Escuchar "Los tres mosqueteros de soldados reales a invención romántica"
Síntesis del Episodio
Los tres mosqueteros de soldados reales a invención romántica.
La fascinación por los tres mosqueteros trasciende generaciones y fronteras.
Alejandro Dumas se inspiró en ciertos personajes históricos para dar vida a estos legendarios héroes.
La génesis de esta obra se remonta a las memorias de Monsieur D’Artagnan.
Publicadas en el 1700 por Gatien De Courlitz de Sandras. –Gatian de curti de Sandra
Este autor fue un antiguo mosquetero.
Y elaboró una versión novelada de la vida de Charles de Batz Castelmore, conocido como D’Artagnan.
Se basó en los relatos de sus contemporáneos y le añadió a la historia su propia experiencia militar.
Por lo tanto, el manuscrito de Curti-Courtlitz ya contenía elementos ficticios.
Y Dumas se inspiró en este para su novela de 1844.
Ampliando y transformando los hechos.
Introdujo personajes inventados, como la enigmática Milady de Winter.
Incluso, recurrió a anacronismos para dotar a la narración de un mayor dramatismo.
Los nombres de Athos, Porthos y Aramis fueron los de tres personas reales.
Aunque es muy difícil que llegasen a coincidir o a conocer del todo a D’Artagnan.
El D’Artagnan histórico nació como el cuarto hijo de una familia de recursos limitados.
Optó por la carrera militar junto a dos de sus hermanos.
En 1630, con unos 20 años, ingresó en las Guardias Francesas, en París.
Apadrinado por el señor de Tréville, un pariente materno.
Este señor también aparece en las novelas de Dumas.
Para mejorar su posición, adoptó el apellido D’Artagnan, vinculado a una rama noble.
Realmente, sus padres eran de origen burgués.
Tras casi 15 años de servicio, el cardenal Mazarino, el sucesor de Richelieu, lo incorporó a la compañía de Mosqueteros de la Guardia en 1644.
Dos años después, el propio Mazarino disolvería este cuerpo.
Sin embargo, D’Artagnan continuó a su servicio en misiones de espionaje o en la custodia de enemigos políticos.
Unas funciones que hoy en día, se asociarían con las de un agente secreto.
La confianza del cardenal se tradujo en su nombramiento como capitán teniente de los Grandes Mosqueteros en 1657.
Año en el que se reconstituyó la unidad.
Mazarino fallecería en 1661.
El rey Luis 14 mantuvo su protección sobre D’Artagnan.
Nuestro protagonista llegó a ser gobernador de Lille, una plaza estratégica en la frontera con las Provincias Unidas de los Países Bajos.
Por desgracia, murió en 1673, durante el asedio de Maastricht.
Una bala le alcanzó.
En cuanto a los otros tres mosqueteros, la información disponible es más escasa y fragmentaria.
Todos ellos tenían la misma edad que D’Artagnan, más o menos.
Y procedían de Béarn o de zonas limítrofes, es decir, tuvieron el mismo origen regional.
Además, ingresaron en distintas compañías de la guardia real, también por recomendación del señor Tréville.
Athos y Aramis tuvieron un vínculo familiar con su protector.
En las memorias de Courtilz, ya figuraban estos tres personajes, con un papel secundario.
Fue Dumas quién los elevó a la categoría de coprotagonistas de la famosa saga.
Athos, un miembro de la pequeña nobleza bearnesa, murió joven, posiblemente durante un duelo en 1645.
Apenas un año después de la entrada de D’Artagnan en los mosqueteros.
Por lo tanto, es improbable que existiese una relación cercana entre ambos, por las fechas de sus vidas.
Porthos y Aramis se incorporaron a la guardia en 1640.
El primero en las Francesas y el segundo en los Mosqueteros del Rey.
Participando en campañas militares como la Guerra de los Treinta Años, en la que también estuvo presente D’Artagnan.
Con todo, no hay pruebas de que mantuvieran una amistad.
O ni siquiera de que llegaran a conocerse.
Luego, Aramis heredó el título de abad de Aramitz, propio de su linaje familiar.
La novela de Dumas no buscó la exactitud histórica sino la exaltación de unos valores morales y caballerescos.
Este autor, influido por el romanticismo, proyectó en sus protagonistas la imagen idealizada del gentilhombre francés.
D’Artagnan representa la valentía.
Athos, la nobleza de espíritu.
Porthos la fuerza y Aramis la inteligencia.
Su obra transformó la vida de unos soldados reales en héroes literarios.
Dotados de virtudes que trascienden su época y condición.
El impacto de los tres mosqueteros ha ido más allá de la literatura.
Contribuyendo a forjar un mito caballeresco que sigue vigente en la cultura popular.
Dando el salto al cine y al arte.
La idealización de la amistad, el honor y la lealtad, todo ambientado en una Francia dorada.
Convirtió a estos personajes en símbolos universales.
Sus hazañas ya forman parte de nuestra memoria colectiva.
