.
Y siguen un arte ceremonial heredado de la Polinesia occidental.
Son grabados con una herramienta especial, la UI.
Que talla la piel y permite que la tinta se asiente en las hendiduras.
Normalmente los diseños de los tatuajes representan la genealogía, el linaje, los logros o el estatus de su portador.
El proceso de tatuarse es como un viaje espiritual en donde el receptor regresa al mundo de los ancestros y sale reformado.
En algunos lugares del mundo los tatuajes en la cara tienen mal prensa.
Y pueden ser interpretados como una moda carcelaria o de bandas.
Pero para los Maoríes son símbolos de belleza, respeto, sabiduría y poder.
De entre ellos, destaca el citado moco kawai en la cara.
Porque realza los rasgos faciales y representa la conexión de esa persona con su historia y su tierra.
En China, un antiguo proverbio dice que una piel blanca puede ocultar hasta lo más feo.
Y es uno de los estándares de belleza más arraigados entre su población.
El ideal de belleza femenino dicta que ellas deben tener la piel clara, una figura delicada, la voz suave y una presencia discreta.
Al igual que en el caso de Corea, esta costumbre se remonta a varios cientos de años atrás.
Las mujeres de la nobleza vivían recluidas en palacios, alejadas del trabajo físico bajo un sol de justicia.
En cambio, la piel morena y las manos curtidas eran más propias de los campesinos.
Este ideal ha alimentado toda una industria de productos blanqueadores.
Desde antiguas fórmulas con polvos de arroz, harina y ciertas flores, pasando por peligrosas mezclas con arsénico.
Todo valía para alcanzar esa piel de porcelana que marca la tradición.
Pero no basta con lograr una piel como el algodón, hay que cuidarla.
Por eso, muchas mujeres lucen sombrero, guantes o llevan una sombrilla para resguardarse del astro rey.
La Hena es un tinte natural de tonos rojizos y terrosos que deriva de las hojas secas de la planta guasuaina y nervis.
Es popular que las culturas del norte de África hasta el sur de Asia, pasando por Medio oriente, luzcan tatuajes de Hena.
Suelen hacerse estos tatuajes temporales para las bodas y en los festivales para celebraciones importantes.
Estas decoraciones guardan un simbolismo cultural y espiritual.
Piensan que otorga bendiciones, felicidad, suerte y belleza.
De hecho, en algunas bodas, las novias pasan días viendo cómo recubren su piel con este arte de Hena.
En países como la India, Pakistán o Bangladesh, esta práctica se llama Mendy y sigue su propio ritual.
La familia del novio tiene que entregar el tinte en una bandeja de plata.
Y tienen que hacer el tatuaje de Hena en las manos y pies de la novia.
Pasemos a Bali.
El Metata es uno de los rituales más importantes en la vida de los jóvenes hindúes de Bali, en Indonesia.
Es un ritual que marca su transición de la adolescencia a la edad adulta.
Con una profunda carga espiritual y social.
Les liman los colmillos.
Y esos dientes adoptan una forma puntiaguda.
Representando lo salvaje, los instintivo o animal.
Si un joven fallece antes de que le limen así sus dientes, la familia tendrá que completar este ritual, simbólicamente, en el cuerpo del fallecido antes de quemarlo.
Ya que gracias a este rito se abre el camino espiritual para su siguiente vida.
Según esta antigua tradición, los dientes representan a seis enemigos del alma humana: la lujuria, la codicia, la ira, el orgullo, los celos y la embriaguez.
Al limarlos, es como el símbolo de que esa persona domina esos impulsos negativos.
Además, ese ritual se realiza frente a la familia y la comunidad.
Acompañado de danzas, ofrendas y música.
La tribu Apatani, en las remotas montañas de Luna, al noreste de la India, es otra comunidad milenaria que ha mantenido su identidad cultural.
Se establecieron en el valle del Siro, a más de 3.000 metros de altura, donde sobreviven cosechando arroz para toda su comunidad.
