Escuchar "Un cuadro misterioso: La loca de Ètretat."
Síntesis del Episodio
Un cuadro misterioso: La loca de Ètretat.
Una mujer sostiene entre sus brazos lo que parece ser un bebé.
Pero no lo es.
Es un tronco de madera envuelto en mantas.
Lo más inquietante de esa pintura es su mirada.
Parece que alberga pensamientos inquietantes y su mente anda dispersa.
Quizás por eso, el artista la tituló: La loca de Ètretat.
Este cuadro fue creado en 1871.
Ha desconcertado a los que lo observan.
¿Es una madre que perdió a su hijo?
¿O una mujer que deseaba tanto ser madre, que perdió el contacto con la realidad?
A lo mejor no es nada de eso.
Muchos lo interpretan como un mensaje político.
Para entenderlo, debemos de conocer antes su contexto.
Hugues Merle fue un pintor francés del siglo 19.
Solía pintar escenas sentimentales y delicadas.
Madres amorosas, niños dormidos en sus brazos o mujeres contemplativas, bañadas en una luz suave.
Hasta que en 1871 su perspectiva cambió.
Francia sufrió una gran crisis y eso animó a este pintor a realizar la loca de Étretat.
Una mujer descalza y despeinada.
Sola, junto a un pozo, acunando un trozo de madera, como si fuese su hijo.
Una fractura con todo lo que había pintado antes.
Hoy, este cuadro se conserva en el Museo de Arte en Chrysler, Virginia, en Estados Unidos.
Aunque pasó años olvidado, formando parte de colecciones privadas.
Es la obra más oscura, emocional y política de su creador.
La situó en Étretat, un pueblo real del norte de Francia.
Una pequeña localidad costera, famosa por sus acantilados blancos, sus cielos grises…
Y por haber inspirado a docenas de pintores, como Monet.
Y va y justo allí, nos sitúa a esta mujer.
Sentada al borde de un pozo, descalza y con la ropa desgarrada.
Su pelo, suelto y salvaje, como si nadie lo hubiera domado desde hace tiempo.
Pero lo más incómodo es el tronco de madera que sostiene entre los brazos.
Envuelto en mantas y con un pequeño gorrito de…recién nacido.
Lo acuna y lo protege.
Ahora fijaros en sus ojos.
No llora, no grita, simplemente nos mira fijamente.
El blanco de sus ojos se ve claramente, por debajo del iris.
Algunos lo interpretan como una señal de desequilibrio interno.
Un mal presagio.
Una mirada incómoda acorde con su cuerpo.
Todo en ella transmite tensión.
Los nudillos apretados, las venas hinchadas, los pies sucios o los músculos tensos.
Como si contuviera el miedo o la furia.
¿O representa el estado de ánimo de Francia en aquellos años?
En 1871 Francia acababa de perder la guerra contra Prusia.
La derrota supuso mucho más que despedirse de sus territorios en Alsacia o Lorena, ya que les dejó una herida emocional profunda.
A todo ello se le unió la Comuna de París.
Una revuelta que terminó con amargas divisiones entre los propios franceses.
Así que el sentimiento general fue de incertidumbre y desilusión.
En este contexto es donde aparece esta figura femenina sola, desorientada.
Aferrándose a algo que ya no está.
Refiriéndose a esa desolación por la pérdida nacional de tantas cosas.
Aunque el pintor nunca dejó una explicación oficial sobre quién era esa mujer o lo que pretendía representar.
No sabemos si fue real y el pintor la vió y retrató así.
O si fue el producto de su imaginación.
Un personaje simbólico para retratar ese duelo.
En el presente, ahí sigue, con esa mirada y ese sentir de angustia.
Mirándonos fijamente para que nunca olvidemos su historia.
Una mujer sostiene entre sus brazos lo que parece ser un bebé.
Pero no lo es.
Es un tronco de madera envuelto en mantas.
Lo más inquietante de esa pintura es su mirada.
Parece que alberga pensamientos inquietantes y su mente anda dispersa.
Quizás por eso, el artista la tituló: La loca de Ètretat.
Este cuadro fue creado en 1871.
Ha desconcertado a los que lo observan.
¿Es una madre que perdió a su hijo?
¿O una mujer que deseaba tanto ser madre, que perdió el contacto con la realidad?
A lo mejor no es nada de eso.
Muchos lo interpretan como un mensaje político.
Para entenderlo, debemos de conocer antes su contexto.
Hugues Merle fue un pintor francés del siglo 19.
Solía pintar escenas sentimentales y delicadas.
Madres amorosas, niños dormidos en sus brazos o mujeres contemplativas, bañadas en una luz suave.
Hasta que en 1871 su perspectiva cambió.
Francia sufrió una gran crisis y eso animó a este pintor a realizar la loca de Étretat.
Una mujer descalza y despeinada.
Sola, junto a un pozo, acunando un trozo de madera, como si fuese su hijo.
Una fractura con todo lo que había pintado antes.
Hoy, este cuadro se conserva en el Museo de Arte en Chrysler, Virginia, en Estados Unidos.
Aunque pasó años olvidado, formando parte de colecciones privadas.
Es la obra más oscura, emocional y política de su creador.
La situó en Étretat, un pueblo real del norte de Francia.
Una pequeña localidad costera, famosa por sus acantilados blancos, sus cielos grises…
Y por haber inspirado a docenas de pintores, como Monet.
Y va y justo allí, nos sitúa a esta mujer.
Sentada al borde de un pozo, descalza y con la ropa desgarrada.
Su pelo, suelto y salvaje, como si nadie lo hubiera domado desde hace tiempo.
Pero lo más incómodo es el tronco de madera que sostiene entre los brazos.
Envuelto en mantas y con un pequeño gorrito de…recién nacido.
Lo acuna y lo protege.
Ahora fijaros en sus ojos.
No llora, no grita, simplemente nos mira fijamente.
El blanco de sus ojos se ve claramente, por debajo del iris.
Algunos lo interpretan como una señal de desequilibrio interno.
Un mal presagio.
Una mirada incómoda acorde con su cuerpo.
Todo en ella transmite tensión.
Los nudillos apretados, las venas hinchadas, los pies sucios o los músculos tensos.
Como si contuviera el miedo o la furia.
¿O representa el estado de ánimo de Francia en aquellos años?
En 1871 Francia acababa de perder la guerra contra Prusia.
La derrota supuso mucho más que despedirse de sus territorios en Alsacia o Lorena, ya que les dejó una herida emocional profunda.
A todo ello se le unió la Comuna de París.
Una revuelta que terminó con amargas divisiones entre los propios franceses.
Así que el sentimiento general fue de incertidumbre y desilusión.
En este contexto es donde aparece esta figura femenina sola, desorientada.
Aferrándose a algo que ya no está.
Refiriéndose a esa desolación por la pérdida nacional de tantas cosas.
Aunque el pintor nunca dejó una explicación oficial sobre quién era esa mujer o lo que pretendía representar.
No sabemos si fue real y el pintor la vió y retrató así.
O si fue el producto de su imaginación.
Un personaje simbólico para retratar ese duelo.
En el presente, ahí sigue, con esa mirada y ese sentir de angustia.
Mirándonos fijamente para que nunca olvidemos su historia.
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