Escuchar "El escandaloso caso de las cañitas X ERIC ULLOA & GABY"
Síntesis del Episodio
El escandaloso caso de las cañitas: la inquisición contra la relación homosexual entre Inés de Santa Cruz y Catalina Ledesma.
La terrible Inquisición española fue un tribunal eclesiástico creado por los Reyes católicos en 1478.
Su cometido fue el de defender la ortodoxia católica y combatir la herejía.
Por lo tanto persiguieron a todos aquellos que practicasen actos ‘contra natura’ según sus creencias.
Ellos consideraban que las parejas homosexuales perpetraban estos actos de ‘pecado nefando’ que suponían una amenaza contra los valores cristianos.
Las lesbianas eran forzadas a llevar un sambenito.
Una túnica amarilla que las señalaba públicamente como herejes.
Uno de los primeros casos y de los más documentados fue el de Catalina de Belunza.
Una beata arrestada en Logroño en 1571 por haber mantenido relaciones con mujeres a lo largo de 30 años.
Así que el ‘blasfómetro’ marcó niveles muy altos.
Aunque el caso más sonado de su época fue el llamado ‘de las cañitas’.
Así denominaron popularmente a Inés de Santa Cruz y a Catalina Ledesma.
Aunque la cosa no va de tomar unas birras, precisamente.
Conozcamos su sacrilegio.
Inés era una religiosa de alta cuna, con contactos en la chancillería de Valladolid.
Llegó al cargo de priora en su convento y adquirió fama de beata.
Por otra parte, Catalina era una mujer casada, analfabeta y que trabajaba como sirvienta.
Sus amores causaron un gran revuelto tanto en Valladolid como en Salamanca entre el 1601 y el 1603.
Fueron condenadas a azotes y al destierro.
Sin embargo, finalmente obtuvieron el perdón real.
En las actas de su proceso la inquisición emplea un lenguaje muy descriptivo para referirse a sus actos pecaminosos.
Y las llama ‘bujarronas’.
Se dice que usaban una especie de consolador, la ‘caña’.
De ahí el sobrenombre de las cañitas.
En el informe consta que: trataba la una a la otra con un artificio de caña en forma de natura de hombre.
Con sus manos se abrían la natura y derramaban las simientes de sus cuerpos.
Y este hecho es público y notorio entre las personas que las conocen.
En general, la Inquisición trataba estas desviaciones escandalosos como una amenaza para el orden ‘social, moral y natural’.
Aquella pareja transgredió los roles de género tradicionales.
Desafiando el modelo patriarcal de mujer casta y sumisa.
En aquellos años, el lesbianismo era menos visible pero seguía siendo visto igual de aberrante que la sodomía masculina.
Tonterías las justas.
En la España del siglo 16, la sodomía era un delito grave que se penaba hasta con la pena de muerte.
Normalmente achacaban este mal a una relación entre hombres.
La Inquisición razonaba que la mujer era de naturaleza más fría y esto reducía su libido y su capacidad de cometer pecado.
El Tribunal Supremo Inquisitorial de Madrid de 1560 no reconocía casos de lesbianismo sin que mediara: algún elemento que hiciera el papel del miembro masculino.
De Sodomia Tractatus, una singular obra del padre franciscano Sinistrati D’Ameno, nos muestra los pormenores de la construcción doctrinal del delito de sodomía.
Asimilada al yerro de la lujuria, al delito de lesa majestad y junto al coito interrumpido o al bestialismo…
En fin, era una actividad penada porque no iba encaminada a la procreación.
En dicho tratado Sinistrati afirma que no todas las mujeres pueden ser penadas por Sodomía.
Sólo a aquellas a las que la naturaleza haya dotado de un nymphium, órgano venéreo del deleite, un dulzor de amor o un tábano de Venus.
Resumiendo, de un clítoris de toda la vida.
Además, este órgano tenía que ser ‘bastante pronunciado’ para operar como un pecaminoso ‘miembro viril’.
El tratado aseguraba que estas mujeres eran propensas a ser influenciadas por el diablo y a caer en la herejía y en la apostasía.
Sin duda, la obra ilustra la represión y el control que ejercía la iglesia sobre la vida privada de las personas en aquellos años.
Según las actas conocidas, hubo alrededor de 200 juicios por lesbianismo registrados por la Inquisición española entre los siglos 15 y 16.
La Inquisición española existió hasta 1834, cuando fue abolida por el gobierno de Francisco Martínez de la Rosa.
Estas dos amantes, mártires de la incomprensión, pasaron por tres procesos inquisitoriales desde 1603 hasta el 1606.
Y cada uno de ellos fue más duro y humillante.
Inés y Catalina fueron azotadas y ultrajadas en público antes de su destierro.
Por suerte su historia de amor imposible termina cuando les concedieron el perdón real.