En tiempos antiguos, las mujeres de esta tribu eran famosas por su belleza natural sin igual.
Lo cual provocó una ola de secuestros por parte de otras tribus vecinas.
En un intento desesperado por protegerlas, los hombres de esta tribu les tatuaron unas líneas oscuras.
Desde la frente hasta la barbilla.
Y les colocaron unos enormes tapones circulares en las fosas nasales para desfigurar su apariencia.
Sin embargo, ni siquiera con estas medidas consiguieron detener los secuestros de sus mujeres.
Hoy en día, la situación se ha tranquilizado y esta costumbre de los tatuajes y los tapones ha ido desapareciendo.
En el árido desierto del noreste de Namibia habita otra tribu curiosa.
Sus mujeres exhiben unos impactantes peinados cubiertos por una mezcla de resina aromática del arbusto amazumba, grasa animal y piedra roja molida.
Estos ungüentos les otorgan un brillante tono rojizo que simboliza la sangre, la fertilidad y la esencia de la vida.
Dicen que cada trenza cuenta su historia.
Si esa mujer está casada o soltera, si tiene hijos o no o si pertenece a una familia importante de la comunidad.
El peinado que lucen es como una especie de diario en donde cuentan su biografía.
Muchas de sus trenzas las alargan con extensiones de pelo de cabra.
Cuanto más grandes, gruesas y brillantes sean sus rastras más abundante y fértil será esa mujer, según sus creencias.
Nos desplazamos ahora con la tribu Miauo.
En las montañas de la provincia de Guiso, al sur de China, habita esta pequeña comunidad, de apenas 5.000 personas.
De forma parecida, los impresionantes peinados de sus mujeres pueden llegar a pesar hasta 6 kilos.
Para llevarlos a cabo, los envuelven con lana, lino y mechones de cabello de los antepasados femeninos de esa mujer.
Y todo se arma alrededor de una estructura que puede ser una pinza de madera o los cuernos de un animal.
Finalmente, todo el conjunto queda recorrido por una cinta blanca, en señal de pureza y respeto.
Las mujeres de la tribu Miao llevan los cabellos de sus antepasados con orgullo.
En señal de respeto y comunidad espiritual.
Cuando pensamos en una sonrisa perfecta, lo primero que se nos viene a la mente son unos dientes blancos, alineados y relucientes.
Sin embargo, en el antiguo Japón, esta concepción de la belleza era muy diferente.
Ellos practicaron el Ohaguro.
Y lucían con orgullo unos dientes ennegrecidos.
Durante siglos fue un símbolo de sofisticación, elegancia y estatus para ellos.
Durante el período Cofun, el negro era considerado un rasgo de belleza y distinción.
Las mujeres de la montaña se teñían los dientes con una mezcla, conocida como Canemisu.
La elaboraban con acetato férrico, vinagre y ojacete.
El resultado era el de una sonrisa tan oscura como el carbón.
Que contrastaba con la blancura inmaculada de su piel y sus coloridos kimonos.
Durante el período ‘Edo’ esta costumbre se consolidó entre las mujeres casadas.
Con suerte, los tiempos cambian.
La tribu Brockpa vive en las alejadas montañas del norte de la India.
Sus miembros lucen coronas de colores.
Todos ellos, sin importar su edad o su sexo.
Se las suelen poner hasta para trabajar la tierra bajo el sol ardiente.
Estas coronas son auténticas obras de arte.
Están adornadas con monedas cocidas, brochas de plata, pequeñas perlas nacaradas y algunas trenzas.
Cada una de estas partes cumple su función.
La trenza de siete colores protege de las enfermedades del sol o de los eclipses.
Los broches de plata alejan las malas influencias planetarias.
Las flores representan el amor y la prosperidad.
En resumen, que estas coronas son una forma de invocar suerte para una buena cosecha y tener una familia numerosa.
Y ahora cuéntanos.
¿Conocías algunos de estos estándares de belleza?
¿Cuál te ha impresionado más?
Al final, no hay un estándar perfecto de la belleza, solo miradas distintas.
