Escuchar "Miercoles de la Tercera Semana de Pascua"
Síntesis del Episodio
• Hch 8, 1 b-8. Al ir de un lugar para otro, iban difundiendo el Evangelio.
• Sal 65. Aclamad al Señor, tierra entera.
• Jn 6, 35-40. Esta es la voluntad del Padre: que todo el que ve al Hijo tenga vida eterna.
La presentación de Jesús por parte del evangelista también nos está diciendo a nosotros que necesitamos la fe como preparación a la Eucaristía. Somos invitados a creer en él, antes de comerle sacramentalmente. Ver, venir, creer: para que nuestra Eucaristía sea fructuosa, antes tenemos que entrar en esta dinámica de aceptación de Cristo, de adhesión a su forma de vida Por eso es muy bueno que en cada misa, antes de tomar parte en la mesa de la Eucaristía, comiendo y bebiendo el Pan y el Vino que Cristo nos ofrece, seamos invitados a recibirle y a comulgar con él en La mesa de la Palabra, escuchando las lecturas bíblicas y aceptando como criterios de vida los de Dios. El que nos prepara a comer y beber con fruto el alimento eucarístico es el mismo Cristo, que se nos da primero como Palabra viviente de Dios, para que veamos, vengamos y creamos en él. Así es como tendremos vida en nosotros. Es como cuando los discípulos de Emaús le reconocieron en la fracción del pan, pero reconocieron que ya ardía su corazón cuando les explicaba las Escrituras. La Eucaristía tiene pleno sentido cuando se celebra en la fe y desde la fe. A su vez, la fe llega a su sentido pleno cuando desemboca en la Eucaristía. Y ambas deben conducir a la vida según Cristo. Creer en Cristo. Comer a Cristo. Vivir como Cristo...
• Sal 65. Aclamad al Señor, tierra entera.
• Jn 6, 35-40. Esta es la voluntad del Padre: que todo el que ve al Hijo tenga vida eterna.
La presentación de Jesús por parte del evangelista también nos está diciendo a nosotros que necesitamos la fe como preparación a la Eucaristía. Somos invitados a creer en él, antes de comerle sacramentalmente. Ver, venir, creer: para que nuestra Eucaristía sea fructuosa, antes tenemos que entrar en esta dinámica de aceptación de Cristo, de adhesión a su forma de vida Por eso es muy bueno que en cada misa, antes de tomar parte en la mesa de la Eucaristía, comiendo y bebiendo el Pan y el Vino que Cristo nos ofrece, seamos invitados a recibirle y a comulgar con él en La mesa de la Palabra, escuchando las lecturas bíblicas y aceptando como criterios de vida los de Dios. El que nos prepara a comer y beber con fruto el alimento eucarístico es el mismo Cristo, que se nos da primero como Palabra viviente de Dios, para que veamos, vengamos y creamos en él. Así es como tendremos vida en nosotros. Es como cuando los discípulos de Emaús le reconocieron en la fracción del pan, pero reconocieron que ya ardía su corazón cuando les explicaba las Escrituras. La Eucaristía tiene pleno sentido cuando se celebra en la fe y desde la fe. A su vez, la fe llega a su sentido pleno cuando desemboca en la Eucaristía. Y ambas deben conducir a la vida según Cristo. Creer en Cristo. Comer a Cristo. Vivir como Cristo...