Juan de la Cruz, refiriéndose a la noche de los sentidos dice que es “noche” para los sentidos porque a ellos los hemos acostumbrado a ir por donde quieren y por donde más cómodamente nos hagan sentir, por ejemplo: “sientes soledad” y buscas el teléfono, la televisión, la radio, a esta persona y “te refugias por lo que sientes” y entonces quedas “satisfecho, satisfecha” pero sin darte cuenta, quedas más sólo, sola; sientes tu sensualidad y buscas satisfacerla; sientes miedo al silencio y hablas...y hablas...y hablas; sientes coraje y te dejas llevar por tus impulsos; sientes curiosidad por ver y criticar algo y lo haces; sientes flojera, depresión y te dejas llevar. El camino de la fe es un camino de madurez y Juan de la Cruz nos dice que para ser maduros en Dios, no hemos de “querer” ni esto, ni esto otro, ni esto otro y el Apóstol Pablo nos lo enseña cuando dice: “El que esté casado, viva como si no lo fuese, el que tenga dinero, viva como si no lo tuviese” etc...,lo que nos enseña que los apegos nos hacen inmaduros e infelices y sobre todo, nos impiden la intimidad con Dios por eso nuestra capacidad de amar y perdonar está frágil y como estamos ciegos, no descubrimos el Tesoro que llevamos dentro. Es verdad que el dejar los apegos puede causarte dolor, pero el Señor ve tu “buena voluntad! –que ya es gracia- y poco a poco si tu te dejas, irá purificando tu fe e irás recibiendo sabiduría, luz para poner tu vida en orden y así comenzar a amar al Señor con todo tu ser y a los demás por Dios y en Dios. Entonces ya no dependerás de nada ni de nadie más que de sólo Dios, para ser feliz. Pero esta sabiduría, Dios la va dando en esos tiempos preciosos de oración. Así que no dejes por nada –quizá muy de mañanita o de madrugada- tus tiempos preciosos para estar con Jesús tu Señor. Tiempos quizá en los que no se siente nada pero se sabe que El, es fiel. Comienza a aceptar pues, que tu relación con Dios, no va a ser por medio de los grandes fervores que sientas ni te espantes de no sentir nada o mejor no te espantes si sientes impotencia para orar, pues una verdadera relación con Dios no se da por medio de lo que uno siente sino sencillamente vivirás al Señor por medio de la fe que no es “sentir grandes fervores o tener visiones o revelaciones particulares” sino que es estar convencido, es tener certeza de que el te ama infinitamente y Él, aunque tu estés ausente permanece presente porque es fiel, el único fiel. La regla de oro será : NO TE ASUSTES DE NADA.

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