Ajustar nuestros objetivos a nuestra realidad fomenta la motivación y el compromiso. Al establecer metas realistas y alcanzables, podemos experimentar pequeños éxitos a lo largo del camino, lo que refuerza nuestra determinación y nos impulsa a seguir adelante. Estos logros intermedios no solo aumentan nuestra confianza, sino que también nos permiten explorar y considerar otras alternativas que podrían surgir durante el proceso. Así, nos mantenemos flexibles y abiertos a nuevas oportunidades, lo que puede enriquecer nuestro camino hacia el objetivo final.

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