Si tú que escuchas, hablas muerte, comerás muerte. Si hablas vida, comerás vida. Y será bueno que ahora mismo te digas a ti mismo, a ti misma en voz alta: “Yo puedo destruir mi vida con mis palabras” Yo puedo edificar en madurez mi vida con mis palabras” “Yo elijo”.

Proverbios 13, 3 dice: “Cuidar las palabras es cuidarse a uno mismo; el que habla mucho se arruina sólo”. Proverbios 18, 6.7 dice: “Con sus labios, el necio se mete en líos. Los labios del necio confiado en sí mismo, traen contienda y con sus palabras se busca buenos azotes. Las palabras del necio son su propia ruina; con sus labios se echa la soga al cuello”.

Proverbios 21, 23: “El que tiene cuidado de lo que dice, nunca se mete en aprietos. El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de problemas”. Así que ahora mismo te invitamos a que digas en voz alta: “Yo no mataré el plan bueno de Dios para mi vida por hablar palabras negativas. Yo hablaré verdad, hablaré cosas buenas, cosas positivas, hablaré la Palabra de Dios, regaré mi semilla con el agua de la positividad que sale de la Palabra de Dios, y yo veré fruto y progreso en mi vida. No hablaré sobre mis montañas sino que hablaré a mis montañas y profetizaré a los huesos muertos en mi vida y ellos tendrán vida de nuevo”.

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