No te rindas ante el miedo

26/02/2017 56 min
No te rindas ante el miedo

Escuchar "No te rindas ante el miedo"

Síntesis del Episodio

Tienes miedo a la soledad, al vacio, miedo a perder el amor. Tienes miedo a llegar a la ancianidad y ya no puedes valerte por ti mismo, por ti misma. ¿Cómo vas a obtener tu comida…tus medicamentos…cómo vas a vivir?...y te angustias por el miedo. Miedo a no ser amado, amada. Miedo a perder el bienestar que te da la salud. Miedo a amar porque te pueden abandonar. Miedo a estar sin dinero en medio de esta sociedad consumista y que se mueve por y con dinero. Miedo a que tus hijos o padres o familiares se queden solos cuando tu mueras, pero ¿sabes? Somos necesarios, pero indispensables, nadie. Solo Dios basta y Dios es Padre también de tus hijos y de todos los seres humanos. No lo olvides. Miedo…miedo…miedo. Y el miedo te va haciendo esclavo de tus pensamientos negativos, miedo que se puede desencadenar en fobias, en estrés, en manías persecutorias llamadas en sicología, paranoia, en neurosis, y a algunas personas, el miedo a vivir, el huir mentalmente a un mundo imaginario e irreal, por miedo a enfrentar la realidad, las ha llevado al autismo o hasta la locura. Mas no tengas miedo de nada, pues quien a Dios se fía, jamás podrá volverse loco o faltarle nada. ¡sí!, no tengas miedo a vivir. Se valiente, ten ánimo, espera en el Señor, pues te repetimos, que quien a Dios se fía, quien pone su esperanza en el Señor, quien lo convierte en su centro de vida, vivirá en paz, en medio de todo, seguro, feliz aunque tenga que atravesar por áridos desiertos y por valles oscuros. Porque El, es Dios. Porque nada es imposible para El, y para quien vive de la fe en Jesús y para quien tiene los ojos fijos en El, los ojos fijos en la voluntad del Padre, aceptará con paz todo lo doloroso porque sabrá que si así lo ha permitido el Padre, así estará bien , tú y yo, no sabemos nada de lo esencial y quien confía en el Señor, ante lo doloroso, después de haber hecho todo lo que estaba en mi mano, en tu mano por hacer, digamos, di sin cansarte en tu corazón: “Yo no sé nada Padre mío. Solamente sé que me amas, entonces quedo en silencio y has de mi lo que quieras porque tú me amas, porque tú eres mi Padre. Así está bien Padre. No quiero preguntarte por qué, sólo necesito mirar a Jesús en la cruz y déjame amar por ti mi Señor, Jesús, nada temo porque tú estás conmigo, tu amor y tu gracia me sosiegan, me realizan, me acompañan, son mi vida. Tú mismo Señor eres mi vida. Amén.”