Cuando entendamos que no hay ningún molde, dejaremos de deformarnos para intentar encajar.
Recordad que el mayor acto de belleza es atreverse a ser uno mismo.
Corea del Sur tiene la tasa de cirugías plásticas más alta del mundo.
Les gusta lucir una piel blanca como la porcelana.
Mientras que en Mauritania, las mujeres con unos kilos de más, son más valoradas que las que son delgadas.
En este vídeo veremos 15 estándares de belleza que nos demostrarán que todo es subjetivo.
Y que depende de la cultura y del ojo del que lo mire.
Empecemos con Corea del Sur.
La belleza sirve como un pasaporte del estatus social de las personas.
Dicen que es una nación muy competitiva y que la apariencia determina el trato que puedes recibir.
No sorprende el saber que es el país que ostenta la tasa más alta de cirugías plásticas per cápita del mundo.
El mercado de la belleza no para de crecer.
Desde mascarillas, cremas blanqueadoras, tónicos para aclarar la piel, protectores solares o tratamientos láser.
Todo vale para lograr esa piel blanca y luminosa que representa su ideal máximo de belleza.
Hace cientos de años, una piel blanca indicaba que esa persona pertenecía a una clase social alta.
Y que no necesitaba pasar largas jornadas de sol a sol para ganarse la vida.
En el presente, vemos estos estándares ultra blancos en los cantantes de K-Pop.
O en las series coreanas de moda.
Donde apreciamos una piel blanca como la nieve, narices pluscuamperfectas y una mandíbula en forma de B con sus ojos grandes.
En Asia es habitual la bleferoplastia.
Una cirugía que define el pliegue del párpado doble y agranda la mirada.
Por supuesto, también venden otros remedios para aparentar esos estándares.
Como lentes de contacto especiales o unos parches que agrandan visualmente el iris.
Para dar un acabado de muñeca.
La leyenda cuenta que las grandes empresas se fijan en la foto adjunta de los aspirantes a un puesto de trabajo.
Y rechazan de pleno a los que no cumplen con estos severos estándares de belleza.
Si no son lo bastante guapos o guapas, ni siquiera mirarán su formación.
Por eso, muchos estudiantes de secundaria ya sueñan con pagarse una buena cirugía.
Para modificar su apariencia y encajar en la sociedad que prima la belleza antes que los estudios.
Pero la belleza es un concepto muy subjetivo.
En otros lugares del planeta, los estándares son muy diferentes.
En Mauritania, en zonas de la región sahariana, en Marruecos…
Allí las mujeres con unos kilos extra son más valoradas.
Porque cumplen con los estándares de belleza y fertilidad.
Es más, a muchas niñas se las engorda con estrictas dietas hipercalóricas.
Se basan en la leche, mantequilla y carne.
Todo con tal de ganar peso rápidamente y de conseguir esa voluptuosa figura que les garantice el éxito.
Mientras tanto, en Corea del Sur están pasando hambre por las dietas.
Pasemos a la tribu Wodabade.
Altura imponente, cuerpos esbeltos, maquillaje vibrante y trajes de colores y detalles vibrantes.
En este caso, no son los estándares de la belleza femenina.
Aquí, los verdaderos protagonistas son los hombres y las mujeres son las juezas.
Ocurre durante el festival de Gregold.
En esta celebración, los desiertos de Nigeria o Camerún se transforman en una pasarela.
Esta tribu nómada es conocida por desafiar los roles tradicionales de género.
Porque aquí los hombres pasan días pintándose el rostro con arcilla roja, blanca y amarilla.
Adornando sus ojos con carbón para resaltarlos y hacer que parezcan grandes.
Y embelleciendo su apariencia con plumas, collares o tocados.
El propósito es de seducir a las mujeres que juzgaran su llamativa belleza.
Ellas observaran con atención cada gesto, cada movimiento durante sus danzas.
Unas agotadoras coreografías que pueden durar horas bajo un sol abrasador.
