Hoy puedo llevar conciencia a mis juicios y liberarlos, renunciando a seguir justificando que he depositado la culpa en otros.
Nos volvemos a nuestro Maestro y pedimos su interpretación en lugar de la nuestra, tomamos “Su mano”, como Él nos invita a hacer.
Si nuestras mentes son los proyectores, cuando cargamos el proyector con la cinta del ego, vemos un mundo oscuro de culpa, miedo, ira, ataque; pero si cambiamos la cinta y elegimos la que el Espíritu ofrece, que es pura luz, el mundo que vemos será totalmente diferente. Estamos viendo nuestro propio mundo interior proyectado en la pantalla, que ahora parece estar en el exterior. Cambiamos lo que hay en el proyector liberando agravios y resentimientos a través del perdón.

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