Gustavo Airel "Chavo" Guerrero, flamante operador en el Mercado Central de Posadas

26/10/2022 13 min
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Síntesis del Episodio

Gustavo Ariel Guerrero, alias “Chavo”, trabajador del Mercado Central desde hace décadas, por problemas de salud se encontró con la definitiva limitación de no poder levantar elementos de peso. Como es evidente, uno de los principales trabajos dentro de un centro comercializador es el de carga y descarga de frutas y verduras. El trabajo suele ser muy duro, requiere la descarga de camiones acoplado enteros de mercadería. Gozar de buena salud es un requisito excluyente para sobrevivir en este ámbito. Pero Gustavo encontró la manera de paliar su nueva realidad, y para no quedar al margen del lugar que durante tiempo lo cobijó, comenzó a vender comidas al paso en el ingreso al mercado Central. Venta de choripán, hamburguesas y carne asada, fue la alternativa para su nueva vida que requería no levantar siquiera una escoba.
Con el tiempo, el protagonista de esta historia, que tiene a su cargo tres hijos; una nena de 3 años, una de 6 y un varón de 12, asumió el compromiso de oficiar como delegado de los trabajadores dentro del Mercado Central. Ésta tarea le insumió tanto tiempo y atención que terminó descuidando su puesto de comidas al paso y empezó a perder dinero. El único ingreso que le garantizaba poner un plato de comida en la mesa de su familia, se tornó un espejismo y ahora sí todo empezó a complicarse. Guerrero, explicó que el único que se acercó a preguntarle cómo estaba y su situación económica, fue Diego “Bruja” Silveira. Fue el único operador que “paró a fijarse por mí”, reseñó. Silveira, le propuso la vender algunos productos (140 sandías y 50 bolsas de zapallo). Con esta mercadería, Guerrero pudo salir del paso, ganar dinero y devolverle un porcentaje pactado a Diego Silveira.
Los históricos operadores del Mercado (empresarios de buena posición económica), vieron con disgusto la iniciativa de Gustavo “Chavo” Guerrero, por lo que comenzaron a acicatear su expulsión del lugar. Guerrero reflexionó: “Ese fue mi gran pecado, querer comer en casa con mi familia”.
Uno de los operadores de nombre “Sebastián”, se acercó a hablar con Guerrero y le prometió garantizarle un sueldo a cambio de que levante el puesto improvisado de sandías y zapallos. Guerrero aceptó el trato y retiró la venta del remanente que le quedaba. Acto seguido, los operadores no solo no cumplieron con el apoyo económico comprometido, sino que además comenzaron a cuestionar por qué ellos deberían pagarle un sueldo a Guerrero y no Milcíades Giménez (Guerrero es Delegado gremial dentro del Mercado Central). Guerrero respondió que jamás pidió un sueldo y que fue uno de los propios operadores de la Cámara quién se lo ofreció.
Otra vez la tensión entre trabajadores y la Cámara de operadores estaba en ascenso. Guerrero volvió a entrevistarse con Diego Bruja Silveira para ponerlo en conocimiento de la nueva situación. Pero Silveira volvió a abogar en su favor y le ofreció que operara en un puesto de su propiedad. Guerrero aceptó con entusiasmo la propuesta y, de esta manera, desde hace días puede ofrecerle empleo a más de 7 trabajadores.
Los operadores volvieron a ponerse en pie de guerra y persisten en la tesitura de no aceptar que un trabajador pueda crecer honradamente a base de trabajo y sacrificio.