Lo más sorprendente es que las mujeres pueden elegir como amantes a cualquiera de los participantes.
Da igual si están casados o no.
Algo parecido ocurre en el festival Herwol.
Donde se celebra la fertilidad que traen las lluvias y tiene a la belleza masculina como protagonista.
Tayikistán.
Durante años, la uniceja ha sido vista como un símbolo de descuido en el mundo occidental.
En las revistas abundan los consejos y tratamientos para eliminarla.
Donde proponen la depilación con pinza o el uso del láser.
El término médico ‘cinofridia’ define la presencia de vello entre las cejas.
Sin embargo, este canon estético no siempre fue así.
En la antigua Grecia, una mujer con las cejas unidas era percibida como muy atractiva.
Dado que esa unión entre las cejas expresaba su inteligencia, carácter y pureza.
Ahora, en pleno siglo 21, esa misma concepción de la antigua Grecia sigue presente en Tayikistán.
En una remota nación montañosa en Asia central.
Las jóvenes que lucen las cejas unidas es que están listas para abandonar su soltería.
Incluso, recurren a un remedio tradicional para conseguir la uniceja.
Secan y trituran una planta local llamada Usma.
Luego la mezclan con agua y la aplican sobre las cejas.
Tras varios usos, la planta provoca que el vello comience a crecer en esa zona con rapidez.
Y ayuda a las mujeres a cumplir con ese estándar de belleza.
Ahora conozcamos a la tribu Caián.
Un grupo étnico originario de las regiones montañosas de Birmania y el norte de Tailandia.
Las mujeres jirafa usan unas pesadas espirales de latón alrededor del cuello, desde que son niñas.
Esta disposición hace que sus cuellos se alarguen.
Algunos alcanzan longitudes de entre 20 y 28 centímetros.
Los orígenes de esta tradición son muy remotos y se pierden en las brumas del tiempo.
Ciertos historiadores sostienen que estos anillos servían como protección contra los ataques de los tigres.
Ya que resguardan una zona vulnerable de su cuerpo.
Con el paso de los años, los cuellos largos se convirtieron en un reclamo.
El símbolo máximo de belleza y estatus dentro de esta comunidad.
Aunque algunos se aprovecharon de este particular canon.
Durante la década de 1930, las mujeres jirafas fueron exhibidas en algunos circos europeos.
Fueron tratadas como rarezas exóticas ante la mirada de un público occidental.
Hoy en día, la práctica de alargar el cuello está en declive.
Ya que muchas jóvenes buscan integrarse en la mayor parte de la sociedad actual.
A pesar de todo, algunas mujeres de la tribu Cayan continúan con esta tradición de los anillos como un acto de resistencia.
Viajemos a Irán.
Allí se han ganado el apodo de la capital mundial de la cirugía de la nariz.
Con más de 200.000 rinoplastias al año.
Superando en más de siete veces la tasa de operaciones de otros países, por ejemplo, de Estados Unidos.
Para muchos iraníes la forma de su nariz es determinante.
Y ha de ser armónica con el rostro.
Si es demasiado grande, afecta a su concepción de la belleza facial.
Por eso, miles de ellos y ellas pasan por el quirófano para lograr una nariz más pequeña, refinada y estilizada.
Y además, les encanta lucir su intervención.
En los barrios de clases altas es normal ver a los recién operados presumiendo de sus vendas en la napia.
Para presumir de su transformación.
Las mujeres suelen usar el hijab para tapar su cuerpo.
Y por ello invierten sus ahorros en embellecer la cara.
Volemos hacia Nueva Zelanda.
En la cultura maorí, el moco es el tatuaje tradicional en la barbilla de las mujeres.
Es más que un adorno, significa una manifestación artística del alma.
Los tatuajes tradicionales maoríes reciben el nombre de Tamoco.
Y siguen un arte ceremonial heredado de la Polinesia occidental.
Son grabados con una herramienta especial, la UI.
Que talla la piel y permite que la tinta se asiente en las hendiduras.
