Deja tu jarro roto a los pies de Jesús

27/02/2017 1h 2min
Deja tu jarro roto a los pies de Jesús

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Síntesis del Episodio

Al aprender a estar en silencio y en quietud y al utilizar un nombre sagrado como por ejemplo: Jesús ó Padre, ó Espíritu Santo, o al leer las Escrituras, podremos escuchar el murmullo de Dios. Pero no pienses que ese murmullo se manifestará por un sonido o visión espectacular, no, pues eso sería querer manipular a Dios con nuestros sentidos que pueden equivocarse. El murmullo de Dios es –como dirá Juan de la Cruz- esa sabrosura que pasa de Espíritu a espíritu, de ser a ser, juntándose Amado con amada; o como dirá en otro verso: “Cuando tú me mirabas, tu gracia en mi, tus ojos imprimían, por eso me amabas y en eso mis ojos se complacían: en adorar lo que en ti veían”.
Y también dice: “Ha entrado ya la esposa, en ese huerto tan deseado, y ya en su sabor reposa, y por ello el cuello ya ha reclinado, sobre los dulces brazos del Amado”. Y Dios le responde al alma diciendo: “Debajo del manzano, allí conmigo fuiste desposada, allí te di la mano y fuiste reparada”. Y es que el alma que busca de verdad a Dios, en la soledad pone su nido, haciéndola su única guía, a solas con su amado en soledad de amor herido. Por eso dice: “Gocémonos Amado y vámonos a ver en tu hermosura, al monte o al collado, en donde mana el agua pura, entremos más adentro, en la espesura. Allí me mostrarás aquello que mi alma pretende y se, que luego me darás, aquello que me diste el otro día”.