Escuchar "Prólogo"
Síntesis del Episodio
El último te quiero andaba colgado en la puerta, la silla que se cabalga chirrió los goznes como intentando, una vez más, sostener nuestro peso imaginario.
Entonces busqué el encargo. Aparté el árbol y la casa, me hice hueco en la soledad del rincón y abrí el armario. No estaba visible a primera vista, así que moví bolsas y revisé los estantes hasta encontrar lo que buscaba.
Y como suele suceder siempre, buscando una cosa, se encuentra otra. Allí estaba el más pequeño, perdiendo burbujas detrás de una bolsa, vestido de luto como si anduviese penando una culpa que no tiene.
Es rigurosamente cierto lo que le dije a ella la otra noche. El amor no se queda en las cosas, los abalorios del pasado no están untados con la esencia de los ausentes. Las personas inolvidables, eso lo creo firmemente, no lo son gracias a la química de la memoria.
No. La memoria es la más traidora y la mejor amiga, un veneno mortal y al mismo tiempo, su antídoto. Pero la memoria es sólo un punto de conexión de la trama infinita en la que vivimos. A los inolvidables, los llevamos dentro, por dentro, desde dentro. Y es que nosotros somos como somos, porque ellos fueron como fueron.
Aun estando completamente convencido, no pude resistir la nostalgia de ver solos (o de sentirme yo) los patos y los benjamines, y los eché en la mochila para tenerlos en casa.
Un día triste, de los muchos que tienen que llegar en todas las vidas que vivamos, el pato y yo, metidos en la bañera, brindaremos con benjamín para matar tu ausencia. Aunque ya sé que no estás en ellos y tu ausencia no morirá por eso.
Entonces busqué el encargo. Aparté el árbol y la casa, me hice hueco en la soledad del rincón y abrí el armario. No estaba visible a primera vista, así que moví bolsas y revisé los estantes hasta encontrar lo que buscaba.
Y como suele suceder siempre, buscando una cosa, se encuentra otra. Allí estaba el más pequeño, perdiendo burbujas detrás de una bolsa, vestido de luto como si anduviese penando una culpa que no tiene.
Es rigurosamente cierto lo que le dije a ella la otra noche. El amor no se queda en las cosas, los abalorios del pasado no están untados con la esencia de los ausentes. Las personas inolvidables, eso lo creo firmemente, no lo son gracias a la química de la memoria.
No. La memoria es la más traidora y la mejor amiga, un veneno mortal y al mismo tiempo, su antídoto. Pero la memoria es sólo un punto de conexión de la trama infinita en la que vivimos. A los inolvidables, los llevamos dentro, por dentro, desde dentro. Y es que nosotros somos como somos, porque ellos fueron como fueron.
Aun estando completamente convencido, no pude resistir la nostalgia de ver solos (o de sentirme yo) los patos y los benjamines, y los eché en la mochila para tenerlos en casa.
Un día triste, de los muchos que tienen que llegar en todas las vidas que vivamos, el pato y yo, metidos en la bañera, brindaremos con benjamín para matar tu ausencia. Aunque ya sé que no estás en ellos y tu ausencia no morirá por eso.
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