Escuchar " Cuando Roma construyó el mañana. La asombrosa tecnología adelantada a su tiempo. Los Tony Stark del pasado"
Síntesis del Episodio
Cuando Roma construyó el mañana. La asombrosa tecnología adelantada a su tiempo. Los Tony Stark del pasado.
Narrador: A simple vista, parece una jarra de barro corriente.
Pero en su interior, esconde un mecanismo 1.800 años adelantado a su época.
Cuando introducían una moneda, la jarra dispensaba, automáticamente, la cantidad justa de vino o de agua bendita.
La mayoría conoce al Imperio Romano por sus carreteras, acueductos y por su inolvidable legado.
Aunque también desarrolló tecnologías tan avanzadas que aún hoy nos sorprenden.
Desde puertas automáticas hasta un hormigón autorreparable.
Herón de Alejandría era el Tony Stark del Imperio Romano.
Sus invenciones iban muy por delante de su tiempo.
Como sus puertas automáticas del templo romano.
Luna: Imaginad que un sacerdote se acerca a unas enormes puertas de bronce.
Se detiene ante la entrada y enciende un pequeño fuego sobre un altar.
De pronto, las puertas se abren por sí solas, sin que nadie las empuje.
No era magia, era el diseño de Herón en acción.
Raquel: Funcionaba así:
Bajo el altar, había un contenedor sellado con agua y aire.
Al encender el fuego, el aire se calentaba, se expandía y se creaba presión.
Esa presión es la que empujaba el agua a través de un conducto hacia otro recipiente oculto.
Al llenarse, el peso de ese recipiente tiraba de unas cuerdas que estaba unidas a los ejes de las puertas.
De esa manera, las puertas se abrían automáticamente.
Luna: Al apagarse el fuego, el aire se enfriaba y la presión disminuía.
El agua regresaba al primer recipiente, por succión, cerrando lentamente las puertas.
Y listo, aquí vemos un ejemplo eficiente de un sistema que obraba un pequeño milagro.
Narrador: Pasemos a ver el motor de vapor olvidado.
De nuevo, otra obra del genio de Herón de Alejandría.
La aeolípila fue la primera turbina de vapor documentada.
Era una esfera metálica hueca, con boquillas a cada lado, montada sobre ejes giratorios.
Luna: Debajo, había un calderín sellado que se calentaba con fuego.
El vapor subía por los tubos hasta la esfera.
Y escapaba por las boquillas, haciendo girar la esfera.
Raquel: Era todo un motor de vapor funcional, en pleno siglo primero.
Sin embargo, era visto como un espectáculo y no como una máquina de trabajo.
Herón ya conocía los principios que, siglos después, impulsarían el mundo moderno.
Narrador: Continuamos con el misterio del hormigón romano.
Muchas estructuras modernas se agrietan en pocas décadas.
Pero los edificios romanos llevan casi 2.000 años en pie.
Resisten porque usaron un hormigón autorreparable.
Luna: Durante muchos años, los ingenieros del Mit lo investigaron.
Y se dieron cuenta de que los romanos mezclaban ceniza volcánica, arena, cal viva y agua.
La técnica se llamaba: mezcla en caliente.
Raquel: El agua es peligrosa para el hormigón moderno.
Por el contrario, activaba el proceso de reparación con el hormigón romano.
Cuando se formaban grietas, la humedad disolvía los fragmentos de cal.
Y se creaba una solución rica en calcio que rellenaba las grietas.
Completando los huecos.
Luna: Los propios ingenieros del Mit comprobaron que con este proceso las grietas desaparecían en apenas 2 semanas.
Con esta tecnología, Roma levantó su Panteón.
Con una gran cúpula, que llegó a ser la más grande del mundo.
Raquel: Este hormigón autorreparable se utilizó en los acueductos.
Ayudando a transportar el agua durante más de 400 kilómetros.
Otra proeza de esta tecnología avanzada romana.
Narrador: Pasemos al reloj de agua que medía el tiempo sin sol ni electricidad.
Los romanos contaban las horas fijándose en el astro rey.
Pero sus relojes de sol no siempre eran útiles.
Entonces, idearon un reloj especial, impulsado por el agua y la fuerza de la gravedad.
Veamos:
Luna: Dos recipientes controlaban el flujo del agua.
El nivel del agua elevaba un flotador que marcaba la hora en una escala.
Hasta que el líquido alcanzaba un sifón y reiniciaba el reloj.
