Verdad: El vidente, hoy, lanza una sentencia universal: que al final de la batalla los que quedan en pie son los vencedores, quienes se hacen merecedores del reconocimiento y la gloria. Y esa es la realidad de los cristianos en el combate contra el maligno (bestia = pecado). Sólo quienes perseveran en la fe y permanecen firmes en el seguimiento de Cristo están en la capacidad de conocer la misericordia de Dios y gozar de su gloria, entonando el canto de alabanza de los elegidos. No desmayemos ante las dificultades, ni demos ocasión al mal que nos aleje del amor de Dios. Perseveremos en la oración y en el servicio, invocando constantemente la fuerza del Espíritu Santo. Continuando con su discurso final, ahora Jesús expone la suerte que tendrán que padecer sus discípulos, quienes serán llevados a las sinagogas y a las cárceles, ante reyes y magistrados por causa de su nombre. Será esta una buena ocasión para que el discípulo dé testimonio de su Maestro, asistido por el Espíritu, el cual dará una elocuencia invencible para resistir el ataque de los adversarios. La opción por Jesús, cuando se vive de manera radical, comporta sacrificio de toda índole, pero el discípulo “no debe temer”, pues, pese a las amenazas, persecuciones, traiciones… tiene la certeza de que cuenta con la gracia divina para dar testimonio a tiempo y a destiempo del amor de Dios.

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