Escuchar "El efecto de la palabrota"
Síntesis del Episodio
Senosvadeojo que confundimos las palabrotas, que pronunciamos desde los cinco años, con el insulto que siempre destila agresividad y confrontación.
Palabrotas e insultos que son dos expresiones primarias y rápidas que regulan las emociones que pronunciamos a diario, que están en todas las culturas, tanto de manera escrita como verbal: pero con efectos diferentes.
El insulto lo que busca es recuperar el estatus que creemos perdido frente a otro por un sentimiento de amenaza o frustración. En este sentido el insulto siempre es violento, porque busca vejar al contrario mientras que las palabrotas no necesitan de un oponente para ser expresadas, pues lo que reflejan es un sentimiento personal de alegría, de tristeza o de satisfacción. Incluso las palabrotas pueden tener un efecto analgésico para aliviar el dolor, como afirma el psicólogo Richard Stephens en su libro Oveja negra: los beneficios ocultos de ser malo. No se trata de que aumentemos el volumen de palabrotas que pronunciamos a diario, porque son una forma vulgar de expresar lo que sentimos; pero tampoco demonizarlas porque suelen ser un alivio para relajar la tensión que nos producen las cosas buenas y malas que nos suceden. ¡Que no se te vaya de ojo!
Palabrotas e insultos que son dos expresiones primarias y rápidas que regulan las emociones que pronunciamos a diario, que están en todas las culturas, tanto de manera escrita como verbal: pero con efectos diferentes.
El insulto lo que busca es recuperar el estatus que creemos perdido frente a otro por un sentimiento de amenaza o frustración. En este sentido el insulto siempre es violento, porque busca vejar al contrario mientras que las palabrotas no necesitan de un oponente para ser expresadas, pues lo que reflejan es un sentimiento personal de alegría, de tristeza o de satisfacción. Incluso las palabrotas pueden tener un efecto analgésico para aliviar el dolor, como afirma el psicólogo Richard Stephens en su libro Oveja negra: los beneficios ocultos de ser malo. No se trata de que aumentemos el volumen de palabrotas que pronunciamos a diario, porque son una forma vulgar de expresar lo que sentimos; pero tampoco demonizarlas porque suelen ser un alivio para relajar la tensión que nos producen las cosas buenas y malas que nos suceden. ¡Que no se te vaya de ojo!
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