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Síntesis del Episodio
Los Misterios del Manuscrito Voynich las últimas técnicas y teorías.
En este vídeo, simplemente expondré algunas de las últimas teorías y técnicas sobre el misterioso Manuscrito Voynich.
Una serie de expertos cree que fue creado por un médico judío.
Su autor, por tanto, no fue un espía, ni un soldado, ni un clérigo ni tampoco un alienígena.
Este misterioso doctor habría vivido en la Italia del siglo 15.
En el libro aparecen representadas unas mujeres desnudas, bañándose en extraños recipientes circulares.
Unas escenas, que podrían señalar al Mikveh, un ritual de purificación judío.
Además, los dibujos de murallas y fortificaciones, evocan los paisajes europeos de aquella época.
Sin embargo, no hay nada confirmado aún.
El texto no sería un idioma real, sino un código médico secreto.
Las abreviaciones latinas ocultarían fórmulas sobre plantas medicinales antiguas.
El texto podría estar cifrado en alfagramas.
Es decir, con letras mezcladas y las vocales omitidas.
Posiblemente, partieron del hebreo para escribirlo.
Por ejemplo: aq significaría aqua, agua.
Mientras que ‘Dq’ representaría decoctio, una preparación herbal específica.
Ris sería ‘radix’ la palabra latina ‘raíz’.
Este sistema críptico recuerda al Herbarium Apuleius Platonicus medieval.
Un herbario que usaba unas técnicas de codificación parecidas.
Los médicos protegían celosamente sus conocimientos botánicos más preciados.
El citado herbario fue ampliamente usado en la Europa medieval como un manual para identificar plantas y preparar remedios.
Se trata de una recopilación anónima basada en textos médicos de la antigüedad.
Muchas de estas recetas eran la herencia del saber grecorromano y árabe.
Se transmitía a través de monasterios y universidades.
Este herbario aparecía con abreviaturas y códigos para ocultar parte de su información.
Mediante este cifrado lo protegían de copias no autorizadas, del uso de personas no formadas o para que los aprendices no lo difundieran sin permiso.
Detrás había un interés económico.
El conocimiento botánico y farmacéutico era una fuente de ingresos importante.
Las plantas medicinales eran la base de la mayor parte de los tratamientos disponibles.
No había medicamentos sintéticos.
Todo provenía de las hierbas, raíces, flores, cortezas o minerales.
Este saber convertía a los médicos y boticarios en figuras indispensables para los nobles, mercaderes o para su comunidad.
Los remedios eficaces se vendían a precios altos.
Muchos boticarios y médicos conservaban sus fórmulas en secreto para obtener beneficios.
Este conocimiento y las fórmulas pasaban de maestro a discípulo o de padres a hijos.
En definitiva, los que hacían fórmulas eficaces y guardaban el secreto podían vivir bien.
Con prestigio y una clientela fiel.
Algunas plantas prohibidas o de uso restringido como la ruda o el beleño se aplicaban como anticonceptivos o analgésicos potentes.
El comercio de estas fórmulas requería tener una red de contactos segura.
El conocimiento botánico y farmacéutico no solo salvaba vidas sino que aseguraba influencias políticas.
Y todo eso, había que codificarlo.
Proteger ese conocimiento era asegurarse un negocio que podía mantener a familias enteras durante generaciones.
O servir como un código interno para una red cerrada de médicos y boticarios.
Con todo, el Voynichés es un sistema aún más complejo y deliberadamente confuso.
En el siglo 15 la medicina y la botánica no eran disciplinas completamente libres.
Ciertos remedios, sobre todo los relacionados con la salud femenina, la anticoncepción o los abortivos, eran considerados peligrosos y heréticos.
Si las autoridades eclesiásticas descubrían a alguien con estos escritos le podían acusar de brujería o herejía.
Por eso, si el autor del Voynich pretendió plasmar recetas ginecológicas, afrodisíacas o anticonceptivas, se estaba jugando el pellejo.
Se jugaba el terminar siendo juzgado por la inquisición y que estos confiscasen sus bienes, lo encarcelaran o lo ejecutaran.
El cifrado Voyniches habría sido su seguro de vida.
Para una red de botánicos, alquimistas y doctores comprometidos con este saber, el poder proteger y transmitir este conocimiento, era fundamental.
Aunque se jugasen la vida o la reputación.
