CAPÍTULO 9. II. La respuesta a la oración

29/09/2017 13 min
CAPÍTULO 9. II. La respuesta a la oración

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Síntesis del Episodio

Pedir cosas concretas en oración no tiene sentido, pues realmente no sabemos lo que nos conviene. La verdadera oración no pide ilusiones, sino más bien da las gracias por lo que ya se nos ha dado, pero hasta que lleguemos a ese peldaño de la oración, podemos pedir que se nos ayude a recordar lo que Somos.

Para pedir verdaderamente hay que dejar de tener miedo de la Verdad, pues la Verdad es vida, salud, plenitud, abundancia. Hasta que no dejemos de tenerle miedo a la Verdad, aunque pidamos que se nos eliminen los síntomas de dicho miedo, no estaremos pidiendo la Verdad, pues para ello hay que quererla verdaderamente y no su alternativa.

Pedir ilusiones entraña miedo y sus efectos son la enfermedad, la vejez y la muerte. Pedir la Verdad es aceptar a nuestros hermanos verdaderamente, verles correctamente tal como Dios nos Creó y no como nosotros habíamos pensado que éramos.

Las respuestas del Espíritu Santo están siempre a nuestra disposición y podemos hallarlas en la inocencia de todos nuestros hermanos.

No podemos pedir tan solo para nosotros, pues sería pedir ilusiones y estás no existen. Podemos oir la respuesta a todas nuestras suplicas en la impecabilidad de nuestros hermanos pues ellos son tan santos como Jesús.

Creeremos en Jesús si creemos en nuestros hermanos! Si les bendecimos estaremos recibiendo la bendición De Dios Mismo!

Si no reconocemos lo que ya se nos ha dado no lo valoraremos aunque lo tengamos. Si juzgamos en lugar de aceptar, creeremos que perdemos al dar, pues creeremos estar perdiendo algo, pues lo hemos seleccionado y separado del resto. Si aceptamos lo que ya se nos ha dado reconoceremos que lo tenemos al darlo, pues será la prueba evidente de que lo tenemos. Y si todo lo que damos se incrementa estaremos deseosos de darnos a nosotros continuamente pues será como reconozcamos qué somos verdaderamente.