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Síntesis del Episodio
Construyen un castillo medieval con técnicas de la época en pleno siglo XXI: Guédelon
Hoy en día, existen varios castillos medievales que han resistido el paso del tiempo.
Ahora, en una prueba de arquitectura experimental, han decidido construir uno con las técnicas de la Edad Media.
En el corazón de los bosques de Borgoña, a unos 160 km del sureste de París, se levanta esta fortaleza.
Parece sacada del siglo 13.
Pero es del siglo 21.
Se trata del castillo de Guédelon.
Para levantarlo han usado herramientas, materiales y técnicas del medievo.
Es como si fuese un laboratorio para los arqueólogos, artesanos o los historiadores que participan en este proyecto.
A finales de la década de los 90, Michel Guyot y Maryline Martin decidieron transformar una cantera abandonada.
Y montar allí este castillo.
Guédelon es un referente mundial para entender cómo trabajaban los constructores medievales.
Y apreciar los conocimientos que se han perdido con el paso de los siglos.
El saber práctico de los trabajadores medievales queda patente en cada piedra tallada o en cada arco levantado.
Este enfoque implica guiarse por el método de ensayo y error.
No se trata de avanzar rápido, como en las obras modernas.
Sino de descubrir, paso a paso, como lo harían en el siglo 13.
Así que intentaron adaptarse al tiempo pausado de la Edad Media.
Se enfrentaron a los desafíos de una auténtica construcción antigua.
Las ventanas de la torre de la capilla supusieron todo un reto.
El vidrio estaba reservado casi exclusivamente a las catedrales y palacios reales.
Para un castillo menor, como este, probaron con piel de cabra.
Aunque comprobaron que se agrietaba.
Al final, los artesanos recurrieron al lino endurecido con cera de abeja.
Pintado con motivos, inspirados en los vitrales de Estrasburgo.
Instalar y fabricar cada marco de las ventanas.
Desde el ensamblaje de la madera, hasta el diseño de las decoraciones, puede requerir unas 150 horas de trabajo.
El equipo tuvo que debatir sobre el mejor método para fijar las telas.
O bien con clavos forjados por los herreros.
O con costuras de agujas de cuerno.
Por suerte, Guédelon se encuentra en una cantera que proporciona la piedra arenisca ferruginosa con la que se levantan sus paredes.
El bosque aporta la madera de roble, necesaria para las techumbres, los andamios o los armazones.
Y el suelo natural ofrece las arcillas y los minerales con los que se fabrican pigmentos, tejas y morteros.
En conclusión, el entorno natural forma parte de la obra, al igual que lo fue para los constructores medievales.
Para llevar a cabo este castillo al estilo medieval, colaboraron profesionales de diversos oficios:
Canteros, carpinteros, herreros, pintores, tejedores o molineros.
Con el dinero que saquen de las entradas de los visitantes, de las ventas en sus tiendas o del restaurante, piensan financiar este proyecto.
La primera piedra de este castillo, se colocó en 1998.
Durante los primeros años, levantaron los cimientos y trazaron el perímetro de las murallas, de más de 200 metros.
Luego experimentaron con distintos tipos de bóvedas de piedra, los techos de madera, los establos, los jardines y el molino de agua.
Pasado ya, más de un cuarto de siglo, los visitantes puede recorrer su sala abovedada.
Admirar los frescos, inspirados en las iglesias de esta región.
Y contemplar sus mecanismos, como la puerta levadiza o la reja corredera.
Incluso, construyeron una gigantesca rueda de tracción humana, la llamada: jaula de ardilla.
Con la que izaron pesados bloques de piedra al más puro estilo de hace ocho siglos atrás.
En este laboratorio de pruebas los artesanos han podido comprobar y aprender:
Cómo mezclar morteros de cal más resistentes.
O levantar andamios estables sin usar hierro ni hormigón.
También a fabricar pigmentos a partir de hojas de cerezo o de minerales de la cantera.
Tras el incendio de Notre Dame, de París, en el 2019, los carpinteros del castillo de Guédelon participaron en la reconstrucción de la techumbre gótica.
Aplicando los aprendido en esta escuela medieval práctica.
Guédelon es más una gran casa señorial fortificada que un castillo pensado para la guerra.
Sus constructores lo llaman, con humor, un castillo experimental pacifista.
Sus dimensiones y características así nos lo hacen ver.
Además, han recreado los aspectos cotidianos de la Edad Media.
El trabajo agrícola, la molienda del grano, la fabricación de cerámica o los talleres de pintura y carpintería.
Para ello, recrean los paisajes sonoros de la época.
Han grabado los ruidos de la cantera, el molino y los talleres.
Al visitar el castillo vemos y escuchamos como podía sonar un día cotidiano del siglo 13.
Todo un viaje sensorial al pasado.
Después de más de 25 años, la obra todavía no ha terminado.
Quieren acompañar al castillo de una iglesia y de un poblado medieval.
Es, en esencia, un ejemplo de arquitectura viva, participativa y creativa.
