El Señor en el evangelio dice: “Si conocieras y comprendieras lo que hoy puede llevarte a la paz”.
La clave de todo pues será desprogramarse, soltar las ataduras. Y podrías preguntar y ¿Qué es mi programación? Es eso que llevas dentro de tu computadora cerebral, que se formó acumulando los datos recibidos. Tu cultura, tus ideas, tus creencias, tus miedos, tus apegos, tus hábitos, tu no fe.
He aquí los nombres de los muros de tu prisión, he aquí los nombres de la maraña que filtra toda la información que te llega. Analízalos uno por uno, ya que el camino no es renunciar, sino poner buena voluntad, permitir que Dios ilumine tu mente con su Palabra. Y Dios en su Palabra no nos dice que combatamos al mal por combatirlo, sino que con el bien derrotemos al mal. No con espadas, ni con ejércitos sino con su Amor. Ponte a pensar respecto de tu cultura: Sea la que fuere, hay otras culturas diferentes, hay otras personas que viven perfectamente sin ella, por lo tanto no es la única. Tu cultura no es la dueña de la verdad.
Ahora piensa respecto de tus ideas: Cuando conoces a alguien, le etiquetas. Para ti es simpático/a, o desagradable, o triste, o tonto/a. Pues, eso seguirás viendo en esa persona ya que esa es la idea que tienes de esa persona. Tú ves a las personas, no como son, sino de acuerdo a la idea que tienes de ellas. Sin embargo, otras personas pueden tener una idea diferente a la que tu te hayas hecho, por lo tanto tampoco es la única infalible o valedera. Esto vale no solo con respecto a las personas, sino que involucra a todas tus ideas.

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