Escuchar "Mitrídates la leyenda del rey del veneno que inventó el antídoto universal"
Síntesis del Episodio
Mitrídates la leyenda del rey del veneno que inventó el antídoto universal
El envenenamiento es una de las armas más antiguas de la historia.
Se usó contra los rivales políticos.
En la Asia Menor del siglo primero antes de cristo, fue un método habitual para hacerse con el poder.
El propio Mitrídates se dio cuenta de esto desde muy joven.
Con quince años, vio cómo su padre moría envenenado en una conspiración orquestada.
Seguramente, fue su madre Laodice, la culpable de su asesinato.
En ese ambiente de traiciones, el joven Mitrídates temió por su vida.
Su madre quería que fuese su hijo menor quien heredase el trono.
Antes de terminar igual que su padre, Mitrídates se exilió junto a un grupo de seguidores.
Buscó más apoyos para recuperar el trono.
Según el historiador romano Justino, el rey comenzó a tomar pequeñas cantidades de arsénico para que su cuerpo se acostumbrara y se inmunizara frente al veneno.
Decidió convertir su miedo al veneno en su mayor virtud.
Y se dedicaría a estudiar las sustancias más tóxicas de la naturaleza.
Sin duda, aquel territorio y buena parte de Asia menor eran ricos en flora y fauna letales.
Era una tierra fértil para encontrar plantas como la belladona, cicutas y otras especies.
También abundaban las arañas y serpientes, de las que extrajeron y estudiaron sus venenos.
No sólo eso, la leyenda dice que el exiliado rey buscó un antídoto universal contra los venenos.
Finalmente, a su regreso, Mitrídates se hizo con el poder en el 115 antes de cristo.
Y ordenó encarcelar a su propia madre.
Siempre se sospechó que ésta murió envenenada por arsénico.
Una sustancia prácticamente imposible de detectar en la antigüedad.
Normalmente, los líderes que recurrían al veneno para vengarse o para acceder al poder, lo ocultaban.
Sin embargo, Mitrídates fue conocido como el rey del veneno.
Y solía invitar a su corte a los mejores especialistas en esta materia.
Por ejemplo: los chamanes agari.
Una tribu escita de nómadas.
Eran unos curanderos célebres por sus saberes sobre las víboras.
Especialistas en fabricar flechas emponzoñadas con su veneno.
Además, fabricaban antídotos contra estas toxinas.
Los guerreros de Mitrídates empezaron a utilizar estos mismos métodos, armas envenenadas.
Así lo recogieron Estrabón y Diodoro de Sicilia.
En el año 66 antes de cristo tuvo lugar la tercera guerra Mitridática.
Se enfrentaron a las tropas del gran general romano Pompeyo Magno.
Mientras perseguían a los soldados de Mitrídates hacia el Cáucaso, cayeron en una trampa.
Habían colocado un gran número de colmenas silvestres a lo largo de una ruta.
Los legionarios se detuvieron a recoger miel y comenzaron a sufrir diarreas y vómitos.
Fueron presa de la toxicidad de la denominada como ‘miel loca’.
Y es que las abejas que la producían se alimentaban del néctar de los rododendros o de las azaleas, dos plantas venenosas.
El rey del veneno contaba con una gran biblioteca con textos sobre toxicología adquirido por todo el mundo conocido.
Con recetas de venenos provenientes de la India, Mesopotamia y de los druidas de la Galia.
Conocedor de sus peligros, el rey se protegía de los venenos mediante catadores y guardias en las cocinas.
Su obsesión por protegerse de los venenos fueron el origen de su leyenda.
Se extendió el rumor de que buscó desarrollar el antídoto total, universal.
Algunos dicen que lo logró y se llamaba: Mitridato.
Su receta estaba compuesta por cincuenta elementos.
Plinio el viejo recogió que su red de laboratorios lo había creado.
Y lo probaron con patos pónticos, célebres por alimentarse de plantas letales para los humanos.
No fueron los únicos animales.
En sus experimentos no faltaron las serpientes de la India, las medusas, las rayas de Libia o los escorpiones de Egipto.
