Cuando el dolor se nos cronifica, corremos el riesgo de llegar a disfrutarlo. Ese punto mental, envuelto en un revoltijo de metáforas, es el que describe Komorebi.Pero al tocar fondo, nuestra única opción de salvarnos es cambiar las espinas por luz. Enfrentarnos a aquellas bestias que tanto nos aterran, cosernos la caja torácica y regresar.Si te encuentras ahora mismo en mitad del viaje, no te rindas, por favor... te prometo que los rayos de sol hallarán la manera de colarse dentro. Y si ya has vuelto sano y salvo de la travesía, insufla profundo el mismo orgullo que siento yo por ti, por mí y por todos los valientes que sobreviven a los constantes pulsos contra su cabeza.

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