Escuchar "Mejorando Continuamente - Segunda parte de la presentación del programa."
Síntesis del Episodio
POR QUÉ NO HACEMOS BIEN LAS COSAS DESDE LA PRIMERA VEZ?
1- Porque nos planeamos lo que deseamos y lo escribimos.
2- Por falta de concentración y atención
3- Porque antes no medimos ni las consecuencias ni el resultado de las acciones.
4- Por falta de compromiso.
5- Por apresurados, no entendemos la lentitud como un aliado.
6- Porque no analizamos ni el tiempo, ni el lugar ni el modo como debemos ejecutar nuestras acciones.
Crear, hacer o pensar requiere en forma permanente discernir al instante las razones y los fines por los cuales se asumen las tareas, y hacerlas bien desde la primera vez es el camino acertado para la búsqueda de los buenos resultados.
. La razón para acertar o no radica en que no planificamos y continuamente sometemos el resultado al azar.
En este orden de ideas, todo lo que emprendemos debemos hacerlo con un fin único: el de acertar.
Sin embargo, antes de iniciar, por lo general, no preparamos el terreno, no observamos, no nos hacemos preguntas, no escuchamos las sugerencias, no comparamos, no traemos al presente las experiencias pasadas, no nos realimentamos de las vivencias de los demás, para aplicar todo esto al objetivo que perseguimos; dicho de otra forma, no aprendemos de las experiencias vividas por nuestros antepasados y continuamos cometiendo los mismos errores.
Los inventos de la humanidad, más que en la necesidad, han estado cimentados en la investigación, en la observación y en el análisis. Así se han conseguido enormes avances en las invenciones y ello le ha permitido al ser humano disfrutar cada día de estas, mejorando su calidad de vida.
Por lo tanto, para alcanzar una mejora continua es necesario planear, planificar, programar y prever lo suficiente antes de lanzar la primera idea, colocar la primera piedra, dar el primer paso o ejecutar alguna acción.
Todos queremos triunfar, ser ricos y que nuestros planes nos faciliten el camino hacia el mundo de la prosperidad y la abundancia. Para lograr esto es necesario que todas nuestras acciones tengan el sello de planificación, esto es, que desde el inicio seamos conscientes de que es probable que fallemos y, sin embargo, nuestro objetivo principal debe ser generar siempre los mejores resultados con la máxima calidad.
Me refiero a habilidades cognitivas, tales como ser un buen observador, saber escuchar, identificar características comunes y diferentes en lo que nos rodea, clasificar los objetos de acuerdo con su función, evaluar y descubrir los riesgos potenciales y reales en el ambiente en donde estemos, manejar debidamente nuestras reacciones frente a un suceso o un hecho inesperado, observar, acatar e interiorizar las normas que la sociedad nos fija; asimismo, aquellas que debemos cumplir frente a la ley o a los cánones de comportamiento en las empresas, el demostrar capacidad para tomar decisiones y comunicarlas a los demás. Finalmente, una de las habilidades que más nos demandan una actitud positiva es la de adaptarnos al cambio.
Para llegar a un nivel óptimo se requiere de disciplina, de responsabilidad, de una práctica diaria y de un compromiso con la calidad.
REALICE BIEN TODO DESDE LA PRIMERA VEZ
El profesor universitario estadounidense, William Edwards Deming (1900-1993), uno de los más connotados padres de la calidad y cuyo aporte contribuyó al desarrollo y crecimiento del Japón después de la Segunda Guerra Mundial, afirmó que si queríamos brindar los mejores servicios y hacer los mejores productos debíamos “ir donde el mejor, aprender del mejor, igualar al mejor y superar al mejor”.
Diariamente utilizamos nuestros sentidos en forma automática, pero pocas veces nos percatamos de los poderosos que son. Cada uno de ellos cuenta con habilidades que difícilmente habíamos imaginado.
EJEMPLO:
El anciano presidente de una gran multinacional decidió jubilarse y disfrutar de un merecido retiro, después de haberle dado muchos años de su vida a la empresa que había fundado. La noticia corrió por toda la organización. El puesto de presidente estaba vacante. El hombre que ocupaba la vicepresidencia estaba seguro de que el cargo se lo darían a él y así se lo comunicaba con mucho entusiasmo y algo de arrogancia a sus amigos, familiares, compañeros de trabajo y allegados. Sabía que ese puesto le correspondía por derecho propio. Cuál sería su sorpresa cuando un día al llegar a la oficina se dio cuenta de que ya el propietario de la compañía había nombrado su reemplazo.