En el siglo 15 la medicina seguía dominada por la teoría humoral galénica.
Consistente en equilibrar la sangre, la bilis la flema y la melancolía.
El diagnóstico y el tratamiento giraban en torno a la práctica de sangrías, purgas, dietas y otros remedios para restaurar ese equilibrio.
Las universidades italianas de Padua y Perugia eran centros de prestigio.
Muchos médicos judíos solían conocer los textos latinos, árabes y hebreos para estudiar las distintas tradiciones médicas.
A modo de ejemplo: la tradición islámica aportó la farmacología, la formulación o los plantarios.
La astronomía y la astrología estaban integradas en la medicina de ese momento.
Las fases lunares o las posiciones planetarias servían para guiar las sangrías y a otros tratamientos.
De hecho, los manuales médicos solían mostrar a un hombre zodiacal.
Indicaba cuándo tratar cada parte del cuerpo según el zodiaco.
La elaboración de remedios era artesanal: infusiones, emplastos, electuarios o ungüentos y pomadas, era lo habitual.
Sus ingredientes mezclaban plantas locales con especias exóticas.
Los remedios íntimos eran confidenciales para proteger la reputación, la economía o por el riesgo legal y religioso.
La iglesia solían vigilar los saberes médicos que afectaban a la procreación.
De ahí que existiera un incentivo justificado para codificar las recetas y proteger los secretos profesionales médicos.
Para ocultarlo recurrían a: abreviaturas, siglas, convenciones, recursos gráficos, símbolos, diagramas, figuras o metáforas.
Existían diversos herbarios secretos.
Esto encaja con la hipótesis de que el autor del manuscrito Voynich fuese un médico judío italiano.
Ya que tendría conocimientos suficientes para acceder a textos árabes, latinos y hebreos.
Y sabría cómo codificar esa información.
En síntesis, hemos visto que la medicina del siglo 15 era una fusión de técnica, ritual y práctica.
Uniendo a Galeno con la tradición árabe, la astrología y el arte de la codificación.
Los médicos estudiaban los movimientos planetarios para encontrar el mejor momento a la hora de recolectar plantas, preparar los medicamentos o aplicar el tratamiento.
La idea central era que los cuerpos celestes influían directamente en los humores del cuerpo humano, en la salud.
Cada signo zodiacal estaba vinculado a una parte del cuerpo.
Por ejemplo: Aries con la cabeza, Leo con el corazón o Libra con los riñones…
En este supuesto, los diagramas astrológicos codificados aconsejaban cuándo y cómo usar ciertas plantas.
Una receta medicinal no era solo una lista de ingredientes sino que venía con un calendario para su aplicación basado en la astrología médica.
Los médicos judíos solían heredar las tablas astronómicas de la tradición árabe-andalusí.
Que eran más precisas.
El hinojo, la ruda, el poleo o la artemisa se usaban en la ginecología medieval para regular la menstruación o los abortivos encubiertos.
Su uso estaba perseguido por las autoridades eclesiásticas.
Las cortes y familias adineradas demandaban tónicos de longevidad, filtros de amor o medicamentos para la fertilidad.
Estos preparados eran un lujo y un símbolo de estatus: la mejor medicina diferenciaba a las élites del resto.
William F. Friedman sugiere que el Voynichés es una lengua artificial construida.
Un conlang, pensado para ocultar este conocimiento.
Para preservar las recetas médicas o botánicas de la censura, la inquisición o de personas no autorizadas.
El Voynichés sería así un lenguaje técnico cifrado pensado para ser entendido dentro de una comunidad muy restringida.
Un conlang que mezcló elementos del latín, del hebreo o de lenguas vernáculas, alterando la ortografía y omitiendo las partes clave, para despistar.
El Voynichés no se hablaría, solo serviría para este fin, ocultar este contenido.
Esta comunidad restringida partiría del latín médico, con préstamos del hebreo o del árabe.
Idiomas comunes en la medicina medieval.
Luego pudieron eliminar las vocales, como en el hebreo escrito.
Alterar el orden de las letras en las palabras principales, creando alfagramas.
O usar abreviaturas médicas medievales.
Incluso, cada palabra o concepto médico relevante presentaría un nombre en clave inventado, incomprensible para los de fuera.
Además, los símbolos astrológicos, las frases mágicas o los diagramas cosmológicos servirían para despistar.
