Corría el año 2011 cuando un madrileño llamado Carlos Herranz Ortega se rebautizó como Lama Losel.
Decía ser un lama budista certificado por la India.
Ofrecía retiros espirituales, sanaciones con cuencos tibetanos y charlas llenas de misterio.
Pero lo que parecía una vía hacia la iluminación… escondía un pozo oscuro de manipulación y abuso.

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En su secta Senderos del Viento, todo giraba en torno a su figura mística.
Los seguidores lo veían como un maestro iluminado.
Un sanador que hablaba de energía, karma y limpieza espiritual.
Pero su método estrella era perturbador: el “lefazo místico”.

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Aseguraba que su semen era un néctar sagrado.
Una sustancia divina capaz de curar enfermedades como la fibromialgia.
Decía que beberlo purificaba el alma.
Y que rechazarlo podía traer desgracias: cáncer, accidentes o incluso la muerte.

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Llegó al punto de preparar caramelos con su semen.
A algunas personas se los daba sin avisar qué contenían.
Les prometía milagros espirituales.
Mientras ocultaba una estrategia de dominación absoluta.

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Convenció a varios fieles de que tenían implantes extraterrestres.
Les decía que había que arrancarlos a arañazos y golpes.
El dolor, afirmaba, era necesario para sanar el alma.
Cada ritual era más extremo, más delirante, más destructivo.

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Una pareja manipulada trabajó gratis para él durante seis años.
Le entregaron hasta 185.000 euros entre ambos.
Dinero no declarado, prometido a cambio de sanación y salvación.
Pero un viaje a la India lo destapó todo.

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Allí descubrieron que Carlos no era ningún lama.
Ningún monasterio lo reconocía.
Era un farsante con fachada orientalista.
Y cuando volvieron a España, decidieron denunciar.

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La investigación empezó en 2017.
Y este año, en 2024, llegó la sentencia.
Por primera vez en la historia de España, un líder sectario ha sido condenado bajo el artículo 515.2 del Código Penal.
Un artículo reservado para asociaciones que manipulan, dañan y controlan la mente.

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La pena: seis meses de prisión y 20.000 euros de indemnización.
Una condena leve… pero simbólicamente poderosa.
El principio de un cambio legal.
Y la prueba de que incluso los farsantes disfrazados de sabios… pueden acabar entre rejas.

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