Tercer Domingo del Tiempo de Cuaresma, Ciclo C

28/02/2016 44 min
Tercer Domingo del Tiempo de Cuaresma, Ciclo C

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Síntesis del Episodio

• Ex 3, 1-8a. 13-15. Yo soy me envía a vosotros.
• Sal 102. El Señor es compasivo y misericordioso.
• 1Co 10, 1-6. 10-12. La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro.
• Lc 13, 1-9. Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.

Los evangelios de Lucas elegidos para este ciclo C se refieren sobre todo a la necesidad de la conversión, del cambio en el estilo de vida, como elemento fundamental de nuestro camino hacia la Pascua.
Jesús, interpretando los hechos de vida de su tiempo, nos invita a la conversión. Al hablar de los muertos que hubo cuando la autoridad civil decidió aplastar la revuelta de algunos galileos, o de las víctimas del accidente cuando se derrumbó un muro, termina igual: "si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera".
La "conversión" no es sólo "hacer penitencia", en el sentido de realizar unas obras de ayuno o de limosna. La palabra griega para "penitencia" es "metánoia", que significa "cambio de mentalidad". Lo que nos pide la Cuaresma es un cambio en un nivel bastante más profundo que el de las meras obras exteriores.
Una conversión, si es auténtica, "hace daño", porque significa meter "el dedo en la llaga" y corregir las raíces de nuestros males. Si hay que "operar", tenemos que estar dispuestos a hacerlo, y no conformarnos con aplicar una pomada suave que no llega a las raíces de nuestro mal.
La oración de hoy habla de "nuestros pecados" y del "pueblo penitente" que acude a Dios, consciente de que las clásicas obras cuaresmales del "ayuno, la oración y la limosna" son "remedio de nuestros pecados". En la oración de las ofrendas pedimos a Dios que "esta eucaristía perdone nuestras ofensas y nos ayude a perdonar a los que nos ofenden".
Es bueno, ante todo, que nos sepamos reconocer pecadores, porque somos débiles y con frecuencia faltamos a la Alianza con Dios. Para que luego, con la ayuda de Dios, tomemos la decisión de cambiar de rumbo, de volvernos a él en nuestra vida, y de dar los frutos que él espera de nosotros. El prefacio II de Cuaresma dice que Dios "ha establecido este tiempo de gracia para renovar en santidad a sus hijos... libres de todo afecto desordenado".

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