Hay mucha gente que tiene palabras de sabiduría pero casi nadie la escucha. Cuántos padres de familia tienen el consejo para sus hijos, pero sus hijos no los escuchan. Cuántos profesores tienen la idea para que sus alumnos lleguen a alcanzar el éxito, pero los alumnos no los escuchan. Cuántos líderes dan buenos consejos a la gente de la que tienen qué cuidar, pero no los escuchan.

Y dicen: “No hagas eso por esto, por esto otro y esto otro” y aquellos que están oyendo eso, lo hacen o no lo hacen.

Y podríamos decir: ¡Cómo es posible que teniendo sabiduría y dando consejos, la gente no me escucha! ¡Qué tremendo que sabiendo yo la solución a su problema, al último, a la última que le pregunta es a mi! ¡Y cuando me escucha no me hace caso!

Y una de las cosas que más angustia y echa a perder la vida a los demás son los pleitos, las rencillas, los resentimientos, el devolver mal por mal, el no poner la otra mejilla.

Así que cuando alguien te diga que vive en pleito perenne, dile que lo primero que hay qué hacer cuando vaya a haber una discordancia, una gran diferencia es razonar: Si tú que escuchas fuiste quien ofendió, pide inmediatamente perdón y si ves que el razonamiento, no te da todavía, entonces ¡sal corriendo! Pero corre a la Palabra de Dios.

Y si al tú salir corriendo y te alcanzan, entonces trata de entrar en diálogo. Fíjate que no dijimos que le pegues a la gente. La Palabra de Dios no dice que te dejes cuando el otro te de duro. La Palabra de Dios está diciendo que tú que escuchas seas humilde.

Poner la otra mejilla, es reconocer que tú que escuchas, también interiormente tienes algo qué corregir.

Ver todos los episodios