Verdad: En el día a día de nuestra existencia tenemos la sensación de que el mal prevalece sobre el bien, pero no es así, ya que el bien siempre triunfa porque va unido al amor, que es quien lo vence todo. Opositores y todo tipo de ideologías hostiles a la Iglesia se suceden a lo largo de los siglos, pero la Comunidad que sigue a Cristo está viva, animada por el Espíritu del Resucitado. No hay nada que temer, pues cuando parece que “todo está perdido”, el Señor sale a nuestro encuentro, nos da su mano y nos llena de su fuerza. Una mano que nos tiende con su Palabra, con su Espíritu, para que nunca dejemos de creer y confiar en nuestro Padre Dios. Muchas veces buscamos excusas para rebatir la fe y los principios cristianos, como lo hacen los saduceos, que se escudan en las enseñanzas de Moisés para exponer su no creencia en la resurrección de los muertos. Si nos fijamos bien, éstos acuden a principios humanos para negar una realidad divina. Por eso, frente a Jesús, su ideología queda sin fundamento. Hay una certeza que sostiene la fe de todo cristiano, y es la promesa de la resurrección y la vida eterna. Por lo tanto, para quien cree en Dios no hay espacio para la angustia de no saber qué pasa después de la muerte, ni necesidad de andar buscando respuestas en doctrinas humanas; nos basta saber que la Palabra de Dios es veraz y siempre cumple lo que promete.

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