Por supuesto, los prisioneros y esclavos fueron los conejillos de indias para probar estos venenos y sus antídotos.
De momento, los especialistas dudan de la veracidad de la existencia de tal antídoto universal.
Un hito que no hemos podido lograr ni en la actualidad.
Los romanos sí que se lo creyeron y trataron de hacerse con dicho remedio.
Las legiones romanas derrotaron a Mitrídates en el año 63 antes de Cristo.
Se llevaron todos sus libros y obras.
Pompeyo mandó que tradujeran toda esa documentación al latín.
El mencionado Plinio el viejo usó esa información para redactar sus pasajes de Historia Natural.
Más tarde, Andrómaco, el médico del emperador Nerón, aseguró que había perfeccionado la fórmula del rey de los venenos.
Y le había añadido más ingredientes hasta sumar un total de 64 componentes.
La fama de este supuesto antídoto universal trascendió al mundo románico y helénico.
Existen recetas medicinales árabes y persas, de la época medieval, inspiradas en el rey de los venenos.
Hacia el año 63 antes de Cristo Mitrídates se refugió en Crimea ante el avance de las legiones romanas.
Su hijo y heredero Farnaces le traicionó.
Pactó con Roma el seguir siendo rey del Ponto a cambio de entregar a su padre.
Cuando Mitrídates descubrió el engaño, decidió suicidarse junto a sus dos hijas.
Las dos princesas fallecieron al poco tiempo de ingerir el veneno.
En cambio, el rey, que supuestamente era inmune tuvo que suplicar a Bituto, su fiel guardaespaldas, que lo matara con su espada.
Una vez más, Pompeyo desmitificó a Mitrídates y su aura legendaria.
Cuando el romano contempló su cuerpo fallecido, éste se descompuso en muy poco tiempo.
Algo que no habría sucedido si efectivamente, hubiese tomado arsénico durante su vida.
Se sabía que ésta sustancia venenosa ralentiza la descomposición de un cadáver.
En conclusión, Mitríades usó el miedo al veneno a su favor.
Como antídoto frente a sus rivales y conspiradores.
Todo un alquimista del miedo que no pudo escapar del veneno de la traición de su propio sucesor.
El envenenamiento es una de las armas más antiguas de la historia.
Se usó contra los rivales políticos.
En la Asia Menor del siglo primero antes de cristo, fue un método habitual para hacerse con el poder.
El propio Mitrídates se dio cuenta de esto desde muy joven.
Con quince años, vio cómo su padre moría envenenado en una conspiración orquestada.
Seguramente, fue su madre Laodice, la culpable de su asesinato.
En ese ambiente de traiciones, el joven Mitrídates temió por su vida.
Su madre quería que fuese su hijo menor quien heredase el trono.
Antes de terminar igual que su padre, Mitrídates se exilió junto a un grupo de seguidores.
Buscó más apoyos para recuperar el trono.
Según el historiador romano Justino, el rey comenzó a tomar pequeñas cantidades de arsénico para que su cuerpo se acostumbrara y se inmunizara frente al veneno.
Decidió convertir su miedo al veneno en su mayor virtud.
Y se dedicaría a estudiar las sustancias más tóxicas de la naturaleza.
Sin duda, aquel territorio y buena parte de Asia menor eran ricos en flora y fauna letales.
Era una tierra fértil para encontrar plantas como la belladona, cicutas y otras especies.
También abundaban las arañas y serpientes, de las que extrajeron y estudiaron sus venenos.
No sólo eso, la leyenda dice que el exiliado rey buscó un antídoto universal contra los venenos.
Finalmente, a su regreso, Mitrídates se hizo con el poder en el 115 antes de cristo.
Y ordenó encarcelar a su propia madre.
Siempre se sospechó que ésta murió envenenada por arsénico.
Una sustancia prácticamente imposible de detectar en la antigüedad.
Normalmente, los líderes que recurrían al veneno para vengarse o para acceder al poder, lo ocultaban.
Sin embargo, Mitrídates fue conocido como el rey del veneno.
Y solía invitar a su corte a los mejores especialistas en esta materia.
Por ejemplo: los chamanes agari.