Furioso y envalentonado se dirigió hacia la oficina de presidencia para reclamarle a su jefe por qué había designado a otra persona distinta para el cargo de presidente. El anciano escuchó por largo rato y con mucha paciencia todas las cosas que el hombre le decía en voz alta y solo faltaba que agrediera al anciano para demostrar su indignación. En ese preciso momento se escuchó en la calle un gran alboroto. El anciano le dijo al hombre que por favor fuera a ver qué estaba pasando. Malhumorado el hombre se acercó a los amplios ventanales de la oficina y miró hacia afuera. Momentos después regresó ante el anciano que lo esperaba con una enigmática sonrisa. Se trata de un convoy de camiones que está pasando por el frente de la empresa, manifestó. Acto seguido el anciano mandó llamar al joven al cual había nombrado como presidente de su empresa y le pidió el mismo favor, que le dijera a qué se debía el ruido que provenía de la calle.
El joven, sin decir nada, salió presurosamente de la lujosa oficina y minutos después ingresó de nuevo con una libreta en la mano y comenzó a leer: se trata de un convoy de camiones cargados con mil toneladas de azúcar que acaba de llegar del puerto. Es de anotar que con este embarque la empresa podrá solucionar las dificultades de producción. La semana próxima llegará otro cargamento igual a este. Como usted fue un hombre previsivo el día que hizo el pedido se ha logrado un jugoso descuento que hará que los costos de producción bajen considerablemente, costos que estaremos trasladando a todos nuestros clientes con el fin de incrementar sustancialmente las ventas. Debo felicitarlo, señor, por haber utilizado la mejor calidad de azúcar sin refinar, ya que esto permitirá que nuestros productos sean más saludables. ¿Se le ofrece algo más, señor?
El anciano miró sonriendo al joven ejecutivo y con un movimiento de su mano le dijo que podía marcharse. Luego miró al hombre que por muchos años ocupaba la vicepresidencia, el cual comprendió el mensaje y salió en silencio de la oficina.
1- Porque nos planeamos lo que deseamos y lo escribimos.
2- Por falta de concentración y atención
3- Porque antes no medimos ni las consecuencias ni el resultado de las acciones.
4- Por falta de compromiso.
5- Por apresurados, no entendemos la lentitud como un aliado.
6- Porque no analizamos ni el tiempo, ni el lugar ni el modo como debemos ejecutar nuestras acciones.
Crear, hacer o pensar requiere en forma permanente discernir al instante las razones y los fines por los cuales se asumen las tareas, y hacerlas bien desde la primera vez es el camino acertado para la búsqueda de los buenos resultados.
. La razón para acertar o no radica en que no planificamos y continuamente sometemos el resultado al azar.
En este orden de ideas, todo lo que emprendemos debemos hacerlo con un fin único: el de acertar.
Sin embargo, antes de iniciar, por lo general, no preparamos el terreno, no observamos, no nos hacemos preguntas, no escuchamos las sugerencias, no comparamos, no traemos al presente las experiencias pasadas, no nos realimentamos de las vivencias de los demás, para aplicar todo esto al objetivo que perseguimos; dicho de otra forma, no aprendemos de las experiencias vividas por nuestros antepasados y continuamos cometiendo los mismos errores.
Los inventos de la humanidad, más que en la necesidad, han estado cimentados en la investigación, en la observación y en el análisis. Así se han conseguido enormes avances en las invenciones y ello le ha permitido al ser humano disfrutar cada día de estas, mejorando su calidad de vida.
Por lo tanto, para alcanzar una mejora continua es necesario planear, planificar, programar y prever lo suficiente antes de lanzar la primera idea, colocar la primera piedra, dar el primer paso o ejecutar alguna acción.
Todos queremos triunfar, ser ricos y que nuestros planes nos faciliten el camino hacia el mundo de la prosperidad y la abundancia. Para lograr esto es necesario que todas nuestras acciones tengan el sello de planificación, esto es, que desde el inicio seamos conscientes de que es probable que fallemos y, sin embargo, nuestro objetivo principal debe ser generar siempre los mejores resultados con la máxima calidad.
