Escuchar "Los futuristas o prospectivistas una profesión con mucho presente que anticipa los escenarios inciertos del futuro."
Síntesis del Episodio
Los futuristas o prospectivistas una profesión con mucho presente que anticipa los escenarios inciertos del futuro.
Cada vez más los futuristas o prospectivistas empiezan a abundar en las empresas.
Incluso, en instituciones públicas españolas.
Los cool hunters son buscadores de tendencias profesionales.
Recorren el mundo intentando hallarlas.
Los futuristas van un paso más allá.
Y no, no es que adivinen el futuro.
Exploran señales de cambio en el presente y a partir de ellas, construyen escenarios de lo que podría ocurrir.
Ofrecen alternativas de futuros posibles.
Por lo tanto, es un trabajo que va de anticiparse a los cambios, no de predecir.
Con ese conocimiento, se puede preparar mejor el presente y prevenir lo que nos espera en el mañana.
Esta disciplina ya cuenta con la asociación española de prospectiva en España.
Como síntoma de la importancia que está adquiriendo esta disciplina.
Los futuristas ya no solo operan para grandes compañías sino que ya forman parte de los organismos públicos.
La palabra de moda es: Prospectiva.
Las empresas plantean sus planes estratégicos para un horizonte de cinco años.
La prospectiva nos lleva a una visión de más largo alcance, hasta unos 10 o 20 años.
A menudo, estos futuristas tienen que poner los pies en el suelo a varios líderes empresariales.
Ante sus perspectivas irrealistas o idealizadas.
Sí, muchas veces, su trabajo consiste en contarles que hay malas noticias.
Los futuristas comenzaron a calar más en Francia, Estados Unidos y en los países escandinavos.
Mientras que en España se han hecho de rogar.
El carácter Mediterráneo nos vuelve más cortoplacistas y escépticos ante la planificación del futuro.
Además, las recientes crisis económicas, sanitarias o de empleo han generado un pesimismo social bastante extendido.
Aunque lo cierto es que vivimos en un contexto geopolítico muy incierto y variable.
Por lo tanto, las empresas empiezan a contar con su propio departamento de prospectiva o foresight.
Para ir incorporando esta capacidad de aprender a pensar a largo plazo y a prevenir cómo nos moveríamos en escenarios diferentes.
Para que una prospectiva sea útil es necesario contar con varios puntos de vista.
Tener en cuenta diferentes voces y miradas.
En España está en marcha la oficina nacional de prospectiva y estrategia de país desde el 2020.
Y algunas comunidades autónomas ya cuentan con su equivalente.
Por ejemplo, Navarra abrió la oficina de análisis y prospectiva en el 2023.
También hizo lo propio la Generalitat de Cataluña, el gobierno vasco o Murcia con su Instituto de fomento.
La Unión Europea ha promovido esta perspectiva desde su Centro Común de Investigación o JRC, por sus siglas.
Los futuristas cuentan con una formación académica muy diversa.
Desde psicólogos hasta ingenieros o antropólogos.
Pasando por sociólogos o filósofos, entre otros campos de las humanidades.
Sin olvidarnos de los economistas o los expertos en marketing.
En el mundo anglosajón o en Francia es más común que sean ingenieros.
Ya que les requieren para analizar riesgos y para la inteligencia competitiva.
El origen de la prospectiva viene de Francia y de Estados Unidos.
En Norteamérica la Rand Corporation desarrolló métodos para anticiparse a escenarios militares y bélicos después de la segunda guerra mundial.
Por su lado, Gaston Berger fue quien acuñó el término prospective en 1957.
La compañía Shell fue de las primeras en emplear la prospección dentro del campo empresarial.
Sacando ese modelo de la inteligencia militar para incorporarlo al mundo corporativo.
En España es curioso recordar cómo el gobierno de Adolfo Suárez contó con un Instituto Nacional de Prospectiva de influencia francesa.
Se centró, sobretodo, en economía, defensa y tecnología.
Como en todo, hay varias voces críticas con esta pujante profesión.
El escritor libanés Nassim Nicholas Taleb escribió ‘El Cisne negro’.
Defendiendo que los modelos de predicción suelen fallar porque ignoran los sucesos extraordinarios que causan un gran impacto.
Luego, en Antifrágil, recordó que los sistemas de prospectiva son frágiles ante lo imprevisto.
Porque, a su juicio, dependen de modelos lineales o estadísticos.
Es muy difícil que nos salgamos de las preocupaciones del presente, de las noticias de actualidad con que nos bombardean los medios.
