El veneno del resentimiento 1

04/03/2017 53 min
El veneno del resentimiento 1

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Síntesis del Episodio

¿Sabes? cuando uno escucha a las personas que vienen a contarte sus penas, te dicen todo con tal intensidad y realismo que uno creyendo que fue ayer pregunta: ¿Y cuándo te pasó todo eso? Hace 30 años. ¡Imagínate!, ¡Pasarse la vida concentrándose en las heridas, en los rechazos, en los abandonos, en las humillaciones, en las traiciones y en las injusticias es locura descomunal! Pasarse los días enteros concentrándose en todo lo que no aceptas es tirar la vida por algo que ya no existe más que en tu mente porque así lo quieres seguir decidiendo. Eso no es vivir, es agonizar en vida todo el tiempo.

Resentimiento pues, es lo mismo que decir: sentirse dolido. Resentimiento es lo que recuerdas y que aún te duele y no lo olvidas porque no perdonas.

Escucha el siguiente ejemplo: Cuando alguien en tu casa comete una injusticia o la injusticia la cometes tú en algo tan simple como dejar tu ropa tirada en el baño, y que sabes que será motivo de que el o la que venga a bañarse después de ti se moleste. Según tú hoy amaneciste muy feliz, te metiste a bañar, te sentías fuerte de ánimo, sucedió lo que tenía qué suceder por despiste o descuido dejaste la ropa tirada, vino el que seguía de ti a bañarse y porque el otro amaneció mal, tal vez soñó horrendo, y por ello y por no tener comunicación constante con el Señor se sentía débil de carácter, y comienza el griterío y después, ¿qué hay en el interior de ambos? Heridas y más heridas que por cierto nunca se han cerrado, porque dijeron cosas que no tenían pensado decir. Y ¿del carácter qué quedó? Se hizo duro, como se hacen duras las arterias por la acumulación de grasa a tal grado que producen un infarto.

Igual pasa conmigo, contigo que escuchas: luego de un pleito quedamos hondamente tristes y perdemos elasticidad mental, espiritual, y psicológica, por eso la necesidad de estarse volviendo al Señor constantemente para que Él sea el maestro principal en esta escuela interior de vida práctica; por eso la necesidad de leer su Palabra, de rumiarla, de cerrar los ojos y disfrutarlo y permitir que nos bañe con la sangre de Cristo; por eso la necesidad de amarle con todo el ser más que a nada ni a nadie en el mundo; por eso la necesidad de ser humildes y postrarnos a sus pies; por eso la necesidad de ser simples, sencillos, y a la vez profundos; por eso la necesidad de amarnos con locura y de amar a los demás con locura; por eso la necesidad de soltar todas las seguridades falsas y todas las programaciones mentales que aprendimos de quienes nos rodearon y que tampoco solucionaron sus heridas a los pies de Jesús, o de lo que fuimos introduciendo por nosotros mismos o al ver a otros deprimirse, gritar, desesperarse, impacientarse, abusar.