Odorología y headspace. La ciencia detrás de los olores para revivir recuerdos.

16/06/2025 4 min
Odorología y headspace. La ciencia detrás de los olores para revivir recuerdos.

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Síntesis del Episodio

Odorología y headspace. La ciencia detrás de los olores para revivir recuerdos o para que los crímenes no queden en el aire.
— Hay un crimen. No hay pistas. Solo queda el aire.
Y ese aire... huele.
Huele a miedo, a metal, a perfume barato, a algo que nadie ve… pero que alguien puede oler.
Ese alguien es Paul Richardot, perfumista. Pero no uno cualquiera.

— Este joven francés no solo mezcla fragancias.
Domina una alquimia que despierta recuerdos dormidos, emociones intensas y traumas enterrados.
Estudió cinco años de química aplicada a la perfumería en París.
Y ahora, con su novela Fragrancia, ha puesto el mundo del crimen patas arriba.
— En su historia, una empresa recrea aromas de momentos perdidos.
Un garaje húmedo donde un niño jugaba con su padre.
El colegio con olor a tiza, madera y tinta.
Una playa con perfume de mar, crema solar y helado de vainilla.
No es fantasía. Ya existe una técnica que lo hace posible: headspace.

— Esta tecnología captura las moléculas del aire.
Después, se analizan con cromatografía de gases y espectrometría de masas.
Así, los perfumistas pueden aislar los componentes y recrear olores exactos en laboratorio.
Olores tan precisos… que pueden usarse como prueba.

— ¿Y si los crímenes tuvieran su propio aroma?
¿Y si el olfato pudiera señalar a un asesino?
No es solo literatura.
En Francia ya existe una unidad policial que trabaja con huellas olfativas.

— Cada persona tiene su olor único, como una huella digital.
Es la base de una ciencia poco conocida: la odorología.
Nació en la Unión Soviética, cayó en el olvido…
Y ahora resucita en laboratorios franceses para atrapar a los culpables por el olfato.

— El olfato está conectado directamente al sistema límbico.
Es la zona del cerebro donde se alojan los recuerdos y las emociones.
Por eso un olor puede paralizarte, tranquilizarte… o llevarte al pasado en un segundo.

— Richardot lo sabe. También sabe lo que no funciona.
Los perfumes con feromonas que prometen una atracción animal son puro mito.
Los humanos ya no tenemos receptores cerebrales para captarlas.
Pero aún nos atrae el olor ajeno, lo genéticamente diferente, lo complementario.

— Los grandes perfumistas son como músicos.
Memorizan miles de fragancias.
Pueden imaginar combinaciones sin olerlas.
Algunos, como Richardot, pueden detectar un fallo microscópico entre 200 ingredientes.

— Y lo que viene no es precisamente reconfortante.
En la segunda parte de Fragrancia, los olores revivirán traumas.
El ataque de un perro. O un accidente olvidado.
Porque los aromas no solo evocan ternura. También despiertan pesadillas.

— El crimen, el miedo, el pasado… todo está en el aire.
Y ahora, también, en los libros.
El futuro del olfato es perturbadoramente brillante.
Y puede que en la escena del próximo crimen… no hable un testigo.
Sino un perfume.
Y sea el que haga que un crimen no quede en el aire.

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