En conjunto, darían la impresión de estar ante un texto esotérico.
Un texto que ocultaba la verdadera intención de este conocimiento cifrado.
Otros expertos plantean que la esteganografía guarda una información oculta en sus trazos.
Para proteger recetas sensibles.
Los secretos estarían escondidos en segundas letras o formas específicas.
Y revestido de una capa de misticismo.
Otros creen que la anatomía femenina servía para explicar procesos botánicos complejos.
El manuscrito contendría información sobre la medicina ginecológica medieval.
Unos saberes muy perseguidos.
Demasiado, como para exponerlos abiertamente.
La reciente fotografía multiespectral reveló que hay textos ocultos en las páginas iniciales.
En concreto, tres columnas secretas, aparecieron bajo la superficie del pergamino.
Dos, contenían alfabetos latinos y la tercera muestra el enigmático voynichés.
Parece ser que alguien del siglo 17 intentó crear una tabla para su descifrado.
El comportamiento estadístico del idioma del manuscrito imita a las lenguas naturales auténticas.
No es un galimatías aleatorio sino que contiene patrones lingüísticos complejos y deliberados.
Lisa Fagin Davis lidera estas nuevas investigaciones desde la Universidad de Yale.
Claire Bowern aplica la lingüística computacional para descifrar sus patrones ocultos.
Una investigación del 2024 vincula al manuscrito con Johannes Hartlieb, un médico alemán medieval.
Y contendría conocimientos cifrados sobre la reproducción y el cuerpo femenino, en este caso.
Los mejores criptógrafos de la historia se han empeñado en comprenderlo.
De momento, sin éxito.
Johannes Hartlieb fue un médico bávaro que sirvió en la corte de Baviera y Austria a mediados del 1.400.
Escribió sobre hierbas, astrología, magia, salud femenina y baños terapéuticos.
En estos escritos empleó letras secretas y cifradas para ocultar las recetas que tenían que ver con la anticoncepción o el aborto.
Por ejemplo: evito mencionar claramente los ünguentos posparto, las posiciones reproductivas, las dietas sobre la libido o las plantas abortivas.
Sin duda, ciertos saberes eran peligrosos entonces.
De momento, a día de hoy seguimos sin saber responder a las incógnitas del Manuscrito Voynich.
En este vídeo, simplemente expondré algunas de las últimas teorías y técnicas sobre el misterioso Manuscrito Voynich.
Una serie de expertos cree que fue creado por un médico judío.
Su autor, por tanto, no fue un espía, ni un soldado, ni un clérigo ni tampoco un alienígena.
Este misterioso doctor habría vivido en la Italia del siglo 15.
En el libro aparecen representadas unas mujeres desnudas, bañándose en extraños recipientes circulares.
Unas escenas, que podrían señalar al Mikveh, un ritual de purificación judío.
Además, los dibujos de murallas y fortificaciones, evocan los paisajes europeos de aquella época.
Sin embargo, no hay nada confirmado aún.
El texto no sería un idioma real, sino un código médico secreto.
Las abreviaciones latinas ocultarían fórmulas sobre plantas medicinales antiguas.
El texto podría estar cifrado en alfagramas.
Es decir, con letras mezcladas y las vocales omitidas.
Posiblemente, partieron del hebreo para escribirlo.
Por ejemplo: aq significaría aqua, agua.
Mientras que ‘Dq’ representaría decoctio, una preparación herbal específica.
Ris sería ‘radix’ la palabra latina ‘raíz’.
Este sistema críptico recuerda al Herbarium Apuleius Platonicus medieval.
Un herbario que usaba unas técnicas de codificación parecidas.
Los médicos protegían celosamente sus conocimientos botánicos más preciados.
El citado herbario fue ampliamente usado en la Europa medieval como un manual para identificar plantas y preparar remedios.
Se trata de una recopilación anónima basada en textos médicos de la antigüedad.
Muchas de estas recetas eran la herencia del saber grecorromano y árabe.
Se transmitía a través de monasterios y universidades.
Este herbario aparecía con abreviaturas y códigos para ocultar parte de su información.
Mediante este cifrado lo protegían de copias no autorizadas, del uso de personas no formadas o para que los aprendices no lo difundieran sin permiso.
Detrás había un interés económico.
El conocimiento botánico y farmacéutico era una fuente de ingresos importante.
Las plantas medicinales eran la base de la mayor parte de los tratamientos disponibles.