El imperio del miedo cayó; su historia, en cambio, sigue en pie desafiando al tiempo.
— Las condenaron por amar. La historia, en cambio, las absuelve para siempre.
La terrible Inquisición española fue un tribunal eclesiástico creado por los Reyes católicos en 1478.
Su cometido fue el de defender la ortodoxia católica y combatir la herejía.
Por lo tanto persiguieron a todos aquellos que practicasen actos ‘contra natura’ según sus creencias.
Ellos consideraban que las parejas homosexuales perpetraban estos actos de ‘pecado nefando’ que suponían una amenaza contra los valores cristianos.
Las lesbianas eran forzadas a llevar un sambenito.
Una túnica amarilla que las señalaba públicamente como herejes.
Uno de los primeros casos y de los más documentados fue el de Catalina de Belunza.
Una beata arrestada en Logroño en 1571 por haber mantenido relaciones con mujeres a lo largo de 30 años.
Así que el ‘blasfómetro’ marcó niveles muy altos.
Aunque el caso más sonado de su época fue el llamado ‘de las cañitas’.
Así denominaron popularmente a Inés de Santa Cruz y a Catalina Ledesma.
Aunque la cosa no va de tomar unas birras, precisamente.
Conozcamos su sacrilegio.
Inés era una religiosa de alta cuna, con contactos en la chancillería de Valladolid.
Llegó al cargo de priora en su convento y adquirió fama de beata.
Por otra parte, Catalina era una mujer casada, analfabeta y que trabajaba como sirvienta.
Sus amores causaron un gran revuelto tanto en Valladolid como en Salamanca entre el 1601 y el 1603.
Fueron condenadas a azotes y al destierro.
Sin embargo, finalmente obtuvieron el perdón real.
En las actas de su proceso la inquisición emplea un lenguaje muy descriptivo para referirse a sus actos pecaminosos.
Y las llama ‘bujarronas’.
Se dice que usaban una especie de consolador, la ‘caña’.
De ahí el sobrenombre de las cañitas.
En el informe consta que: trataba la una a la otra con un artificio de caña en forma de natura de hombre.
Con sus manos se abrían la natura y derramaban las simientes de sus cuerpos.
Y este hecho es público y notorio entre las personas que las conocen.
En general, la Inquisición trataba estas desviaciones escandalosos como una amenaza para el orden ‘social, moral y natural’.
Aquella pareja transgredió los roles de género tradicionales.
Desafiando el modelo patriarcal de mujer casta y sumisa.
En aquellos años, el lesbianismo era menos visible pero seguía siendo visto igual de aberrante que la sodomía masculina.
Tonterías las justas.
En la España del siglo 16, la sodomía era un delito grave que se penaba hasta con la pena de muerte.
Normalmente achacaban este mal a una relación entre hombres.
La Inquisición razonaba que la mujer era de naturaleza más fría y esto reducía su libido y su capacidad de cometer pecado.
El Tribunal Supremo Inquisitorial de Madrid de 1560 no reconocía casos de lesbianismo sin que mediara: algún elemento que hiciera el papel del miembro masculino.
De Sodomia Tractatus, una singular obra del padre franciscano Sinistrati D’Ameno, nos muestra los pormenores de la construcción doctrinal del delito de sodomía.
Asimilada al yerro de la lujuria, al delito de lesa majestad y junto al coito interrumpido o al bestialismo…
En fin, era una actividad penada porque no iba encaminada a la procreación.
En dicho tratado Sinistrati afirma que no todas las mujeres pueden ser penadas por Sodomía.
Sólo a aquellas a las que la naturaleza haya dotado de un nymphium, órgano venéreo del deleite, un dulzor de amor o un tábano de Venus.
Resumiendo, de un clítoris de toda la vida.
Además, este órgano tenía que ser ‘bastante pronunciado’ para operar como un pecaminoso ‘miembro viril’.
El tratado aseguraba que estas mujeres eran propensas a ser influenciadas por el diablo y a caer en la herejía y en la apostasía.
Sin duda, la obra ilustra la represión y el control que ejercía la iglesia sobre la vida privada de las personas en aquellos años.
Según las actas conocidas, hubo alrededor de 200 juicios por lesbianismo registrados por la Inquisición española entre los siglos 15 y 16.
La Inquisición española existió hasta 1834, cuando fue abolida por el gobierno de Francisco Martínez de la Rosa.
Estas dos amantes, mártires de la incomprensión, pasaron por tres procesos inquisitoriales desde 1603 hasta el 1606.
Y cada uno de ellos fue más duro y humillante.
Inés y Catalina fueron azotadas y ultrajadas en público antes de su destierro.
Por suerte su historia de amor imposible termina cuando les concedieron el perdón real.
El imperio del miedo cayó; su historia, en cambio, sigue en pie desafiando al tiempo.
— Las condenaron por amar. La historia, en cambio, las absuelve para siempre.
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