Este reloj de agua era tan preciso que se ajustaba según las estaciones del año.
Otro diseño prodigioso de los griegos y los romanos.
La cosa no quedó ahí.
Narrador: Pasen a la mega fábrica romana de harina.
En el sur de Francia, hallaron un complejo molinero capaz de producir 25 toneladas de harina al día.
Contaba con 16 ruedas hidráulicas alineadas en cascada.
Raquel: El agua de dos acueductos impulsaba cada rueda, unas tras la otra.
Cada rueda movía unas piedras de molino.
Luego, molían el grano y lo enviaban en sacos a la ciudad.
Luna: Con apenas 30 personas hacían que funcionase esta mega factoría romana.
Produciendo un rendimiento de casi 1.000 kilos de harina por trabajador al día.
Bestial.
Narrador: No todas las maravillas romanas eran tan enormes.
Como comprobaremos con este candado romano de oro.
Pensad en el tamaño de una chapa de refresco.
Luna: En el 2023, un arqueólogo alemán halló un mini candado romano cerca de Hamburgo.
Lo increíble es que el candado dorado conservaba su mecanismo intacto tras permanecer 1.600 años bajo tierra.
Veamos cómo funcionaba:
Raquel: Se introducía una mini llave, se giraba y liberaba una cadena.
Más o menos, operaba como un candado moderno.
Solo que en miniatura.
Quizás, sirvió para proteger un cofre o un joyero de su época.
Pequeño pero matón.
Narrador: Y hablando de chapas y de refrescos, seguiremos con la primera máquina expendedora de la historia.
De nuevo, como no podía ser de otra forma, es otra obra del genial Herón de Alejandría.
Esta especie de máquina expendedora servía vino o agua bendita.
Al introducir una moneda, el líquido se servía solo, como por arte de magia.
Y sin electricidad.
Luna: La moneda caía sobre una bandeja conectada a una palanca.
El peso inclinaba la bandeja y abría una válvula.
De manera que el líquido fluía hacia la copa.
Al deslizarse la moneda, la bandeja se equilibraba y la válvula se cerraba.
Raquel: Sin duda, fue otra de las maravillas de la tecnología romana.
Casi 1.800 años después, un mecanismo similar serviría para los dispensadores de periódicos en el 1822.
O para los dispensadores de postales y chicles.
Narrador: Roma cayó, peros sus geniales ideas y sus máquinas nunca se derrumbaron.
Narrador: A simple vista, parece una jarra de barro corriente.
Pero en su interior, esconde un mecanismo 1.800 años adelantado a su época.
Cuando introducían una moneda, la jarra dispensaba, automáticamente, la cantidad justa de vino o de agua bendita.
La mayoría conoce al Imperio Romano por sus carreteras, acueductos y por su inolvidable legado.
Aunque también desarrolló tecnologías tan avanzadas que aún hoy nos sorprenden.
Desde puertas automáticas hasta un hormigón autorreparable.
Herón de Alejandría era el Tony Stark del Imperio Romano.
Sus invenciones iban muy por delante de su tiempo.
Como sus puertas automáticas del templo romano.
Luna: Imaginad que un sacerdote se acerca a unas enormes puertas de bronce.
Se detiene ante la entrada y enciende un pequeño fuego sobre un altar.
De pronto, las puertas se abren por sí solas, sin que nadie las empuje.
No era magia, era el diseño de Herón en acción.
Raquel: Funcionaba así:
Bajo el altar, había un contenedor sellado con agua y aire.
Al encender el fuego, el aire se calentaba, se expandía y se creaba presión.
Esa presión es la que empujaba el agua a través de un conducto hacia otro recipiente oculto.
Al llenarse, el peso de ese recipiente tiraba de unas cuerdas que estaba unidas a los ejes de las puertas.
De esa manera, las puertas se abrían automáticamente.
Luna: Al apagarse el fuego, el aire se enfriaba y la presión disminuía.
El agua regresaba al primer recipiente, por succión, cerrando lentamente las puertas.
Y listo, aquí vemos un ejemplo eficiente de un sistema que obraba un pequeño milagro.
Narrador: Pasemos a ver el motor de vapor olvidado.
De nuevo, otra obra del genio de Herón de Alejandría.
La aeolípila fue la primera turbina de vapor documentada.
Era una esfera metálica hueca, con boquillas a cada lado, montada sobre ejes giratorios.
Luna: Debajo, había un calderín sellado que se calentaba con fuego.
El vapor subía por los tubos hasta la esfera.
