¿Alguna vez te has puesto a analizar que cuando te enfrentas a la inocencia de los niños y les dices que hoy no va a ser posible darles eso que ellos querían, e insistes en que entiendan que hoy no, pero que mañana sí? ¿Y ves que aún así no aceptan el trato que les ofrecemos? En ese momento, a la mayoría de los adultos nos invade la frustración, al darnos cuenta de que ellos no aceptan ese mañana, porque lo quieren hoy.Dentro de este escenario caben dos conclusiones, la primera y más común: podemos interpretar que el niño solo está sumergido en una pataleta o berrinche y que por eso lo quiere ya; y la segunda, que es la que vengo a compartirles, y que la comprendí gracias a uno de mis hijos, es que los niños no entienden el afán de vivir en el mañana, ellos viven en el hoy, solo tienen hoy para disfrutar al máximo una piscina, un juguete o a ese ser amado con el que tanto les gusta jugar. Ellos no están programados para estar posponiendo todo para mañana.Al analizar esto, trataba de entender el porqué siempre creemos que en el mañana está el momento perfecto para hacer lo que tenemos que hacer: mañana llamo, mañana perdono, mañana disfruto, mañana amo, mañana si me dedico tiempo, mañana, mañana, mañana. La mayoría de nosotros vivimos más en el futuro que en el hoy, olvidándonos que es lo único que tenemos.Hoy te invito a que, con sentido común y coherencia, sin que parezca una pataleta, mires el hoy con ojos de niño, ese que no se espera hasta mañana para hacer las paces con ese amiguito con el cual quiere volver a jugar, ese niño que se sienta y se disfruta un helado concentrado únicamente en que no se pierda ni una sola gota de ese delicioso manjar, ese niño que no quiere irse a la cama porque aún quiere seguir jugando y disfrutando del hoy, pero que cuando duerme, duerme con toda la paz de este mundo.Hoy te invito a vivir en el hoy con los ojos de un niño y a disfrutar la vida que tienes, concentrado en que no se pierda ni una gota de este manjar al que le llamamos vida.

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