A veces llenamos nuestras oraciones de contenidos vanos, de intelecto, de actividades de nuestra vida y de una infinidad de palabras. De hecho, podemos escondernos de la Presencia de Dios por medio de nuestras múltiples ocupaciones. Nos volvemos demasiado ocupados y no nos alcanza el tiempo para relajarnos, refrescarnos, renovarnos, dejarnos amar por ese Dios Amoroso, en el mayor de los romances. La tranquilidad, el silencio, la soledad de Cristo en el desierto nos llama a ser sanados por su Amor. El supo cómo descansar en Dios, como "ser" y orar con el poder de Dios y en la sencillez del alimento para el alma. El utilizó un nombre tierno, íntimo y amoroso para Dios: Abba! Papito...

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