En CNV promovemos una forma concreta de dar aprecio, ¿en qué difiere esta forma de decirle a alguien lo fabuloso que es?

Cuando recibimos elogios o halagos o lo que conocemos por “comerte la oreja” por lo bien que haces las cosas, al final estamos moviéndonos por juicios e interpretaciones del otro.

Esto nos hace tocar un poco el caramelo, pero no saboreamos. No se degusta tanto como cuando transmitimos a la persona que eso que ha hecho, algo concreto, específico me ha servido para bien. Y se lo señalamos a través de cómo nos hemos sentido y qué necesidad mía se ha visto atendida, cuidada, satisfecha.

Es como decir “esto que tú has hecho ha enriquecido mi vida”.

Cuando me dicen “Pilar eres la caña de España” o “qué buena eres, eres una crack” no me llega a tanta profundidad, es como más alimento de mi ego que de mi Ser. Aún así, como es lo habitual, recibir este tipo de elogios, siempre podemos traducir esto dependiendo del contexto y cuando nos lo digan para ver como se siente esa persona y qué necesidad ha satisfecho gracias a mi acción.

En la medida que podamos expresar el aprecio de una forma más auténtica y conectada, esta es la manera, compartir todo lo rico que me ha dado eso que ha hecho esa persona, lo que ha dicho, o su presencia porque quizá no ha hecho nada y solo ha estado presente.

Se trata de poner atención a como podemos dar ese aprecio desde una manera profunda conectando con nosotros mismos para ver a esa persona que con lo que ha hecho ha enriquecido mi vida cuidando de esta necesidad o de esta otra…

Y esto no tiene nada que ver con que te digan “eres una crack” que también gusta mucho pero es diferente y quiero tenerlo muy presente en mi vida. ¿Quieres saber porqué? Dale play ▶

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