Me refiero a habilidades cognitivas, tales como ser un buen observador, saber escuchar, identificar características comunes y diferentes en lo que nos rodea, clasificar los objetos de acuerdo con su función, evaluar y descubrir los riesgos potenciales y reales en el ambiente en donde estemos, manejar debidamente nuestras reacciones frente a un suceso o un hecho inesperado, observar, acatar e interiorizar las normas que la sociedad nos fija; asimismo, aquellas que debemos cumplir frente a la ley o a los cánones de comportamiento en las empresas, el demostrar capacidad para tomar decisiones y comunicarlas a los demás. Finalmente, una de las habilidades que más nos demandan una actitud positiva es la de adaptarnos al cambio.
Para llegar a un nivel óptimo se requiere de disciplina, de responsabilidad, de una práctica diaria y de un compromiso con la calidad.
REALICE BIEN TODO DESDE LA PRIMERA VEZ
El profesor universitario estadounidense, William Edwards Deming (1900-1993), uno de los más connotados padres de la calidad y cuyo aporte contribuyó al desarrollo y crecimiento del Japón después de la Segunda Guerra Mundial, afirmó que si queríamos brindar los mejores servicios y hacer los mejores productos debíamos “ir donde el mejor, aprender del mejor, igualar al mejor y superar al mejor”.
Diariamente utilizamos nuestros sentidos en forma automática, pero pocas veces nos percatamos de los poderosos que son. Cada uno de ellos cuenta con habilidades que difícilmente habíamos imaginado.
EJEMPLO:
El anciano presidente de una gran multinacional decidió jubilarse y disfrutar de un merecido retiro, después de haberle dado muchos años de su vida a la empresa que había fundado. La noticia corrió por toda la organización. El puesto de presidente estaba vacante. El hombre que ocupaba la vicepresidencia estaba seguro de que el cargo se lo darían a él y así se lo comunicaba con mucho entusiasmo y algo de arrogancia a sus amigos, familiares, compañeros de trabajo y allegados. Sabía que ese puesto le correspondía por derecho propio. Cuál sería su sorpresa cuando un día al llegar a la oficina se dio cuenta de que ya el propietario de la compañía había nombrado su reemplazo.
Furioso y envalentonado se dirigió hacia la oficina de presidencia para reclamarle a su jefe por qué había designado a otra persona distinta para el cargo de presidente. El anciano escuchó por largo rato y con mucha paciencia todas las cosas que el hombre le decía en voz alta y solo faltaba que agrediera al anciano para demostrar su indignación. En ese preciso momento se escuchó en la calle un gran alboroto. El anciano le dijo al hombre que por favor fuera a ver qué estaba pasando. Malhumorado el hombre se acercó a los amplios ventanales de la oficina y miró hacia afuera. Momentos después regresó ante el anciano que lo esperaba con una enigmática sonrisa. Se trata de un convoy de camiones que está pasando por el frente de la empresa, manifestó. Acto seguido el anciano mandó llamar al joven al cual había nombrado como presidente de su empresa y le pidió el mismo favor, que le dijera a qué se debía el ruido que provenía de la calle.
El joven, sin decir nada, salió presurosamente de la lujosa oficina y minutos después ingresó de nuevo con una libreta en la mano y comenzó a leer: se trata de un convoy de camiones cargados con mil toneladas de azúcar que acaba de llegar del puerto. Es de anotar que con este embarque la empresa podrá solucionar las dificultades de producción. La semana próxima llegará otro cargamento igual a este. Como usted fue un hombre previsivo el día que hizo el pedido se ha logrado un jugoso descuento que hará que los costos de producción bajen considerablemente, costos que estaremos trasladando a todos nuestros clientes con el fin de incrementar sustancialmente las ventas. Debo felicitarlo, señor, por haber utilizado la mejor calidad de azúcar sin refinar, ya que esto permitirá que nuestros productos sean más saludables. ¿Se le ofrece algo más, señor?
El anciano miró sonriendo al joven ejecutivo y con un movimiento de su mano le dijo que podía marcharse. Luego miró al hombre que por muchos años ocupaba la vicepresidencia, el cual comprendió el mensaje y salió en silencio de la oficina.
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