Si me pidieran una lista de los textos de los que más orgullosa me siento hasta la fecha, este probablemente encabezaría el ranking. Jamás pensé que escribiría sobre los terribles efectos humanos en la tierra, la atmósfera y el medio ambiente. Pero es tan triste pensar que hemos sido capaces de destruir nuestro propio hogar (y el de otras criaturas que sufren los daños colaterales), movidos por una ambición desmedida y una maldad que no entiende de gratitud, que no pude evitar crear este amargo y trágico relato.Aunque he de admitir, a riesgo de parecer una ilusa, que creo firmemente en el día en que ese trébol verde no solo se deje encontrar, sino que todo alrededor sea tal y como debió ser siempre. Sé que es difícil, pero ven, cierra los ojos e intenta imaginar ese momento conmigo...

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