Escuchar "Parashat: Noaj: I (5785). El Arca de Noaj Y Moshé"
Síntesis del Episodio
"Profundiza y persevera. Esta semana, sujétate fuerte al poder de la perseverancia y ve más allá de tu zona de confort, porque solo ahí comenzamos a alimentar nuestra alma."
La idea de una espiritualidad mundial no es nueva.
Sabemos de la historia de la Creación que hubo un tiempo en la historia espiritual en el que la Luz del Creador y Su Creación, la Vasija —el origen único de todas nuestras almas— eran uno y estaban en perfecta armonía. Esta es la historia del mundo infinito del cual has aprendido en tus estudios de Torá. Este fue el punto de inicio, el origen del deseo que todos los seres humanos buscan— el deseo de ser uno con nuestros amigos, con el mundo y, al final, con Hakadosh BarujHu.
De alguna manera, en lo profundo de nuestro ADN espiritual, recordamos esta unión máxima. Ya que no podemos tener un deseo por algo que no hemos probado.
La historia de la Creación también nos enseña que el propósito de Boré Olam para crear el mundo y todo lo que hay en él era derramar sobre nosotros plenitud y beneficencia. También entendemos que la naturaleza del Creador es sólo crear y satisfacer. Por lo tanto, la destrucción no puede venir de ese pensamiento o intención. Lo que está en el árbol viene de la semilla. Así de simple.
El pensamiento del Creador para este mundo fue la semilla y su intención era satisfacer; si ese es el pensamiento, ese también debe ser el desenlace, el resultado.
Sin embargo, sabemos que la historia que la Torá nos relata nos dice que hubo un tiempo en el que el Creador quería destruir el mundo: la historia del arca de Nóaj. Bueno, el Zóhar la explica de manera distinta. No fué Elohim quien produjo la destrucción.
Sabemos que esa no es Su naturaleza. Fueron las acciones de la humanidad las que provocaron dichas consecuencias. No fue un castigo, sino el resultado de sus propios pensamientos, palabras y acciones. Por ejemplo, si pensamos en nuestro mundo actual: ¿Podemos tomar agua tranquilamente? Hablemos de los alimentos que consumimos, los peces que criamos, el aire que respiramos, ¿Elohim los contaminó? ¿Elohim los hizo inseguros para el consumo? ¿Elohim derramó desechos tóxicos en nuestras aguas? ¿Elohim provocó esas consecuencias como castigo? O, ¿son el resultado de las decisiones que tomamos con nuestro propio libre albedrío? El Zóhar explica que ese fue el mismo ambiente en la época de Nóaj. La forma con la que el Creador se presentó fue una fuerza de resultado y no de castigo.
La idea de una espiritualidad mundial no es nueva.
Sabemos de la historia de la Creación que hubo un tiempo en la historia espiritual en el que la Luz del Creador y Su Creación, la Vasija —el origen único de todas nuestras almas— eran uno y estaban en perfecta armonía. Esta es la historia del mundo infinito del cual has aprendido en tus estudios de Torá. Este fue el punto de inicio, el origen del deseo que todos los seres humanos buscan— el deseo de ser uno con nuestros amigos, con el mundo y, al final, con Hakadosh BarujHu.
De alguna manera, en lo profundo de nuestro ADN espiritual, recordamos esta unión máxima. Ya que no podemos tener un deseo por algo que no hemos probado.
La historia de la Creación también nos enseña que el propósito de Boré Olam para crear el mundo y todo lo que hay en él era derramar sobre nosotros plenitud y beneficencia. También entendemos que la naturaleza del Creador es sólo crear y satisfacer. Por lo tanto, la destrucción no puede venir de ese pensamiento o intención. Lo que está en el árbol viene de la semilla. Así de simple.
El pensamiento del Creador para este mundo fue la semilla y su intención era satisfacer; si ese es el pensamiento, ese también debe ser el desenlace, el resultado.
Sin embargo, sabemos que la historia que la Torá nos relata nos dice que hubo un tiempo en el que el Creador quería destruir el mundo: la historia del arca de Nóaj. Bueno, el Zóhar la explica de manera distinta. No fué Elohim quien produjo la destrucción.
Sabemos que esa no es Su naturaleza. Fueron las acciones de la humanidad las que provocaron dichas consecuencias. No fue un castigo, sino el resultado de sus propios pensamientos, palabras y acciones. Por ejemplo, si pensamos en nuestro mundo actual: ¿Podemos tomar agua tranquilamente? Hablemos de los alimentos que consumimos, los peces que criamos, el aire que respiramos, ¿Elohim los contaminó? ¿Elohim los hizo inseguros para el consumo? ¿Elohim derramó desechos tóxicos en nuestras aguas? ¿Elohim provocó esas consecuencias como castigo? O, ¿son el resultado de las decisiones que tomamos con nuestro propio libre albedrío? El Zóhar explica que ese fue el mismo ambiente en la época de Nóaj. La forma con la que el Creador se presentó fue una fuerza de resultado y no de castigo.
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