Hoy nos adentraremos en un tema crucial: ¿Cuándo se dañó nuestra relación con la comida? En los episodios anteriores, exploramos las señales de una mala relación y cómo mejorarla. Pero ahora, profundicemos en los orígenes de este vínculo, descubriendo historias y experiencias que quizás resuenen contigo.

Recuerda, la relación con la comida no es un juego de blanco y negro, sino una escala de grises que se desarrolla a lo largo del tiempo. Yo misma llevo tres años trabajando en mejorarla, pero sé que el camino es un proceso constante, lleno de autoaceptación y amor propio.

Haz una pausa y reflexiona: ¿Cómo se comportaban tus padres con respecto a la comida? ¿Qué mensajes te transmitían? Aquí algunos ejemplos: tu madre comiendo solo ensaladas para entrar en el vestido de boda, comentarios sobre el cuerpo de los demás, saltar de dieta en dieta, o la creencia de que tu padre, por trabajar, debe comer mucho más.

La familia y el hogar son nuestras principales fuentes de información consciente e inconsciente sobre la alimentación y el cuerpo en la infancia. Es vital recordar que nadie nace odiando su cuerpo. Los niños no tienen complejos. Sin embargo, las experiencias, comentarios y situaciones vividas en casa, con amigos y en la escuela, van construyendo esa imagen negativa de nuestro cuerpo. Aceptar esta realidad nos permite responsabilizarnos y trabajar para cambiar el chip mental que nos lleva de dieta en dieta.

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