Luego que Iaacov abinu recibiera las bendiciones de su padre Itzjak, fué enviado lejos de su casa para que así sea protegido del deseo de venganza de su hermano Esav. Habían pasado treinta y cuatro años, contando los catorce años que Iaacov estudió en la ieshivá de Shem y Éber, y los veinte que pasó junto a su suegro Labán, el odio de Esav permanecía implacable. Mientras Iaacov se mudaba a Eretz Israel con su familia y sus posesiones, Esav avanzaba hacia el con un imponente y temible ejército. Esav se había decidido a cumplir con esa idea de venganza, aunque habían transcurrido tantos años, Esav no olvidaba.

Iaacov había tomado la iniciativa, intentando así reconciliarse con Esav mientras Itzjak estuviera con vida, ya que dado al gran respeto que Esav le profesaba a su padre, lo más lógico hubiera sido que todo estuviera en shalom con su hermano Iaacov para no afligir a su padre Itzjak.

Rambán dice que Iaacov abinu no podía evitar esa confrontación potencialmente peligrosa debido a que el camino más directo a la casa de su padre, situada al sur de Eretz Israel, pasaba justamente por Edom, dónde residía Esav.

Esta confrontación tremenda fué permitida para mostrarnos de que manera Hakadosh BarujHu envió a un Malaj, como lo nombra el profeta Hoshea, para salvar a Su siervo de las garras de un enemigo más fuerte que él. Y también queda demostrado que Iaacov no confió en los méritos de su rectitud, sino que luchó denodadamente por asegurar su integridad física con medidas prácticas.

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