De la angustia a la paz

04/03/2017 1h 19min
De la angustia a la paz

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Síntesis del Episodio

Si tienes buena actitud, si desde hoy decides con su gracia querer realmente vivir en paz contigo mismo, contigo misma, entonces aprenderás pronto a vivir en plenitud en su voluntad, aceptando por fe, que lo que Dios ha permitido en tu vida, es para tu bien si te abres a su amor incondicional y si de corazón decides madurar al estilo de Jesús el Señor.
Hoy decídete a aceptar con paz, que el Padre Dios respeta las propias leyes que Él mismo creó, y que sobrevienen las circunstancias dolorosas aunque Él no lo quiera. Si aceptas esto con paz, y si decides vivir con sabiduría, pensando a cada momento ¿Qué haría Jesús en tu lugar?, irás superando la depresión, el sin sentido de vivir, las frustraciones, los miedos, y en general todo lo negativo que hasta hoy has dejado anidar en tu mente y corazón.

Pues bien, el ser humano, desde que es concebido en el vientre de su madre, la mayoría de las veces, recibe heridas, como el no ser deseado por haber sido fruto de un enamoramiento que no maduró hasta convertirse en verdadero amor, por haber sido fruto de una pasión egoísta, por haber sido fruto de unos padres alcohólicos o tal vez el padre estaba drogado o empastillado o la madre fue abusada o maltratada o simplemente estaban pasando por algún problema económico o moral y al feto le tocó recibir bilis, corajes, angustia, miedo, cigarro, vino, droga, pastillas, golpes, insatisfacción de vivir.

Pero a pesar de todo, durante el tiempo en el que el feto, el bebé vive en el vientre materno, se experimenta “protegido”, hasta que llega el momento de nacer; y sale al mundo, experimentándose arrancado de su única “seguridad”; tal vez ese niño será dado en adopción porque la madre no lo quiere o permanecerá alejado de ella porque tuvieron que introducirlo en una incubadora por tres meses, y así, ese bebé se sabe indefenso, frágil, sólo y....llora. “Oh misterio del hombre, envuelto siempre en los pañales del sufrimiento, ¿Quién podrá liberarte?”

Comienza a crecer este pequeño y se encuentra con un mundo bello, pero herido también. Mundo lleno de temor, de rencor, de resentimiento, de odio, de angustia, de prisa, de egoísmo, de injusticia, de superficialidad, de ruido. Un mundo sin Dios. Desgraciadamente el niño que es como una esponja, todo lo va absorbiendo: los malos tratos, la impaciencia, la mentira y lo que ve hacer y decir a los adultos y algo más duro e impresionante, es que en ocasiones, ese niño ha sido ya víctima sexual de alguien desconocido o incluso de sus propios padres o familiares, o maestros o “amigos”.

Pues bien, este niño, llega a la adolescencia, el niño ya no es niño; ha vivido ya el rechazo de su manera de ser, de su físico, de su inteligencia pero, ¿Acaso ese niño escogió nacer? ¿Escogió sus padres? ¿Escogió su sexo, su físico, su manera de ser? ¿Escogió su capacidad de entender, de conocer, de saber? ¿Escogió él su familia, su historia, el abandono de su padre, de su madre? ¡No!, no escogió nada. Todo se lo impusieron.

El adolescente se convierte en un joven adulto y comienza a preguntarse el sentido de su vida y el mundo le dice: ” ¡Soy yo!, mira: se violento contigo mismo, auto maltrátate, auto castígate y maltrata y castiga los demás, abusa del sexo, drógate, fuma, refúgiate en la televisión sin control, refúgiate en los artistas, en las modas, en las máquinas de nintendo, o en el Internet; refúgiate en la violencia, mata, roba, miente, acaba contigo mismo, entregándote al alcohol, a la rebeldía”. Pero el alma responde: “¡No! No te maltrates más, porque tú fuiste creado con inmenso amor por el Padre Dios y viniste a esta tierra a realizarte en el amor que Él te dio en Jesús al morir en la cruz. El sentido de tu vida y quien te va a ser realmente feliz es Dios.”

Más este joven no conoce bien a Dios. Quizá ha oído de pequeño –si bien le ha ido- hablar de Jesús...pero ¡hace ya tanto tiempo! Y dice: ¿Quién es Dios? ¿Acaso existe? ¿Qué tiene que ver El en mi vida? ¿Por qué experimento este vacío en mi alma? ¿Por qué tanto dolor?
Pues hoy querido niño, joven, adulto, vas a saber, qué relación tiene tu dolor, tu tristeza que te ha dañado tanto, con ese Dios que es amor incondicional y gratuito.

Mira: Dios te ha llevado desde toda la eternidad en su pensamiento, en su corazón, en sus entrañas. Tú eres una criatura, obra de sus manos, su hijo queridísimo al que ha llenado de su amor y ha permitido que nazcas para que los demás sepan por tu medio, que Dios es amor. A ti, físicamente te engendraron tus padres, pero espiritualmente te engendró Dios.

Tú naciste porque Dios quería que nacieras porque El te ama infinitamente, porque El es tu Padre y ¡Nada más! Lo que los demás han hecho para dañarte, nada tiene qué ver con Dios. Pon mucha atención: Dios nuestro Padre, al hacer la creación, hizo leyes y esas leyes, las respeta por ejemplo: respeta la ley cósmica, la ley de la naturaleza, la ley de nuestra psicología, de la física, de la libertad humana, y todo lo respeta.

El podría evitar la erupción de un volcán, un incendio, un terremoto, un tornado, inundaciones, pero lo permite porque El respeta. El podría evitar que algo chocara con la tierra pero si lo permite, quizá suceda. El podría evitar un aborto, el sida, una separación, un divorcio, que alguien mate o calumnie y aunque no esté de acuerdo porque sabe que todo esto nos daña y a pesar de que El quede más triste que nosotros, lo permite porque respeta.

El pudiera evitar una palabra que nos hiere, o esa palabra con la que herimos a otros, un mal trato, una enfermedad incurable, un abuso sexual, la ancianidad, la soledad, la muerte, el hambre, las guerras pero lo permite porque respeta y repetimos: si lo permite no es que lo quiera, es que respeta sus leyes. Dios el padre, nunca ha querido el mal para ti, ¿Lo comprendes ahora? Dios te ama infinitamente y quiere que te salves, que te liberes de tanto mal que vienes cargando sin poder más y que muy posiblemente viene de la manera de pensar negativa, de la programación agresiva y derrotista que otros y tu mismo han depositado en tu mente y que te hace ser una persona amargada, triste e infeliz. La Palabra del Señor en proverbios 4, 23 te dice hoy a ti que escuchas: “Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida! La mente del ser humano es uno de los más grandes tesoros que Dios nos ha regalado, y dependerá de cómo la quieras educar, pues el mismo libro de Proverbios 14,33 dice que la sabiduría habita en mentes que razonan y en el capítulo 27,19 dice que así como las caras se reflejan en el agua, así también los hombres se reflejan en su mente.