En una entrevista exclusiva con el programa Cada Tarde, el especialista en Seguridad e Inteligencia Arturo Grandon analizó los últimos movimientos del despliegue militar estadounidense en el Caribe, los cuales, según indicó, marcan el inicio de una segunda fase de operaciones con posible componente terrestre.Grandon explicó que esta nueva etapa se desarrolla tras el control de las rutas marítimas en la región, dentro de lo que el propio presidente de Estados Unidos ha denominado una “operación ampliada contra el narcotráfico”. El experto señaló que el despliegue militar —que ha incluido barcos, submarinos, aviones y ejercicios anfibios en Puerto Rico— revela una planificación más amplia que trasciende los simples operativos de interdicción.“Ya existen observadores adelantados en el terreno y personal de inteligencia operando con tecnología de última generación. No se trata de un movimiento improvisado, sino de una acción cuidadosamente estructurada”, afirmó Grandon.El especialista también abordó el papel de las operaciones psicológicas y de información, que consideró esenciales en la antesala de cualquier conflicto moderno. Según explicó, la estrategia forma parte de lo que se conoce como “guerra híbrida” o “guerra irrestricta”, donde las armas tradicionales se combinan con la manipulación informativa, las redes sociales y las operaciones cibernéticas.“Hoy la guerra se libra tanto en los campos de batalla como en la mente de las personas. La desinformación y el control del discurso público son tan importantes como la logística militar”, señaló.Grandon advirtió además que el factor sorpresa podría haberse reducido por la amplia cobertura mediática de las maniobras, aunque no descartó que parte de esa exposición responda a una estrategia de presión psicológica orientada a medir las reacciones del adversario.El especialista concluyó que el escenario actual muestra una clara transición hacia operaciones combinadas de tierra, mar, tecnología y comunicación, propias de los nuevos conflictos del siglo XXI, donde la seguridad ya no depende solo del poderío militar, sino también del dominio de la información.

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