Normalmente los diseños de los tatuajes representan la genealogía, el linaje, los logros o el estatus de su portador.
El proceso de tatuarse es como un viaje espiritual en donde el receptor regresa al mundo de los ancestros y sale reformado.
En algunos lugares del mundo los tatuajes en la cara tienen mal prensa.
Y pueden ser interpretados como una moda carcelaria o de bandas.
Pero para los Maoríes son símbolos de belleza, respeto, sabiduría y poder.
De entre ellos, destaca el citado moco kawai en la cara.
Porque realza los rasgos faciales y representa la conexión de esa persona con su historia y su tierra.
En China, un antiguo proverbio dice que una piel blanca puede ocultar hasta lo más feo.
Y es uno de los estándares de belleza más arraigados entre su población.
El ideal de belleza femenino dicta que ellas deben tener la piel clara, una figura delicada, la voz suave y una presencia discreta.
Al igual que en el caso de Corea, esta costumbre se remonta a varios cientos de años atrás.
Las mujeres de la nobleza vivían recluidas en palacios, alejadas del trabajo físico bajo un sol de justicia.
En cambio, la piel morena y las manos curtidas eran más propias de los campesinos.
Este ideal ha alimentado toda una industria de productos blanqueadores.
Desde antiguas fórmulas con polvos de arroz, harina y ciertas flores, pasando por peligrosas mezclas con arsénico.
Todo valía para alcanzar esa piel de porcelana que marca la tradición.
Pero no basta con lograr una piel como el algodón, hay que cuidarla.
Por eso, muchas mujeres lucen sombrero, guantes o llevan una sombrilla para resguardarse del astro rey.
La Hena es un tinte natural de tonos rojizos y terrosos que deriva de las hojas secas de la planta guasuaina y nervis.
Es popular que las culturas del norte de África hasta el sur de Asia, pasando por Medio oriente, luzcan tatuajes de Hena.
Suelen hacerse estos tatuajes temporales para las bodas y en los festivales para celebraciones importantes.
Estas decoraciones guardan un simbolismo cultural y espiritual.
Piensan que otorga bendiciones, felicidad, suerte y belleza.
De hecho, en algunas bodas, las novias pasan días viendo cómo recubren su piel con este arte de Hena.
En países como la India, Pakistán o Bangladesh, esta práctica se llama Mendy y sigue su propio ritual.
La familia del novio tiene que entregar el tinte en una bandeja de plata.
Y tienen que hacer el tatuaje de Hena en las manos y pies de la novia.
Pasemos a Bali.
El Metata es uno de los rituales más importantes en la vida de los jóvenes hindúes de Bali, en Indonesia.
Es un ritual que marca su transición de la adolescencia a la edad adulta.
Con una profunda carga espiritual y social.
Les liman los colmillos.
Y esos dientes adoptan una forma puntiaguda.
Representando lo salvaje, los instintivo o animal.
Si un joven fallece antes de que le limen así sus dientes, la familia tendrá que completar este ritual, simbólicamente, en el cuerpo del fallecido antes de quemarlo.
Ya que gracias a este rito se abre el camino espiritual para su siguiente vida.
Según esta antigua tradición, los dientes representan a seis enemigos del alma humana: la lujuria, la codicia, la ira, el orgullo, los celos y la embriaguez.
Al limarlos, es como el símbolo de que esa persona domina esos impulsos negativos.
Además, ese ritual se realiza frente a la familia y la comunidad.
Acompañado de danzas, ofrendas y música.
La tribu Apatani, en las remotas montañas de Luna, al noreste de la India, es otra comunidad milenaria que ha mantenido su identidad cultural.
Se establecieron en el valle del Siro, a más de 3.000 metros de altura, donde sobreviven cosechando arroz para toda su comunidad.
En tiempos antiguos, las mujeres de esta tribu eran famosas por su belleza natural sin igual.
Lo cual provocó una ola de secuestros por parte de otras tribus vecinas.
En un intento desesperado por protegerlas, los hombres de esta tribu les tatuaron unas líneas oscuras.
