Escuchar "Tsantsas las tribus que crearon las cabezas reducidas"
Síntesis del Episodio
Tsantsas las tribus que crearon las cabezas reducidas
Cortaban las cabezas por la base del cuello para ensartarlas en una vid.
O las arrojaban a una canasta directamente para llevarlas al lugar donde las procesaban.
Luego, el cuero cabelludo se abría con un cuchillo de bambú, una piedra afilada o una concha y se extraía el cráneo.
Este, era desechado.
Posteriormente, hervían la piel durante unas dos horas, como máximo.
Eliminando los microbios y encogiendo la carne.
Más tarde, iban eliminando el tejido sobrante y cosían los ojos con fibras de una palma local.
Así creaban las ‘cabezas reducidas’.
No fueron un mero adorno o un trofeo de guerra.
Dicen que atrapaban el alma de sus enemigos.
Se las conocía como Tsantsas.
Las exhibían en sus casas y en las puertas de sus hogares.
Algunas tribus amazónicas las hicieron de esta forma.
Cerrando la boca con clavijas de bambú o cosiéndola.
Colocando rocas calientes dentro de la cabeza, para encogerla aún más.
Finalmente, vertían arena caliente en su interior para rellenar los rincones y grietas.
Y lo secaban todo para asegurar su conservación.
Al final la cabeza quedaba reducida al tamaño de un puño.
Los europeos se dieron cuenta de esta práctica cuando llegaron a sus tierras en el siglo 16.
En aquellos años, los Shuar eran seminómadas.
Cazaban y recolectaban a lo largo de los ríos Pastaza, Morona, Santiago y Zamora.
En la selva Amazónica de los actuales Ecuador y Perú.
Los Shuar resistieron la colonización de los incas y luego la de los españoles.
Hasta que su modo de vida se volvió más occidental a partir del 1.900.
Como en todo, hay muchísimas falsificaciones de estas mini cabezas.
A pesar de lo macabro del rito, aporta información sobre la historia, la cultura, los rituales o la identidad de estas tribus.
De los pueblos Shuar y Achuar, también conocidos como los jíbaros.
Provenientes de Ecuador y del norte de Perú.
Creían que al encoger la cabeza de un enemigo caído, el vencedor se aprovechaba de su espíritu para la servidumbre.
Evitando así que el alma del derrotado vengara su muerte.
Los Tsantsas dejaron un buen legado comercial, con redes coloniales extensas.
Este ritual de las cabezas encogidas podía durar días y los adolescentes lo practicaban con cabezas de animales.
Al principio, se hacía con fines rituales, pero luego surgió todo un mercado que redujo este proceso a un objeto comercial.
Cortaban las cabezas por la base del cuello para ensartarlas en una vid.
O las arrojaban a una canasta directamente para llevarlas al lugar donde las procesaban.
Luego, el cuero cabelludo se abría con un cuchillo de bambú, una piedra afilada o una concha y se extraía el cráneo.
Este, era desechado.
Posteriormente, hervían la piel durante unas dos horas, como máximo.
Eliminando los microbios y encogiendo la carne.
Más tarde, iban eliminando el tejido sobrante y cosían los ojos con fibras de una palma local.
Así creaban las ‘cabezas reducidas’.
No fueron un mero adorno o un trofeo de guerra.
Dicen que atrapaban el alma de sus enemigos.
Se las conocía como Tsantsas.
Las exhibían en sus casas y en las puertas de sus hogares.
Algunas tribus amazónicas las hicieron de esta forma.
Cerrando la boca con clavijas de bambú o cosiéndola.
Colocando rocas calientes dentro de la cabeza, para encogerla aún más.
Finalmente, vertían arena caliente en su interior para rellenar los rincones y grietas.
Y lo secaban todo para asegurar su conservación.
Al final la cabeza quedaba reducida al tamaño de un puño.
Los europeos se dieron cuenta de esta práctica cuando llegaron a sus tierras en el siglo 16.
En aquellos años, los Shuar eran seminómadas.
Cazaban y recolectaban a lo largo de los ríos Pastaza, Morona, Santiago y Zamora.
En la selva Amazónica de los actuales Ecuador y Perú.
Los Shuar resistieron la colonización de los incas y luego la de los españoles.
Hasta que su modo de vida se volvió más occidental a partir del 1.900.
Como en todo, hay muchísimas falsificaciones de estas mini cabezas.
A pesar de lo macabro del rito, aporta información sobre la historia, la cultura, los rituales o la identidad de estas tribus.
De los pueblos Shuar y Achuar, también conocidos como los jíbaros.
Provenientes de Ecuador y del norte de Perú.
Creían que al encoger la cabeza de un enemigo caído, el vencedor se aprovechaba de su espíritu para la servidumbre.
Evitando así que el alma del derrotado vengara su muerte.
Los Tsantsas dejaron un buen legado comercial, con redes coloniales extensas.
Este ritual de las cabezas encogidas podía durar días y los adolescentes lo practicaban con cabezas de animales.
Al principio, se hacía con fines rituales, pero luego surgió todo un mercado que redujo este proceso a un objeto comercial.
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