Domingo 12 del Tiempo Ordinario, Ciclo C. Lecturas Biblicas

19/06/2016 41 min
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Síntesis del Episodio

• Za 12, 10-11; 13, 1. Mirarán al que atravesaron.
• Sal 62. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
• Ga 3, 26-29. Los que habéis sido bautizados os habéis revestido de Cristo.
• Lc 9, 18-24. Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

Mi alma está sedienta de ti,
Señor, Dios mío,

rezamos con el Salmo responsorial de la Misa, haciendo nuestra la oración de la liturgia. Y para acercarnos más y más a nuestro Dios y Señor hemos de apoyarnos en dos fundamentos sólidos que mutuamente se unen y complementan: confianza y reverencia respetuosa; cercanía y sumisión reverencial; amor y temor. "Son los dos brazos con los cuales abrazamos a Dios", enseña San Bernardo. Ante Dios Padre, lleno de misericordia y de bondad, plenitud de todo bien verdadero, nos sentimos atraídos, y ante el mismo Dios, absolutamente excelso, majestuoso, elevado, nos inclinamos con la humildad del que se sabe menos que nada; a Él sometemos nuestra voluntad y tememos sus justos castigos. También en la Misa de hoy rezamos la siguiente oración: "Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y temor a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor". Amor y santo temor filial son las dos alas para levantarnos hacia Él.
La Sagrada Escritura nos enseña que el temor de Dios es el principio de la sabiduría y el fundamento de toda virtud, pues si no te atas fuertemente al temor de Dios, pronto será derribada tu casa. Y Cristo mismo enseña a sus amigos que no deben temer a los que quitan la vida al cuerpo, porque después ya poco más pueden hacer. Yo os mostraré a quién habéis de temer, dice precisamente a sus más fieles seguidores, a quienes lo han dejado todo por Él: temed al que después de la muerte tiene poder para arrojar en el infierno. Sí, os digo; temed a éste. Los Hechos de los Apóstoles nos narran cómo la primitiva Iglesia se extendía, se fortalecía y andaba en el temor del Señor, llena de los consuelos del Espíritu Santo....

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