Una tribu escita de nómadas.
Eran unos curanderos célebres por sus saberes sobre las víboras.
Especialistas en fabricar flechas emponzoñadas con su veneno.
Además, fabricaban antídotos contra estas toxinas.
Los guerreros de Mitrídates empezaron a utilizar estos mismos métodos, armas envenenadas.
Así lo recogieron Estrabón y Diodoro de Sicilia.
En el año 66 antes de cristo tuvo lugar la tercera guerra Mitridática.
Se enfrentaron a las tropas del gran general romano Pompeyo Magno.
Mientras perseguían a los soldados de Mitrídates hacia el Cáucaso, cayeron en una trampa.
Habían colocado un gran número de colmenas silvestres a lo largo de una ruta.
Los legionarios se detuvieron a recoger miel y comenzaron a sufrir diarreas y vómitos.
Fueron presa de la toxicidad de la denominada como ‘miel loca’.
Y es que las abejas que la producían se alimentaban del néctar de los rododendros o de las azaleas, dos plantas venenosas.
El rey del veneno contaba con una gran biblioteca con textos sobre toxicología adquirido por todo el mundo conocido.
Con recetas de venenos provenientes de la India, Mesopotamia y de los druidas de la Galia.
Conocedor de sus peligros, el rey se protegía de los venenos mediante catadores y guardias en las cocinas.
Su obsesión por protegerse de los venenos fueron el origen de su leyenda.
Se extendió el rumor de que buscó desarrollar el antídoto total, universal.
Algunos dicen que lo logró y se llamaba: Mitridato.
Su receta estaba compuesta por cincuenta elementos.
Plinio el viejo recogió que su red de laboratorios lo había creado.
Y lo probaron con patos pónticos, célebres por alimentarse de plantas letales para los humanos.
No fueron los únicos animales.
En sus experimentos no faltaron las serpientes de la India, las medusas, las rayas de Libia o los escorpiones de Egipto.
Por supuesto, los prisioneros y esclavos fueron los conejillos de indias para probar estos venenos y sus antídotos.
De momento, los especialistas dudan de la veracidad de la existencia de tal antídoto universal.
Un hito que no hemos podido lograr ni en la actualidad.
Los romanos sí que se lo creyeron y trataron de hacerse con dicho remedio.
Las legiones romanas derrotaron a Mitrídates en el año 63 antes de Cristo.
Se llevaron todos sus libros y obras.
Pompeyo mandó que tradujeran toda esa documentación al latín.
El mencionado Plinio el viejo usó esa información para redactar sus pasajes de Historia Natural.
Más tarde, Andrómaco, el médico del emperador Nerón, aseguró que había perfeccionado la fórmula del rey de los venenos.
Y le había añadido más ingredientes hasta sumar un total de 64 componentes.
La fama de este supuesto antídoto universal trascendió al mundo románico y helénico.
Existen recetas medicinales árabes y persas, de la época medieval, inspiradas en el rey de los venenos.
Hacia el año 63 antes de Cristo Mitrídates se refugió en Crimea ante el avance de las legiones romanas.
Su hijo y heredero Farnaces le traicionó.
Pactó con Roma el seguir siendo rey del Ponto a cambio de entregar a su padre.
Cuando Mitrídates descubrió el engaño, decidió suicidarse junto a sus dos hijas.
Las dos princesas fallecieron al poco tiempo de ingerir el veneno.
En cambio, el rey, que supuestamente era inmune tuvo que suplicar a Bituto, su fiel guardaespaldas, que lo matara con su espada.
Una vez más, Pompeyo desmitificó a Mitrídates y su aura legendaria.
Cuando el romano contempló su cuerpo fallecido, éste se descompuso en muy poco tiempo.
Algo que no habría sucedido si efectivamente, hubiese tomado arsénico durante su vida.
Se sabía que ésta sustancia venenosa ralentiza la descomposición de un cadáver.
En conclusión, Mitríades usó el miedo al veneno a su favor.
Como antídoto frente a sus rivales y conspiradores.
Todo un alquimista del miedo que no pudo escapar del veneno de la traición de su propio sucesor.
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