No había medicamentos sintéticos.
Todo provenía de las hierbas, raíces, flores, cortezas o minerales.
Este saber convertía a los médicos y boticarios en figuras indispensables para los nobles, mercaderes o para su comunidad.
Los remedios eficaces se vendían a precios altos.
Muchos boticarios y médicos conservaban sus fórmulas en secreto para obtener beneficios.
Este conocimiento y las fórmulas pasaban de maestro a discípulo o de padres a hijos.
En definitiva, los que hacían fórmulas eficaces y guardaban el secreto podían vivir bien.
Con prestigio y una clientela fiel.
Algunas plantas prohibidas o de uso restringido como la ruda o el beleño se aplicaban como anticonceptivos o analgésicos potentes.
El comercio de estas fórmulas requería tener una red de contactos segura.
El conocimiento botánico y farmacéutico no solo salvaba vidas sino que aseguraba influencias políticas.
Y todo eso, había que codificarlo.
Proteger ese conocimiento era asegurarse un negocio que podía mantener a familias enteras durante generaciones.
O servir como un código interno para una red cerrada de médicos y boticarios.
Con todo, el Voynichés es un sistema aún más complejo y deliberadamente confuso.
En el siglo 15 la medicina y la botánica no eran disciplinas completamente libres.
Ciertos remedios, sobre todo los relacionados con la salud femenina, la anticoncepción o los abortivos, eran considerados peligrosos y heréticos.
Si las autoridades eclesiásticas descubrían a alguien con estos escritos le podían acusar de brujería o herejía.
Por eso, si el autor del Voynich pretendió plasmar recetas ginecológicas, afrodisíacas o anticonceptivas, se estaba jugando el pellejo.
Se jugaba el terminar siendo juzgado por la inquisición y que estos confiscasen sus bienes, lo encarcelaran o lo ejecutaran.
El cifrado Voyniches habría sido su seguro de vida.
Para una red de botánicos, alquimistas y doctores comprometidos con este saber, el poder proteger y transmitir este conocimiento, era fundamental.
Aunque se jugasen la vida o la reputación.
En el siglo 15 la medicina seguía dominada por la teoría humoral galénica.
Consistente en equilibrar la sangre, la bilis la flema y la melancolía.
El diagnóstico y el tratamiento giraban en torno a la práctica de sangrías, purgas, dietas y otros remedios para restaurar ese equilibrio.
Las universidades italianas de Padua y Perugia eran centros de prestigio.
Muchos médicos judíos solían conocer los textos latinos, árabes y hebreos para estudiar las distintas tradiciones médicas.
A modo de ejemplo: la tradición islámica aportó la farmacología, la formulación o los plantarios.
La astronomía y la astrología estaban integradas en la medicina de ese momento.
Las fases lunares o las posiciones planetarias servían para guiar las sangrías y a otros tratamientos.
De hecho, los manuales médicos solían mostrar a un hombre zodiacal.
Indicaba cuándo tratar cada parte del cuerpo según el zodiaco.
La elaboración de remedios era artesanal: infusiones, emplastos, electuarios o ungüentos y pomadas, era lo habitual.
Sus ingredientes mezclaban plantas locales con especias exóticas.
Los remedios íntimos eran confidenciales para proteger la reputación, la economía o por el riesgo legal y religioso.
La iglesia solían vigilar los saberes médicos que afectaban a la procreación.
De ahí que existiera un incentivo justificado para codificar las recetas y proteger los secretos profesionales médicos.
Para ocultarlo recurrían a: abreviaturas, siglas, convenciones, recursos gráficos, símbolos, diagramas, figuras o metáforas.
Existían diversos herbarios secretos.
Esto encaja con la hipótesis de que el autor del manuscrito Voynich fuese un médico judío italiano.
Ya que tendría conocimientos suficientes para acceder a textos árabes, latinos y hebreos.
Y sabría cómo codificar esa información.
En síntesis, hemos visto que la medicina del siglo 15 era una fusión de técnica, ritual y práctica.
Uniendo a Galeno con la tradición árabe, la astrología y el arte de la codificación.
Los médicos estudiaban los movimientos planetarios para encontrar el mejor momento a la hora de recolectar plantas, preparar los medicamentos o aplicar el tratamiento.
La idea central era que los cuerpos celestes influían directamente en los humores del cuerpo humano, en la salud.
