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Síntesis del Episodio
Cyborgs. Transhumanos 2.0
Cada vez habrá más cyborgs humanos, caminando por el mundo.
La hibridación entre biología y tecnología será nuestro siguiente paso en la historia evolutiva.
En los últimos años se han llevado a cabo convenciones sobre biohackers, ciborgs y transhumanismo.
El término ‘cibernética’ fue acuñado por Norbert Wiener en 1948 y los ciborgs llevan campando a sus anchas en la cultura desde, al menos, 1966.
Algunos especialistas citan al Homo Habilis como el primer ciborg primitivo.
El primer animal capaz de usar una ‘extensión natural’ para adaptarse al mundo.
Herramientas, utensilios para cazar…
De ahí hemos pasado a ver gente con sensores bio integrados.
Estos sensores pueden medir las constantes vitales o registrar datos en tiempo real.
En el 2017 la empresa norteamericana de software Three Square Market anunció lo siguiente:
Que los empleados que quisieran podrían implantarse unos chips especiales para abrir puertas, acceder a ordenadores, pagar la compra o hacer fotocopias.
En Europa, el profesor de cibernética Kevin Warwick se implantó en el 2002 una interfaz neuronal conectada a su nervio mediano.
Constaba de 100 electrodos y le permitía controlar un brazo mecánico a través de internet.
Neil Harbisson es muy consciente de los retos tecnológicos, legales y sociales de ser el primer humano reconocido como ‘ciborg’.
Pero sólo por el gobierno británico.
Neil lleva una antena implantada en el cráneo.
Junto a Moon Ribas, crearon en el 2010 la fundación Cyborg, con sede en Mataró.
Para ayudar a los humanos a dar el paso.
De momento, no han conseguido avances significativos.
Las modificaciones corporales médicas sigue siendo un tema muy polémico y difícil.
Tan polémico como el caso de un estadounidense de 17 años que sufría de: desorden de identidad de la integridad corporal.
Así que decidió voluntariamente amputarse una pierna sana.
Eso sí, se tuvo que ir a un país asiático para hacer la amputación de manera clandestina.
Se convirtió en minusválido por elección propia y ahora dice que se siente más feliz.
Además, vivimos en un mundo en el que ya existen personas alteradas genéticamente.
Tanto Anastasia Synn como Len Noe se sienten transhumanos.
Llevan más de 50 microchips implantados en sus cuerpos y les permiten varias funcionalidades prácticas: abrir puertas, pagar, identificarse…
Ciertos expertos ya han dados sus predicciones en el campo de los cyborgs.
En las próximas décadas veremos chips implantados directamente en el cerebro.
Para aumentar las capacidades cognitivas, memoria, procesamiento, buscar información.
Incluso con conexión a la IA.
El peligro es que estos implantes pueden ser hackeados.
Esto daría origen a un mercado de ‘upgrades’.
Que vendiera un poco de todo, desde mejoras corporales, implantes para mejorar la visión, la audición o la percepción.
Pasando por interfaces para trabajar con la IA.
De nuevo surge un problema agravado con la privacidad mental.
¿Quién controlaría esos datos generados?
Las leyes y la sociedad tardarán un tiempo en reconocer las modificaciones cibernéticas.
Sin olvidarnos del debate ético.
Hasta dónde es válido modificar un cuerpo por gusto o para mejorar algunas cosas.
El transhumanismo aspira a intervenir en varios niveles:
En el genético, con la edición genética.
Para, por ejemplo, alargar los telómeros y retrasar el envejecimiento.
En el neuronal, con nanoimplantes que potencien nuestras capacidades cognitivas.
Y por último, emplear la criogenización para congelar nuestro cadáver.
Con el fin de que algún día, si conseguimos la tecnología necesaria, se pueda resucitar.
Y si hace falta, sueñan con subir sus datos, experiencias y pensamientos a la nube.
Para que su rastro sea inmortal.
No sabemos si llegarán los seres humanos aumentados y mejorados.
La versión 2.0.
Pero mientras, la tecnología para mejorarnos como especie, no deja de progresar.