Leerlos es entrar en un duelo literario en el que siempre gana la ficción.
La fascinación por los tres mosqueteros trasciende generaciones y fronteras.
Alejandro Dumas se inspiró en ciertos personajes históricos para dar vida a estos legendarios héroes.
La génesis de esta obra se remonta a las memorias de Monsieur D’Artagnan.
Publicadas en el 1700 por Gatien De Courlitz de Sandras. –Gatian de curti de Sandra
Este autor fue un antiguo mosquetero.
Y elaboró una versión novelada de la vida de Charles de Batz Castelmore, conocido como D’Artagnan.
Se basó en los relatos de sus contemporáneos y le añadió a la historia su propia experiencia militar.
Por lo tanto, el manuscrito de Curti-Courtlitz ya contenía elementos ficticios.
Y Dumas se inspiró en este para su novela de 1844.
Ampliando y transformando los hechos.
Introdujo personajes inventados, como la enigmática Milady de Winter.
Incluso, recurrió a anacronismos para dotar a la narración de un mayor dramatismo.
Los nombres de Athos, Porthos y Aramis fueron los de tres personas reales.
Aunque es muy difícil que llegasen a coincidir o a conocer del todo a D’Artagnan.
El D’Artagnan histórico nació como el cuarto hijo de una familia de recursos limitados.
Optó por la carrera militar junto a dos de sus hermanos.
En 1630, con unos 20 años, ingresó en las Guardias Francesas, en París.
Apadrinado por el señor de Tréville, un pariente materno.
Este señor también aparece en las novelas de Dumas.
Para mejorar su posición, adoptó el apellido D’Artagnan, vinculado a una rama noble.
Realmente, sus padres eran de origen burgués.
Tras casi 15 años de servicio, el cardenal Mazarino, el sucesor de Richelieu, lo incorporó a la compañía de Mosqueteros de la Guardia en 1644.
Dos años después, el propio Mazarino disolvería este cuerpo.
Sin embargo, D’Artagnan continuó a su servicio en misiones de espionaje o en la custodia de enemigos políticos.
Unas funciones que hoy en día, se asociarían con las de un agente secreto.
La confianza del cardenal se tradujo en su nombramiento como capitán teniente de los Grandes Mosqueteros en 1657.
Año en el que se reconstituyó la unidad.
Mazarino fallecería en 1661.
El rey Luis 14 mantuvo su protección sobre D’Artagnan.
Nuestro protagonista llegó a ser gobernador de Lille, una plaza estratégica en la frontera con las Provincias Unidas de los Países Bajos.
Por desgracia, murió en 1673, durante el asedio de Maastricht.
Una bala le alcanzó.
En cuanto a los otros tres mosqueteros, la información disponible es más escasa y fragmentaria.
Todos ellos tenían la misma edad que D’Artagnan, más o menos.
Y procedían de Béarn o de zonas limítrofes, es decir, tuvieron el mismo origen regional.
Además, ingresaron en distintas compañías de la guardia real, también por recomendación del señor Tréville.
Athos y Aramis tuvieron un vínculo familiar con su protector.
En las memorias de Courtilz, ya figuraban estos tres personajes, con un papel secundario.
Fue Dumas quién los elevó a la categoría de coprotagonistas de la famosa saga.
Athos, un miembro de la pequeña nobleza bearnesa, murió joven, posiblemente durante un duelo en 1645.
Apenas un año después de la entrada de D’Artagnan en los mosqueteros.
Por lo tanto, es improbable que existiese una relación cercana entre ambos, por las fechas de sus vidas.
Porthos y Aramis se incorporaron a la guardia en 1640.
El primero en las Francesas y el segundo en los Mosqueteros del Rey.
Participando en campañas militares como la Guerra de los Treinta Años, en la que también estuvo presente D’Artagnan.
Con todo, no hay pruebas de que mantuvieran una amistad.
O ni siquiera de que llegaran a conocerse.
Luego, Aramis heredó el título de abad de Aramitz, propio de su linaje familiar.
La novela de Dumas no buscó la exactitud histórica sino la exaltación de unos valores morales y caballerescos.
Este autor, influido por el romanticismo, proyectó en sus protagonistas la imagen idealizada del gentilhombre francés.
D’Artagnan representa la valentía.
Athos, la nobleza de espíritu.
Porthos la fuerza y Aramis la inteligencia.
Su obra transformó la vida de unos soldados reales en héroes literarios.
Dotados de virtudes que trascienden su época y condición.
El impacto de los tres mosqueteros ha ido más allá de la literatura.
Contribuyendo a forjar un mito caballeresco que sigue vigente en la cultura popular.
Dando el salto al cine y al arte.
La idealización de la amistad, el honor y la lealtad, todo ambientado en una Francia dorada.
Convirtió a estos personajes en símbolos universales.
Sus hazañas ya forman parte de nuestra memoria colectiva.
Leerlos es entrar en un duelo literario en el que siempre gana la ficción.
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