Hoy recuerdo que sólo me gobiernan las leyes del amor, la unidad y la vida eterna. Todas las demás “leyes" están fuera de Verdad y por lo tanto residen en la mente del maestro del miedo: el ego.
Las leyes del mundo tienen que ver con la magia porque son externas.
Hasta ahora creía que el dinero deshacía mi experiencia de empobrecimiento espiritual; que poner alimento en mi estómago y oxígeno en mis pulmones resolvía la sensación de carencia y vacío en mi mente separada; y que un amor especial y personal deshacía mi sensación de soledad y abandono de mi hogar.
El perdón es la llave que abre el hogar de la mente recta del Espíritu, que habíamos sellado con cerraduras de culpa y especialidad.
Lo que se no pide es ver la salvación donde realmente está, en nuestra propia mente y no en nada fuera de nosotros mismos, que cambiemos nuestro propósito. Cuando nuestro propósito es cambiado, usamos todo para despertar del sueño de este mundo, cuestionando toda su validez y veracidad.
No se trata de renunciar al dinero, a nuestras relaciones especiales, al ejercicio, a los alimentos que consideramos buenos para nuestra salud, sino al reconocimiento del propósito que tienen de mantenernos enfocados en el cuerpo y en este mundo. En otras palabras, toda nuestra atención regresa a la causa-mente en lugar del efecto-cuerpo-mundo.

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