Y escapaba por las boquillas, haciendo girar la esfera.
Raquel: Era todo un motor de vapor funcional, en pleno siglo primero.
Sin embargo, era visto como un espectáculo y no como una máquina de trabajo.
Herón ya conocía los principios que, siglos después, impulsarían el mundo moderno.
Narrador: Continuamos con el misterio del hormigón romano.
Muchas estructuras modernas se agrietan en pocas décadas.
Pero los edificios romanos llevan casi 2.000 años en pie.
Resisten porque usaron un hormigón autorreparable.
Luna: Durante muchos años, los ingenieros del Mit lo investigaron.
Y se dieron cuenta de que los romanos mezclaban ceniza volcánica, arena, cal viva y agua.
La técnica se llamaba: mezcla en caliente.
Raquel: El agua es peligrosa para el hormigón moderno.
Por el contrario, activaba el proceso de reparación con el hormigón romano.
Cuando se formaban grietas, la humedad disolvía los fragmentos de cal.
Y se creaba una solución rica en calcio que rellenaba las grietas.
Completando los huecos.
Luna: Los propios ingenieros del Mit comprobaron que con este proceso las grietas desaparecían en apenas 2 semanas.
Con esta tecnología, Roma levantó su Panteón.
Con una gran cúpula, que llegó a ser la más grande del mundo.
Raquel: Este hormigón autorreparable se utilizó en los acueductos.
Ayudando a transportar el agua durante más de 400 kilómetros.
Otra proeza de esta tecnología avanzada romana.
Narrador: Pasemos al reloj de agua que medía el tiempo sin sol ni electricidad.
Los romanos contaban las horas fijándose en el astro rey.
Pero sus relojes de sol no siempre eran útiles.
Entonces, idearon un reloj especial, impulsado por el agua y la fuerza de la gravedad.
Veamos:
Luna: Dos recipientes controlaban el flujo del agua.
El nivel del agua elevaba un flotador que marcaba la hora en una escala.
Hasta que el líquido alcanzaba un sifón y reiniciaba el reloj.
Este reloj de agua era tan preciso que se ajustaba según las estaciones del año.
Otro diseño prodigioso de los griegos y los romanos.
La cosa no quedó ahí.
Narrador: Pasen a la mega fábrica romana de harina.
En el sur de Francia, hallaron un complejo molinero capaz de producir 25 toneladas de harina al día.
Contaba con 16 ruedas hidráulicas alineadas en cascada.
Raquel: El agua de dos acueductos impulsaba cada rueda, unas tras la otra.
Cada rueda movía unas piedras de molino.
Luego, molían el grano y lo enviaban en sacos a la ciudad.
Luna: Con apenas 30 personas hacían que funcionase esta mega factoría romana.
Produciendo un rendimiento de casi 1.000 kilos de harina por trabajador al día.
Bestial.
Narrador: No todas las maravillas romanas eran tan enormes.
Como comprobaremos con este candado romano de oro.
Pensad en el tamaño de una chapa de refresco.
Luna: En el 2023, un arqueólogo alemán halló un mini candado romano cerca de Hamburgo.
Lo increíble es que el candado dorado conservaba su mecanismo intacto tras permanecer 1.600 años bajo tierra.
Veamos cómo funcionaba:
Raquel: Se introducía una mini llave, se giraba y liberaba una cadena.
Más o menos, operaba como un candado moderno.
Solo que en miniatura.
Quizás, sirvió para proteger un cofre o un joyero de su época.
Pequeño pero matón.
Narrador: Y hablando de chapas y de refrescos, seguiremos con la primera máquina expendedora de la historia.
De nuevo, como no podía ser de otra forma, es otra obra del genial Herón de Alejandría.
Esta especie de máquina expendedora servía vino o agua bendita.
Al introducir una moneda, el líquido se servía solo, como por arte de magia.
Y sin electricidad.
Luna: La moneda caía sobre una bandeja conectada a una palanca.
El peso inclinaba la bandeja y abría una válvula.
De manera que el líquido fluía hacia la copa.
Al deslizarse la moneda, la bandeja se equilibraba y la válvula se cerraba.
Raquel: Sin duda, fue otra de las maravillas de la tecnología romana.
Casi 1.800 años después, un mecanismo similar serviría para los dispensadores de periódicos en el 1822.
O para los dispensadores de postales y chicles.
Narrador: Roma cayó, peros sus geniales ideas y sus máquinas nunca se derrumbaron.
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