Escuchar "Un equipo de Wyoming descubre unos fósiles de dinosaurio con la piel y las pezuñas intactas y conservadas."
Síntesis del Episodio
Un equipo de Wyoming descubre unos fósiles de dinosaurio con la piel y las pezuñas intactas y conservadas.
Un equipo de Wyoming ha hallado dos fósiles completos de dinosaurio.
Con su piel, cresta y pezuñas intactas, tras 66 millones de años.
Y todo gracias a una capa de arcilla que preservó su cuerpo entero.
Por primera vez, los paleontólogos podrán reconstruir por entero la anatomía externa de un dinosaurio de gran tamaño.
En los inhóspitos y polvorientos parajes de Wyoming, un rincón del oeste americano, este descubrimiento ha dado la vuelta al mundo.
Entre capas de antiguos sedimentos fluviales, salieron a la luz dos ejemplares, perfectamente conservados, de Edmontosaurus Annectens.
Se trata de un dinosaurio herbívoro del Cretácico tardío.
Lo sorprendente es que conserva sus escamas, pliegues de piel, la cresta sobre el lomo y hasta las pezuñas de sus patas.
Es como si se hubieran quedado atrapados en el tiempo.
De momento, es el caso mejor conservado de momificación natural de dinosaurios grandes.
Esta momificación fue provocada por las condiciones ambientales.
Permitiendo que la piel y otras estructuras blandas, quedaran grabadas en una delgada capa de arcilla.
Apenas perceptible al ojo humano.
A uno de los fósiles le han apodado Ed Junior, por ser el más joven, mientras que al más maduro le llaman Ed Senior.
Destaca su cresta carnosa, que recorría la columna vertebral desde el cuello hasta la cola.
Toda una fila de espinas flexibles alineadas con las vértebras.
Una estructura que recuerda a las representaciones mitológicas de los dragones.
El estudio de sus pies nos demuestra que no tenían las típicas garras.
Sino que caminaban con unas verdaderas zapatillas córneas.
Son similares a las de un caballo.
Estos ejemplares podían alternar entre desplazarse a cuatro patas o erguirse sobre dos.
La clave para que estos dos ejemplares quedasen petrificados en el tiempo no estuvo ni en el frío, ni en la sequedad extrema o en la ausencia de oxígeno.
La culpable fue una delgadísima capa de arcilla, de menos de un centímetro de grosor.
Se adhirió a la superficie de sus cadáveres, poco después de sus muertes.
El proceso pudo consistir en lo siguiente:
Primero, los cuerpos se desecaron al sol tras morir.
Luego, una súbita inundación enterró los cuerpos.
Las bacterias de la superficie de los animales atrajeron a las partículas de arcilla del entorno.
La arcilla formó una especie de máscara, un molde externo.
Por último, con el paso del tiempo, esa plantilla arcillosa fue cubierta con más sedimentos.
Al revivir a estos ejemplares con la tecnología digital en 3d apreciamos a un animal de aspecto majestuoso.
Una cresta esculpida en carne, una fila de espinas sobre la cola, una piel fina con escamas de diferentes tamaños y texturas.
Y sus patas traseras equipadas con auténticas pezuñas funcionales.
Les otorgaba una locomoción versátil y adaptativa.
En resumen, el éxito de su conservación residió en una combinación de factores:
Un entorno costero con cambios estacionales extremos.
Episodios de sequía severa seguidos de inundaciones repentinas.
Mucha suerte y la acción natural de la arcilla.
Ahora, los especialistas buscarán más casos como este de plantillas de arcilla.
Podríamos estar en el inicio de una nueva era en el estudio de los dinosaurios.
Aún quedan otros gigantes, como ellos, dormidos bajo las capas del tiempo.
Un equipo de Wyoming ha hallado dos fósiles completos de dinosaurio.
Con su piel, cresta y pezuñas intactas, tras 66 millones de años.
Y todo gracias a una capa de arcilla que preservó su cuerpo entero.
Por primera vez, los paleontólogos podrán reconstruir por entero la anatomía externa de un dinosaurio de gran tamaño.
En los inhóspitos y polvorientos parajes de Wyoming, un rincón del oeste americano, este descubrimiento ha dado la vuelta al mundo.
Entre capas de antiguos sedimentos fluviales, salieron a la luz dos ejemplares, perfectamente conservados, de Edmontosaurus Annectens.
Se trata de un dinosaurio herbívoro del Cretácico tardío.
Lo sorprendente es que conserva sus escamas, pliegues de piel, la cresta sobre el lomo y hasta las pezuñas de sus patas.
Es como si se hubieran quedado atrapados en el tiempo.
De momento, es el caso mejor conservado de momificación natural de dinosaurios grandes.
Esta momificación fue provocada por las condiciones ambientales.
Permitiendo que la piel y otras estructuras blandas, quedaran grabadas en una delgada capa de arcilla.
Apenas perceptible al ojo humano.
A uno de los fósiles le han apodado Ed Junior, por ser el más joven, mientras que al más maduro le llaman Ed Senior.
Destaca su cresta carnosa, que recorría la columna vertebral desde el cuello hasta la cola.
Toda una fila de espinas flexibles alineadas con las vértebras.
Una estructura que recuerda a las representaciones mitológicas de los dragones.
El estudio de sus pies nos demuestra que no tenían las típicas garras.
Sino que caminaban con unas verdaderas zapatillas córneas.
Son similares a las de un caballo.
Estos ejemplares podían alternar entre desplazarse a cuatro patas o erguirse sobre dos.
La clave para que estos dos ejemplares quedasen petrificados en el tiempo no estuvo ni en el frío, ni en la sequedad extrema o en la ausencia de oxígeno.
La culpable fue una delgadísima capa de arcilla, de menos de un centímetro de grosor.
Se adhirió a la superficie de sus cadáveres, poco después de sus muertes.
El proceso pudo consistir en lo siguiente:
Primero, los cuerpos se desecaron al sol tras morir.
Luego, una súbita inundación enterró los cuerpos.
Las bacterias de la superficie de los animales atrajeron a las partículas de arcilla del entorno.
La arcilla formó una especie de máscara, un molde externo.
Por último, con el paso del tiempo, esa plantilla arcillosa fue cubierta con más sedimentos.
Al revivir a estos ejemplares con la tecnología digital en 3d apreciamos a un animal de aspecto majestuoso.
Una cresta esculpida en carne, una fila de espinas sobre la cola, una piel fina con escamas de diferentes tamaños y texturas.
Y sus patas traseras equipadas con auténticas pezuñas funcionales.
Les otorgaba una locomoción versátil y adaptativa.
En resumen, el éxito de su conservación residió en una combinación de factores:
Un entorno costero con cambios estacionales extremos.
Episodios de sequía severa seguidos de inundaciones repentinas.
Mucha suerte y la acción natural de la arcilla.
Ahora, los especialistas buscarán más casos como este de plantillas de arcilla.
Podríamos estar en el inicio de una nueva era en el estudio de los dinosaurios.
Aún quedan otros gigantes, como ellos, dormidos bajo las capas del tiempo.
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