Que sirve de puente levadizo entre el presente y el pasado.
Hoy en día, existen varios castillos medievales que han resistido el paso del tiempo.
Ahora, en una prueba de arquitectura experimental, han decidido construir uno con las técnicas de la Edad Media.
En el corazón de los bosques de Borgoña, a unos 160 km del sureste de París, se levanta esta fortaleza.
Parece sacada del siglo 13.
Pero es del siglo 21.
Se trata del castillo de Guédelon.
Para levantarlo han usado herramientas, materiales y técnicas del medievo.
Es como si fuese un laboratorio para los arqueólogos, artesanos o los historiadores que participan en este proyecto.
A finales de la década de los 90, Michel Guyot y Maryline Martin decidieron transformar una cantera abandonada.
Y montar allí este castillo.
Guédelon es un referente mundial para entender cómo trabajaban los constructores medievales.
Y apreciar los conocimientos que se han perdido con el paso de los siglos.
El saber práctico de los trabajadores medievales queda patente en cada piedra tallada o en cada arco levantado.
Este enfoque implica guiarse por el método de ensayo y error.
No se trata de avanzar rápido, como en las obras modernas.
Sino de descubrir, paso a paso, como lo harían en el siglo 13.
Así que intentaron adaptarse al tiempo pausado de la Edad Media.
Se enfrentaron a los desafíos de una auténtica construcción antigua.
Las ventanas de la torre de la capilla supusieron todo un reto.
El vidrio estaba reservado casi exclusivamente a las catedrales y palacios reales.
Para un castillo menor, como este, probaron con piel de cabra.
Aunque comprobaron que se agrietaba.
Al final, los artesanos recurrieron al lino endurecido con cera de abeja.
Pintado con motivos, inspirados en los vitrales de Estrasburgo.
Instalar y fabricar cada marco de las ventanas.
Desde el ensamblaje de la madera, hasta el diseño de las decoraciones, puede requerir unas 150 horas de trabajo.
El equipo tuvo que debatir sobre el mejor método para fijar las telas.
O bien con clavos forjados por los herreros.
O con costuras de agujas de cuerno.
Por suerte, Guédelon se encuentra en una cantera que proporciona la piedra arenisca ferruginosa con la que se levantan sus paredes.
El bosque aporta la madera de roble, necesaria para las techumbres, los andamios o los armazones.
Y el suelo natural ofrece las arcillas y los minerales con los que se fabrican pigmentos, tejas y morteros.
En conclusión, el entorno natural forma parte de la obra, al igual que lo fue para los constructores medievales.
Para llevar a cabo este castillo al estilo medieval, colaboraron profesionales de diversos oficios:
Canteros, carpinteros, herreros, pintores, tejedores o molineros.
Con el dinero que saquen de las entradas de los visitantes, de las ventas en sus tiendas o del restaurante, piensan financiar este proyecto.
La primera piedra de este castillo, se colocó en 1998.
Durante los primeros años, levantaron los cimientos y trazaron el perímetro de las murallas, de más de 200 metros.
Luego experimentaron con distintos tipos de bóvedas de piedra, los techos de madera, los establos, los jardines y el molino de agua.
Pasado ya, más de un cuarto de siglo, los visitantes puede recorrer su sala abovedada.
Admirar los frescos, inspirados en las iglesias de esta región.
Y contemplar sus mecanismos, como la puerta levadiza o la reja corredera.
Incluso, construyeron una gigantesca rueda de tracción humana, la llamada: jaula de ardilla.
Con la que izaron pesados bloques de piedra al más puro estilo de hace ocho siglos atrás.
En este laboratorio de pruebas los artesanos han podido comprobar y aprender:
Cómo mezclar morteros de cal más resistentes.
O levantar andamios estables sin usar hierro ni hormigón.
También a fabricar pigmentos a partir de hojas de cerezo o de minerales de la cantera.
Tras el incendio de Notre Dame, de París, en el 2019, los carpinteros del castillo de Guédelon participaron en la reconstrucción de la techumbre gótica.
Aplicando los aprendido en esta escuela medieval práctica.
Guédelon es más una gran casa señorial fortificada que un castillo pensado para la guerra.
Sus constructores lo llaman, con humor, un castillo experimental pacifista.
Sus dimensiones y características así nos lo hacen ver.
Además, han recreado los aspectos cotidianos de la Edad Media.
El trabajo agrícola, la molienda del grano, la fabricación de cerámica o los talleres de pintura y carpintería.
Para ello, recrean los paisajes sonoros de la época.
Han grabado los ruidos de la cantera, el molino y los talleres.
Al visitar el castillo vemos y escuchamos como podía sonar un día cotidiano del siglo 13.
Todo un viaje sensorial al pasado.
Después de más de 25 años, la obra todavía no ha terminado.
Quieren acompañar al castillo de una iglesia y de un poblado medieval.
Es, en esencia, un ejemplo de arquitectura viva, participativa y creativa.
Que sirve de puente levadizo entre el presente y el pasado.
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