Cada vez habrá más cyborgs humanos, caminando por el mundo.
La hibridación entre biología y tecnología será nuestro siguiente paso en la historia evolutiva.
En los últimos años se han llevado a cabo convenciones sobre biohackers, ciborgs y transhumanismo.
El término ‘cibernética’ fue acuñado por Norbert Wiener en 1948 y los ciborgs llevan campando a sus anchas en la cultura desde, al menos, 1966.
Algunos especialistas citan al Homo Habilis como el primer ciborg primitivo.
El primer animal capaz de usar una ‘extensión natural’ para adaptarse al mundo.
Herramientas, utensilios para cazar…
De ahí hemos pasado a ver gente con sensores bio integrados.
Estos sensores pueden medir las constantes vitales o registrar datos en tiempo real.
En el 2017 la empresa norteamericana de software Three Square Market anunció lo siguiente:
Que los empleados que quisieran podrían implantarse unos chips especiales para abrir puertas, acceder a ordenadores, pagar la compra o hacer fotocopias.
En Europa, el profesor de cibernética Kevin Warwick se implantó en el 2002 una interfaz neuronal conectada a su nervio mediano.
Constaba de 100 electrodos y le permitía controlar un brazo mecánico a través de internet.
Neil Harbisson es muy consciente de los retos tecnológicos, legales y sociales de ser el primer humano reconocido como ‘ciborg’.
Pero sólo por el gobierno británico.
Neil lleva una antena implantada en el cráneo.
Junto a Moon Ribas, crearon en el 2010 la fundación Cyborg, con sede en Mataró.
Para ayudar a los humanos a dar el paso.
De momento, no han conseguido avances significativos.
Las modificaciones corporales médicas sigue siendo un tema muy polémico y difícil.
Tan polémico como el caso de un estadounidense de 17 años que sufría de: desorden de identidad de la integridad corporal.
Así que decidió voluntariamente amputarse una pierna sana.
Eso sí, se tuvo que ir a un país asiático para hacer la amputación de manera clandestina.
Se convirtió en minusválido por elección propia y ahora dice que se siente más feliz.
Además, vivimos en un mundo en el que ya existen personas alteradas genéticamente.
Tanto Anastasia Synn como Len Noe se sienten transhumanos.
Llevan más de 50 microchips implantados en sus cuerpos y les permiten varias funcionalidades prácticas: abrir puertas, pagar, identificarse…
Ciertos expertos ya han dados sus predicciones en el campo de los cyborgs.
En las próximas décadas veremos chips implantados directamente en el cerebro.
Para aumentar las capacidades cognitivas, memoria, procesamiento, buscar información.
Incluso con conexión a la IA.
El peligro es que estos implantes pueden ser hackeados.
Esto daría origen a un mercado de ‘upgrades’.
Que vendiera un poco de todo, desde mejoras corporales, implantes para mejorar la visión, la audición o la percepción.
Pasando por interfaces para trabajar con la IA.
De nuevo surge un problema agravado con la privacidad mental.
¿Quién controlaría esos datos generados?
Las leyes y la sociedad tardarán un tiempo en reconocer las modificaciones cibernéticas.
Sin olvidarnos del debate ético.
Hasta dónde es válido modificar un cuerpo por gusto o para mejorar algunas cosas.
El transhumanismo aspira a intervenir en varios niveles:
En el genético, con la edición genética.
Para, por ejemplo, alargar los telómeros y retrasar el envejecimiento.
En el neuronal, con nanoimplantes que potencien nuestras capacidades cognitivas.
Y por último, emplear la criogenización para congelar nuestro cadáver.
Con el fin de que algún día, si conseguimos la tecnología necesaria, se pueda resucitar.
Y si hace falta, sueñan con subir sus datos, experiencias y pensamientos a la nube.
Para que su rastro sea inmortal.
No sabemos si llegarán los seres humanos aumentados y mejorados.
La versión 2.0.
Pero mientras, la tecnología para mejorarnos como especie, no deja de progresar.
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