El mañana no se espera, se diseña.
La prospectiva no es ciencia ficción, es pura política de supervivencia.
Cada vez más los futuristas o prospectivistas empiezan a abundar en las empresas.
Incluso, en instituciones públicas españolas.
Los cool hunters son buscadores de tendencias profesionales.
Recorren el mundo intentando hallarlas.
Los futuristas van un paso más allá.
Y no, no es que adivinen el futuro.
Exploran señales de cambio en el presente y a partir de ellas, construyen escenarios de lo que podría ocurrir.
Ofrecen alternativas de futuros posibles.
Por lo tanto, es un trabajo que va de anticiparse a los cambios, no de predecir.
Con ese conocimiento, se puede preparar mejor el presente y prevenir lo que nos espera en el mañana.
Esta disciplina ya cuenta con la asociación española de prospectiva en España.
Como síntoma de la importancia que está adquiriendo esta disciplina.
Los futuristas ya no solo operan para grandes compañías sino que ya forman parte de los organismos públicos.
La palabra de moda es: Prospectiva.
Las empresas plantean sus planes estratégicos para un horizonte de cinco años.
La prospectiva nos lleva a una visión de más largo alcance, hasta unos 10 o 20 años.
A menudo, estos futuristas tienen que poner los pies en el suelo a varios líderes empresariales.
Ante sus perspectivas irrealistas o idealizadas.
Sí, muchas veces, su trabajo consiste en contarles que hay malas noticias.
Los futuristas comenzaron a calar más en Francia, Estados Unidos y en los países escandinavos.
Mientras que en España se han hecho de rogar.
El carácter Mediterráneo nos vuelve más cortoplacistas y escépticos ante la planificación del futuro.
Además, las recientes crisis económicas, sanitarias o de empleo han generado un pesimismo social bastante extendido.
Aunque lo cierto es que vivimos en un contexto geopolítico muy incierto y variable.
Por lo tanto, las empresas empiezan a contar con su propio departamento de prospectiva o foresight.
Para ir incorporando esta capacidad de aprender a pensar a largo plazo y a prevenir cómo nos moveríamos en escenarios diferentes.
Para que una prospectiva sea útil es necesario contar con varios puntos de vista.
Tener en cuenta diferentes voces y miradas.
En España está en marcha la oficina nacional de prospectiva y estrategia de país desde el 2020.
Y algunas comunidades autónomas ya cuentan con su equivalente.
Por ejemplo, Navarra abrió la oficina de análisis y prospectiva en el 2023.
También hizo lo propio la Generalitat de Cataluña, el gobierno vasco o Murcia con su Instituto de fomento.
La Unión Europea ha promovido esta perspectiva desde su Centro Común de Investigación o JRC, por sus siglas.
Los futuristas cuentan con una formación académica muy diversa.
Desde psicólogos hasta ingenieros o antropólogos.
Pasando por sociólogos o filósofos, entre otros campos de las humanidades.
Sin olvidarnos de los economistas o los expertos en marketing.
En el mundo anglosajón o en Francia es más común que sean ingenieros.
Ya que les requieren para analizar riesgos y para la inteligencia competitiva.
El origen de la prospectiva viene de Francia y de Estados Unidos.
En Norteamérica la Rand Corporation desarrolló métodos para anticiparse a escenarios militares y bélicos después de la segunda guerra mundial.
Por su lado, Gaston Berger fue quien acuñó el término prospective en 1957.
La compañía Shell fue de las primeras en emplear la prospección dentro del campo empresarial.
Sacando ese modelo de la inteligencia militar para incorporarlo al mundo corporativo.
En España es curioso recordar cómo el gobierno de Adolfo Suárez contó con un Instituto Nacional de Prospectiva de influencia francesa.
Se centró, sobretodo, en economía, defensa y tecnología.
Como en todo, hay varias voces críticas con esta pujante profesión.
El escritor libanés Nassim Nicholas Taleb escribió ‘El Cisne negro’.
Defendiendo que los modelos de predicción suelen fallar porque ignoran los sucesos extraordinarios que causan un gran impacto.
Luego, en Antifrágil, recordó que los sistemas de prospectiva son frágiles ante lo imprevisto.
Porque, a su juicio, dependen de modelos lineales o estadísticos.
Es muy difícil que nos salgamos de las preocupaciones del presente, de las noticias de actualidad con que nos bombardean los medios.
El mañana no se espera, se diseña.
La prospectiva no es ciencia ficción, es pura política de supervivencia.
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