Cada signo zodiacal estaba vinculado a una parte del cuerpo.
Por ejemplo: Aries con la cabeza, Leo con el corazón o Libra con los riñones…
En este supuesto, los diagramas astrológicos codificados aconsejaban cuándo y cómo usar ciertas plantas.
Una receta medicinal no era solo una lista de ingredientes sino que venía con un calendario para su aplicación basado en la astrología médica.
Los médicos judíos solían heredar las tablas astronómicas de la tradición árabe-andalusí.
Que eran más precisas.
El hinojo, la ruda, el poleo o la artemisa se usaban en la ginecología medieval para regular la menstruación o los abortivos encubiertos.
Su uso estaba perseguido por las autoridades eclesiásticas.
Las cortes y familias adineradas demandaban tónicos de longevidad, filtros de amor o medicamentos para la fertilidad.
Estos preparados eran un lujo y un símbolo de estatus: la mejor medicina diferenciaba a las élites del resto.
William F. Friedman sugiere que el Voynichés es una lengua artificial construida.
Un conlang, pensado para ocultar este conocimiento.
Para preservar las recetas médicas o botánicas de la censura, la inquisición o de personas no autorizadas.
El Voynichés sería así un lenguaje técnico cifrado pensado para ser entendido dentro de una comunidad muy restringida.
Un conlang que mezcló elementos del latín, del hebreo o de lenguas vernáculas, alterando la ortografía y omitiendo las partes clave, para despistar.
El Voynichés no se hablaría, solo serviría para este fin, ocultar este contenido.
Esta comunidad restringida partiría del latín médico, con préstamos del hebreo o del árabe.
Idiomas comunes en la medicina medieval.
Luego pudieron eliminar las vocales, como en el hebreo escrito.
Alterar el orden de las letras en las palabras principales, creando alfagramas.
O usar abreviaturas médicas medievales.
Incluso, cada palabra o concepto médico relevante presentaría un nombre en clave inventado, incomprensible para los de fuera.
Además, los símbolos astrológicos, las frases mágicas o los diagramas cosmológicos servirían para despistar.
En conjunto, darían la impresión de estar ante un texto esotérico.
Un texto que ocultaba la verdadera intención de este conocimiento cifrado.
Otros expertos plantean que la esteganografía guarda una información oculta en sus trazos.
Para proteger recetas sensibles.
Los secretos estarían escondidos en segundas letras o formas específicas.
Y revestido de una capa de misticismo.
Otros creen que la anatomía femenina servía para explicar procesos botánicos complejos.
El manuscrito contendría información sobre la medicina ginecológica medieval.
Unos saberes muy perseguidos.
Demasiado, como para exponerlos abiertamente.
La reciente fotografía multiespectral reveló que hay textos ocultos en las páginas iniciales.
En concreto, tres columnas secretas, aparecieron bajo la superficie del pergamino.
Dos, contenían alfabetos latinos y la tercera muestra el enigmático voynichés.
Parece ser que alguien del siglo 17 intentó crear una tabla para su descifrado.
El comportamiento estadístico del idioma del manuscrito imita a las lenguas naturales auténticas.
No es un galimatías aleatorio sino que contiene patrones lingüísticos complejos y deliberados.
Lisa Fagin Davis lidera estas nuevas investigaciones desde la Universidad de Yale.
Claire Bowern aplica la lingüística computacional para descifrar sus patrones ocultos.
Una investigación del 2024 vincula al manuscrito con Johannes Hartlieb, un médico alemán medieval.
Y contendría conocimientos cifrados sobre la reproducción y el cuerpo femenino, en este caso.
Los mejores criptógrafos de la historia se han empeñado en comprenderlo.
De momento, sin éxito.
Johannes Hartlieb fue un médico bávaro que sirvió en la corte de Baviera y Austria a mediados del 1.400.
Escribió sobre hierbas, astrología, magia, salud femenina y baños terapéuticos.
En estos escritos empleó letras secretas y cifradas para ocultar las recetas que tenían que ver con la anticoncepción o el aborto.
Por ejemplo: evito mencionar claramente los ünguentos posparto, las posiciones reproductivas, las dietas sobre la libido o las plantas abortivas.
Sin duda, ciertos saberes eran peligrosos entonces.
De momento, a día de hoy seguimos sin saber responder a las incógnitas del Manuscrito Voynich.