Desde la frente hasta la barbilla.
Y les colocaron unos enormes tapones circulares en las fosas nasales para desfigurar su apariencia.
Sin embargo, ni siquiera con estas medidas consiguieron detener los secuestros de sus mujeres.
Hoy en día, la situación se ha tranquilizado y esta costumbre de los tatuajes y los tapones ha ido desapareciendo.
En el árido desierto del noreste de Namibia habita otra tribu curiosa.
Sus mujeres exhiben unos impactantes peinados cubiertos por una mezcla de resina aromática del arbusto amazumba, grasa animal y piedra roja molida.
Estos ungüentos les otorgan un brillante tono rojizo que simboliza la sangre, la fertilidad y la esencia de la vida.
Dicen que cada trenza cuenta su historia.
Si esa mujer está casada o soltera, si tiene hijos o no o si pertenece a una familia importante de la comunidad.
El peinado que lucen es como una especie de diario en donde cuentan su biografía.
Muchas de sus trenzas las alargan con extensiones de pelo de cabra.
Cuanto más grandes, gruesas y brillantes sean sus rastras más abundante y fértil será esa mujer, según sus creencias.
Nos desplazamos ahora con la tribu Miauo.
En las montañas de la provincia de Guiso, al sur de China, habita esta pequeña comunidad, de apenas 5.000 personas.
De forma parecida, los impresionantes peinados de sus mujeres pueden llegar a pesar hasta 6 kilos.
Para llevarlos a cabo, los envuelven con lana, lino y mechones de cabello de los antepasados femeninos de esa mujer.
Y todo se arma alrededor de una estructura que puede ser una pinza de madera o los cuernos de un animal.
Finalmente, todo el conjunto queda recorrido por una cinta blanca, en señal de pureza y respeto.
Las mujeres de la tribu Miao llevan los cabellos de sus antepasados con orgullo.
En señal de respeto y comunidad espiritual.
Cuando pensamos en una sonrisa perfecta, lo primero que se nos viene a la mente son unos dientes blancos, alineados y relucientes.
Sin embargo, en el antiguo Japón, esta concepción de la belleza era muy diferente.
Ellos practicaron el Ohaguro.
Y lucían con orgullo unos dientes ennegrecidos.
Durante siglos fue un símbolo de sofisticación, elegancia y estatus para ellos.
Durante el período Cofun, el negro era considerado un rasgo de belleza y distinción.
Las mujeres de la montaña se teñían los dientes con una mezcla, conocida como Canemisu.
La elaboraban con acetato férrico, vinagre y ojacete.
El resultado era el de una sonrisa tan oscura como el carbón.
Que contrastaba con la blancura inmaculada de su piel y sus coloridos kimonos.
Durante el período ‘Edo’ esta costumbre se consolidó entre las mujeres casadas.
Con suerte, los tiempos cambian.
La tribu Brockpa vive en las alejadas montañas del norte de la India.
Sus miembros lucen coronas de colores.
Todos ellos, sin importar su edad o su sexo.
Se las suelen poner hasta para trabajar la tierra bajo el sol ardiente.
Estas coronas son auténticas obras de arte.
Están adornadas con monedas cocidas, brochas de plata, pequeñas perlas nacaradas y algunas trenzas.
Cada una de estas partes cumple su función.
La trenza de siete colores protege de las enfermedades del sol o de los eclipses.
Los broches de plata alejan las malas influencias planetarias.
Las flores representan el amor y la prosperidad.
En resumen, que estas coronas son una forma de invocar suerte para una buena cosecha y tener una familia numerosa.
Y ahora cuéntanos.
¿Conocías algunos de estos estándares de belleza?
¿Cuál te ha impresionado más?
Al final, no hay un estándar perfecto de la belleza, solo miradas distintas.
Cuando entendamos que no hay ningún molde, dejaremos de deformarnos para intentar encajar.
Recordad que el mayor acto de belleza es atreverse a ser uno mismo.
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