Nuestro Señor Jesucristo en el Sermón de la Montaña, nos recuerda hoy, aquí y ahora a mi, a ti que escuchas:

"Ámen a sus enemigos, hagan el bien a los que les aborrecen, bendigan a los que les maldicen y oren por los que les persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre, que está en los Cielos". "Han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo: No resistan al mal, y si alguno te abofetea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra; y al que quiera discutir contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto, y si alguno te pidiera caminar una milla, camina dos. Da a quien te pida y no vuelvas la espalda a quien te pide algo prestado". "Bienaventurados los pacificadores porque serán llamados hijos de Dios"."Bienaventurados los mansos es decir, los no-violentos porque poseerán la Tierra".
Y en el Sermón de la Cena, Jesús el Señor, establece el amor entre los hombres como su mandamiento fundamental, al decir a sus discípulos: "Un nuevo mandamiento les doy: que se amen los unos a los otros como yo les he amado".

La no violencia que nos enseña el Señor Jesús en el evangelio, no consiste en amar a los que nos aman, no. La no violencia comienza a partir del instante en que amamos a los que nos odian, a los que nos rechazan, a los que nos han causado algún mal. Alguien podría exclamar, pero es que eso es ilógico, no puedo aceptarlo, sin embargo, podríamos hacernos esta pregunta: ¿No pasa lo mismo con todas las cosas grandes y buenas?. Lo más difícil de todo es amar a los enemigos. Pero, si quiero, si quieres realmente llegar a ello, la gracia de Dios vendrá a ayudarte a superar los obstáculos más temibles. Nuestro mundo no reposa en una estructura social no violenta, y siendo realistas, vemos que una gran parte de la población mundial,, vamos hombres mujeres, niños, jóvenes, adultos y ancianos, defendiendo nuestras posesiones empleando medios de naturaleza coercitiva es decir, generalmente lo hacemos por la fuerza es decir, “a ver quién gana”.

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